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Foto: Eva M.Rosúa

Elsa Schiaparelli removió el entumecido mundo de la moda de la gran depresión en los años 30 con sus licencias surrealistas en accesorios y vestidos.
Hoy en día, inmersos también en un contexto de recesión, hay pequeñas firmas de joyería con encanto que remueven el preponderante mundo de los accesorios low cost de las macrocadenas de ropa. Porque por supuesto hay una vida más allá de la quincalla de metal a tres euros que no resiste el envite de las temporadas, una vida que merece ser contada. Hablamos con su creadora, Glenda López, porque nos encanta dejarnos llevar por la seducción de los detalles de calidad y sorprendente diseño. Piezas actuales pero también atemporales, con el valor de una originalidad que nunca caduca.

Has comentado que la situación para introducir tu joyería ya no en Valencia sino en España, es complicada.
Me muevo en un sector que se ha quedado un poco anticuado. Es más complicado si cabe introducir un genero tan exclusivo y distinto, además se le añade que la industria, la producción se esta perdiendo porque durante muchísimo tiempo se ha fabricado en serie un producto copiado de Alemania o Italia. Desde España no hemos generado un producto digamos original, lo que veíamos en las joyerías eran reproducciones en serie. Cuando se ha caído ese sistema es complicado introducir un género nuevo, como éste pero hay que cambiar las tornas y mirar a otro mercados.

Porque tus creaciones son puramente artesanales…
Es completamente todo artesanal. En la colección para la primavera-verano del año que viene si hemos introducido diseño asistido por ordenador para una pieza en concreto , una tipo de sortija, una tipología que me inventado para camisas, pañuelos, etc.; porque nos permite trabajar la geometría ya que el ordenador hace las líneas perfectas. Son técnicas que se pueden añadir a los procesos, no en todo porque me gusta el punto de no repetición en las piezas que entre unas y otras haya una leve diferencia. Yo creo que eso es bonito y sobre todo cuando estamos tratando las joyas. El hecho ya de que un artesano las trabaje, las toquetee, las vea… para mi eso es único. Y lo diferencia del producto mecanizado. Se pueden introducir métodos de diseño asistido por ordenador para mejorar pero no para hacerlo todo repetitivo.

Esa combinación entre artesanía y trabajo con ordenador puede dar interesantes frutos.
Yo creo que Balenciaga o incluso Christian Dior en el campo de la moda, si hubieran tenido determinadas técnicas de patronaje industrial las habrían aplicado pero al final me imagino a Coco Chanel retocando el ultimo detalle, no creo que lo dejara pasar, eso es bonito, eso es lo que personaliza.

¿Son series limitadas?.
Son colecciones anuales. Empezamos con una colección en plata «Welcome instinct» sobre animales y después introducimos series limitadas. Pero hemos entendido que nuestro producto está cerca de las tendencias, de lo que la gente aporta en su forma de vestir. Es una joyería que puedes introducir en las tendencias que se llevan o se llevarán. Que complementan porque juegan con la forma de vestir de las personas.

¿Cómo concibes la joya?.
Está entre tres aguas: el diseño producto ( hay que tener en cuenta normas ergonómicas), el ser un producto prescindible y el arte. Entre lo que significa llevar un producto prescindible (porque nadie necesita llevar un collar o un anillo) y el arte, porque tiene que aportarte algo; tienen que ser golosas, atractivas. Mi manera de concebirla es darle importancia a cosas que a lo mejor para otros pasan desapercibidas; por ejemplo, si me gusta una determinada forma, no me gusta ponerla alrededor de la mano, en una pulsera y combinarla al tuntún; me gusta darle su sitio justo. Y luego ya el hecho de que sean prescindibles las eleva a otra categoría; no necesitamos comer dulce pero como se dice a nadie le amarga un dulce. Esa necesidad las hace muy atractivas.

