Hay otros mundos y están en la cabeza de Agente Morillas. Y es que nacer el mismo año que una naranja masculina es mascota de unos mundiales de fútbol debe provocar unas ganas infinitas de querer escapar de este. Mamen Morillas es de Málaga donde ahora disfruta de una residencia artística, vivió más de una década en Barcelona, dos añitos en un pueblo del Norte de París, residió en Londres hasta el año pasado y expone en Valencia. Sus «Ecosistemas invisibles» pertenecen pues a medio mundo y se pueden visitar hasta este próximo sábado, 30 de abril, en la galería Pepita Lumier.
Con más de Darwin que de Naranjito, sus dibujos y esculturas aunque retraten a seres poco convencionales invitan a la adopción obsesiva. El aire naif que los envuelve le gana la partida al lado perturbardor que podrían tener estas criaturas. Puede parecer disparatado, pero sus obras que tanto lindan con otras realidades o con el proceloso mundo de los sueños, guardan un poderoso arraigo con la Naturaleza, nuestra Naturaleza, revelándose como una fauna alternativa que escapa a nuestros ojos en los paseos por el campo.
Como unos Pitufos dibujados por Edward Gorey, como unos Barbapapá firmados por Maurice Sendak, como unos Doraemon realizados por su admirada Laurie Lipton, los seres de Agente Morillas trascienden el universo infantil, al que erróneamente se les puede asociar por su ternura, y se fusionan con su entorno, literalmente como unos troncos somnolientos o de manera más metafórica como los conejos huevo, la frambuesa con piernecitas o el autorretrato que abre la exposición. El resultado es una evolución del origen de las especies en el que prima el aspecto contemplativo frente al intervencionista. Entre un mundo, el nuestro, y otro, el de ellos. Que no va a ser una casualidad que Morillas le rinde homenaje a Expediente X con su nombre artístico.