Corría 1990 cuando TVE decidió que los españoles comieran viendo un programa de humor que no hacía gracia. Se llamaba No te rías que es peor. La mecánica era fácil, se premiaba al que aguantara la carcajada. Eran tan malos los chistes que apenas se escuchaba una risa durante la media hora que duraba. Poco podíamos imaginar que aquella idea de Gestmusic se proyectaría en el futuro como una realidad. Si no te ríes, te premian.
Son malos tiempos para el humor. Puede que te asesinen por ejercerlo y los principales mandatarios europeos salgan a la calle diciendo que son como tú. Eso debe de ser como morir dos veces. Lo de ejercer el humor en twitter debe de ser como morir en vida. La censura y la autocensura hacen más daño al género que todos los casetes de Arévalo. Mucha gente se solidariza con unos cómicos si los matan unos terroristas, pero condenan a quien hace chanza de un dictador muerto. La situación en sí es cómica. Y triste.
El sábado 16 de septiembre, el dibujante y artista plástico Ramón Esono fue detenido en Malabo, Guinea Ecuatorial, cuando salía de un restaurante. Se le ha acusado de falsificación y blanqueo de dinero cuando su única arma es un lápiz. Hace tres años publicó La pesadilla de Obi donde caricaturizaba al dictador Obiang. Ese es su delito. Los mandatarios europeos aún no se han manifestado, deben de temer daños colaterales comerciales. Los mandatarios valencianos tal vez no sepan que su mujer es de Ontinyent.
Está la gente que se ríe de todo, los que no se ríen de nada y los que se ríen de los demás pero se indignan si son ellos el centro de la broma. El humor molesta. Porque hace pensar, porque divierte o porque reír es gratis. O por las tres cosas. Y, sobre todo, por la sensación de libertad que acompaña a la risa. Proporcional a la indefensión e inseguridad que provoca en el que quiere controlarla. Cada día que Esono pasa en la cárcel es un paso atrás que damos todos. Es sano reírse, pero también denunciar las cosas que no hacen ni puta gracia. #EsonoLibre