¿Y cuál es la forma de relacionarse con la moda?.
Nosotros sí tenemos un producto de joyería de moda que hasta hace muy poquito no existía. Porque lo que podías encontrar que no era joyería, era lo que encontrabas en grandes almacenes como H&M, en Topshop… Eso era la joyería, y sin embargo no tiene el acabado de joyería pero actuaba así. Es un mercado que se nos está abriendo y tiene muchísimas posibilidades porque el acabado puede ser para toda la vida pero el tema puede ser temporal, momentáneo. Yo creo que esa es la relación que puede tener con la moda, que puede funcionar como algo cíclico. Igual que una camiseta, o un buen abrigo, o unos buenos zapatos. Yo siempre digo que mi producto me gustaría que estuviese en una tienda al lado de unos zapatos de Dr. Martens edición tal o de un Adidas de Watanabe… Ese creo que es el enlace que puede tener, completar un estilismo, una estética o simplemente acabar el look.

Pero algo que tiene positivo la joya es que puede permanecer en el cambiante universo de la moda (cada vez con más colecciones por temporada).
Por supuesto que sí, pero a parte de eso aunque el sistema sea tan rápido eso no quiere decir que el producto sea caduco: comprar un vestido de Stella McCartney te puede durar diez años. A lo mejor lo que sí cambia es el concepto porque nuestra mente sí que va más rápido que el producto, pero al final, lo que define al producto en sí, es que el material sea bueno, que pueda ser revisitado dentro de un tiempo. Evidentemente, lo que nosotros pretendemos de algún modo a parte de estar al loro de cómo el mercado funciona, es tocar temas que aunque se hayan tocado, se ha hecho de una forma sin gracia, porque creo que hay gente que ha trabajado el tema de las pizzas, sin embargo nosotros le hemos completado, lo hemos hecho un conjunto.

Dices que tu joyería «se basa en conceptos e historias».
Nosotros ahora mismo tenemos la colección «Pop Food» inspirada en la comida basura, porque he tenido unos meses atrás en que me ha dado por el pop art y he tenido también una época en invierno de comerme una hamburguesa, no sé… Y de repente, Laura (Soriano, Uke) me regaló esto, el teléfono hamburguesa y dije: ¡Jolín!. Qué divertido sería ver esto en un volumen joya; porque mi cabeza de alguna forma piensa así. Verlo de esta forma, materializarlo, tocarlo; ese es el concepto para mi, desarrollarlo. Puede ser el día de mañana, que te digo yo…, sillas deformes, no sé. Darle forma a eso, pero que todo gire alrededor.

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Foto: Elena Jiménez

El proceso creativo empieza explorando una idea a partir de tus fuentes de inspiración; después la dibujas, das con la pieza…
Por ejemplo para «Pop Food» si que hice bocetos de un banana split; sin embargo después se presentaron muchas complicaciones productivas y en el acabado final de la pieza, dices ostras no la veo. En el papel yo la veía chulísima y en general todo era redondo, pero al final el juego que yo hago en base a la idea es en función de cuatro o cinco cosas, nada más.

Sí, en eso podemos hablar de cierta sistemática de tu trabajo porque tanto en «Pop Food» como en «Strange Magic» seleccionas cuatro símbolos, siempre cuatro.
Sí claro, son cuatro. Lo que pasa que la colección «Strange Magic» pertenece a una línea que tenemos que es más económica. Igual que ésta, la línea que yo llamé los «Collectibles» que son piezas que dentro de una misma colección, puedes mezclar. Son cuatro elementos (rosa, mano esqueleto, esmeralda y pentágono) que puedes mezclar entre sí. Ese era el concepto. A parte de eso, digamos que todo gira en torno a un tema. Además yo tengo mi línea en la que trabajo los animales en la historia, la primera se llamó «Welcome Instinct» y la siguiente verá la luz en la primavera 2014 (y así anualmente) y se basará en los animales de Egipto mezclado con simbología de las flores, el desierto, como si de alguna forma te encontrases un tesoro en el desierto en Egipto. Es una odisea, y bueno, estoy intentando desarrollar este tema que me gusta, que me parece que es muy divertido y al que se le puede dar muchas vueltas.

