Foto: Ricardo Ruíz.

Quien conoce a Reyes Pe y a Ricardo Ruíz sabe que detrás de cualquier proyecto final en el que se involucran hay mucho trabajo. Precaució!, su instalación efímera para Miradors de l’Horta, no es una excepción. El resultado es una grúa amarilla en medio de un campo. Pero hasta levantarla y colocarla ahí ha habido un largo recorrido previo y una cantidad importante de preguntas que responder(se).

«Teníamos claro que si participábamos, lo mejor era darle voz a personas que realmente saben de la huerta», explica Reyes, «yo como urbanita no puedo ir a reivindicar algo, o llegar a un pueblo, a un espacio, plantar una escultura e irme porque no tendría ningún sentido, porque realmente el cambio no está ahí». Querían involucrar a los vecinos y realizar un proyecto «que formara parte de la huerta y que se quedara en el espacio, que fuera real, que cobrara vida de alguna manera y fuera crítico».

Y eso es lo que hicieron, lo primero de todo escuchar a la gente de la huerta de Bonrepós i Mirambell. «Nos contaron que había varios postes eléctricos que estaban abandonados y que llevan años rellenando muchísimos formularios para que los eliminen, porque no tienen ningún sentido en la huerta, y no los quitan», sigue contando Reyes Pe.

Foto: Ricardo Ruíz.

Uno de esos postes sería el esqueleto del proyecto que pensaban levantar. «Una falla», especifica Reyes. Lo pintaron de amarillo y generaron esa grúa «que es un trampantojo porque en realidad es una minigruita, no tiene las medidas reales de una grúa». Pero desde la distancia eso no se percibe. «Funciona muy bien porque en un paisaje horizontal poner un elemento en altura hace que cobre mucha presencia», es Ricardo quien habla ahora, «cuando te acercas evidentemente entiendes su escala y su dimensión de juguete y de farsa». «Hay un juego ahí», remata Reyes, «que nos parece muy interesante».

Ese juego antes de ser descubierto tenía (y tiene) un componente de alerta que, asegura Ricardo, también buscaban. «Desde lejos, la verdad es que puede llegar a pensarse que es una grúa y que van a construir en el campo. Eso también formaba parte del juego, era divertido. Y ha funcionado, algunas personas mientras estábamos montando nos preguntaban qué íbamos a hacer, e incluso daban por hecho que íbamos a construir».

Esa percepción de la gente se disparaba porque la apuesta creativa no se limita a la grúa, va más allá. «Hay también una escenografía por el plano del suelo, con las cintas de balizamiento negras y amarillas, con la señalética de peligro por obras», razona Ricardo, «era normal que pensaran que se iba a construir porque te veían poniendo unos límites por el campo». Reyes ahonda en esa misma dirección. «El hecho de fingir, de poner ahí un trampantojo, de intervenir…se está poniendo una obra como concepto teatral, pero también una obra relacionada con una obra de la construcción. Además, como hacemos rutas guiadas con la gente, y van con cascos y chalecos reflectantes, tiene mucho de escenografía, como una performance, recoge todas las artes vivas».

Foto: Ricardo Ruíz.

La alerta también tiene un trasfondo de reflexión. Una pregunta que debería seguir rondándonos incluso cuando ya se advierte que la grúa es falsa. «¿Qué pasaría si se perdiera de repente ese paisaje?», la formula Ricardo, como también su respuesta. «Si esa mirada que te permite la huerta con tanto desahogo visual en la distancia desapareciera y en su lugar surgiera, urbanidad, infraestructuras o construcciones, tendríamos un sentimiento de pérdida». Ese era, también, uno de los objetivos de Precaució!, aunque «casi todos los agricultores nos han dicho que el principal problema de la huerta es la falta de relevo generacional y los precios a los que se vende el producto, es muy difícil que puedan competir económicamente».

Como decíamos en el primer párrafo, la construcción (no solo material) de la grúa ha estado acompañada de muchas preguntas. El adn de la propia huerta es una de las más destacadas. Habla Ricardo: «La huerta, claramente, es un paisaje que está generado por la actividad humana y es una actividad puramente industrial, realmente la huerta es un polígono industrial. Entenderla de otra manera que no sea esa, entenderla de una forma romántica, de una forma casi turística, de una forma de ocio … todo eso conlleva también a su desaparición, porque realmente su única supervivencia es esa actividad económica que genera. Son actividades económicas y acciones humanas que, en esencia, son parecidas a las de otras entidades que generan otros paisajes. Este, evidentemente, es un paisaje menos agresivo, que queremos que forme parte de nuestra identidad, pero no deja de ser un paisaje generado por una actividad humana y por unas acciones concretas que se parecen a otras que consideramos mucho más hostiles».

Precaució!, como las otras otras ocho instalaciones de Miradors de l’Horta pueden visitarse, de manera guiada, en fin de semana, hasta el próximo 5 de noviembre. Más información en la web del certamen