Los animales siempre están ahí en tus joyas, ¿qué tiene el tema para que te muestres tan fiel a él?
Lo que tiene es que me gusta mucho el realismo, en todo. Soy muy poco abstracta, me cuesta mucho sacar no sé, de una hamburguesa exprimirla, porque pienso que a lo mejor ni siquiera hay que exprimirla. Hay tanta variedad de animales… A parte hay animales que hemos apartado de alguna forma porque son feos o asquerosos, y a mi me gustan, por ejemplo los cerditos. Nos lo han metido en la cabeza y creo que no hay nada en la naturaleza hecho a malas, prefiero encontrarle el punto bonito o transformarlo. Incluso estoy trabajando en los animales deformados o cosas así.

Es decir, geometría como que no…
Estoy mezclando. En la colección que está inspirada en Egipto, ya lo veréis, hay mezcla. Es la fusión de la geometría con lo que podemos tener en la cabeza de lo que significa Egipto, está muy claro: las pirámides, la arquitectura exuberante. Con la naturaleza, el desierto, las flores secas…

Para «Pop Food» has estado revisando el pop art, ¿cuáles han sido las influencias?
Me gusta el pop art pero lo que me gusta es que al final consumimos pop, ése es para mi el concepto. Warhol cuando hizo la lata de sopa Campbell, lo hizo porque era una lata que consumía la gente habitualmente, al igual que la cara de Marilyn, son productos y ese era su mensaje. No quiere decir que ese sea también mi mensaje pero eso es lo que a mi me ha llevado a hacer esto. El consumo casi continuo porque vas por la calle y ves hamburguesas, pizzas… En fotos, escaparates… Porque no trasladarlo a una línea de joyas. Eso ha sido el origen, el alma, no el pop art en sí.

Descontextualizar un objeto de consumo cotidiano a través de un cuadro, una foto… o una joya. Y convertirlo en algo más.
Exacto, el chip que se le encendió también a otros artistas pop.

La campaña publicitaria de «Pop Food» realizada por Elena Jiménez es chulísima. ¿Era vuestra primera colaboración?
Pues no, habíamos trabajado en el anillo-doble murciélago y supongo que más adelante seguiremos trabajando. La campaña es una explosión de comida, es el ansia de quiero todas las bebidas para mi, quiero cuantas más palomitas mejor y lo quiero todo. Es la vuelta de tuerca del pop-art que lleva a desarrollar otras ideas. Hay que mojarse, no hacer lo que te venga a la cabeza pero no darle muchas más vueltas y confiar en ello. Sin contener una estética porque estad limitando lo que puedes dar de si. Por que hacer lo que la gente espera de mi. La gente joven tenemos que dar siempre el golpe en la mesa, no podemos competir con gente que tiene una industria detrás fuerte com para generar continuamente cosas.

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Foto: Elena Jiménez

Y de todo esto tiene culpa tu madre (a los 13 años le regala una caja con cuentas con la que empieza a hacer collares) ¡Qué privilegio tener un oficio que empezó siendo un  juego de infancia!
Realmente, mi madre por ese motivo pero yo creo que mis padres nos han motivado a crear. Mi hermana mayor es diseñadora de moda (Angradema López), mi hermano es artista (Solimán López), y la pequeña que quiere dedicarse al cine. También es verdad que vengo de un pueblo de Córdoba chiquitillo, Pozoblanco, y en los pueblos se tiende de alguna forma a guardar la compostura de las cosas. Yo recuerdo, por ejemplo, cuando mi abuela los domingos se iba a misa y la pulserita, el collar, y sus rulos… Son cosas que forman parte de mi educación y que después con el tiempo, siempre he tendido a embellecer las cosas. Me gustaba también dibujar, copiar ilustraciones de los libros, desde muy pequeña.

¿Nunca has parado de dibujar?
Recuerdo siendo muy chica, mi abuelo que me sentaba y me decía venga, ahora dibújame una gallina. Además en los pueblos, no te queda otra que darle al runrún, imaginar, escribir cosas… He sido también una niña muy solitaria, entonces siempre tendía a pasármelo bien yo sola. Y sí que es verdad, que luego la época de las muñecas me dio fuerte y las tenía a todas bien ordenaditas, con sus vestiditos y demás. Pero al final todo aquello te traslada a esto, a embellecer las cosas, ponerlas en su justa medida. En realidad he estado rodeada de personas creativas. Mi abuelo era artesano del hierro, mi otro abuelo es cantante de música latina, mis padres pintaban… Nos han motivado.Luego también, la experiencia que he visto con mi hermana que se ha dedicado a la costura, la he transformado en hacer algo más refinado.

¿Habéis colaborado alguna vez juntas?
Desde los catorce años, la he acompañado a ferias de moda, a Madrid, a París.

¿Y has hecho alguna pieza para alguna colección suya?
Sí, yo hacía entonces alta bisutería, era madera, cristal…

Porque tú estudiaste en Córdoba diseño de joyería.
Estudié las bases puras y duras de lo que es la joyería. En Córdoba se concentra el 90% de la producción española. Por narices aprendes, pero creo que mi explosión creativa  ha venido después cuando me he encontrado sola cuando me vine a valencia a estudiar diseño industrial; yo ya tenía mi inquietud de no meterme en algo tan cuadriculado, pero pensaba que me podía completar a mi formación de joyería. Al final, me frustró por completo. Y decidí entrar en la Escuela de Joyería Artesanal de Valencia. Y tuve la formación perfecta: los métodos básicos de siempre mezclados con la joyería contemporánea, la perspectiva totalmente opuesta de lo que la producción de significa. Y yo llevaba mucho tiempo sabiendo que yo quería hacer mi línea de trabajo. El tiempo dirá hasta dónde llega.

Empleas como materiales, la plata, el oro… Te gustan las gemas pero opinas que un cristal también puede embellecer.
Es que realmente es todo. Si observas la joyería contemporánea, de los últimos quince años, cualquier cosa es susceptible de ser una joya. Lo que pasa es que vuelvo al discurso de que nosotros hacemos una joyería de moda y que por lo tanto tiene que cumplir unos estándares en cuanto a los materiales para facilitar que la gente lo pueda comprar.

¿Pero te ves explorando nuevos caminos en cuanto a materiales?
Sí me veo. Pero por la necesidad número uno, de hacer algo con los pies en la tierra, te imposibilita hacer otras cosas pero eso no quiere decir que osaría a realizar otros proyectos, ya no fuera de este lenguaje porque es mío, pero si fuera del sistema de comercio, al que estamos supeditados de alguna forma.

¿Es este sistema y las peticiones de consumo los que coartan a un artista?
Yo creo que no, entro en Colette o en otras tiendas y no tiene por qué. Siempre vas a tener la oportunidad a ir a una exposición de un artista y encontrar algo que te deje desencajado. Pero por qué no concentrar en pequeñas cantidades cosas que te sorprendan y que las puedas adquirir fácilmente.

¿Ha cambiado tu predilección hacia una de tus primeras piezas: el anillo ‘The Forever Mouse Ring’ como favorita?
Pues sí, he cambiado de opinión porque al final uno no puede tener favoritismos. Creo que todas tienen su importancia porque si no, no estarían ahí, y muchas veces la pieza que dices no me acaban de convencer, a otra persona le encanta, le vuelve loco. Además para mi es como si fuesen mis criaturas. Lo que sí creo es que esa pieza significó en ese proceso de conformar mi lenguaje, concentra todo: calidad, ironía, originalidad… muchas cosas.

Hablas de ironía, de sentido del humor, ¿piensas que el mundo de la moda se toma demasiado en serio? ¿Te gusta la corriente más surrealista de la moda que inició Elsa Schiapparelli? En definitiva una moda que se ríe de la vida y la hace más feliz frente a un sentido más encorsetado.
Hay público para todo y tiene que haber artistas para todo. A mi me encanta una obra de arte de Dalí y una obra de arte de Velázquez, y son lenguajes totalmente distintos, enfrentados. Es todo tan amplio lo que te puedes encontrar en el mercado que lo original es atreverse a hacer algo. Ahí está el riesgo, en hacer algo que nadie espere. Porque a lo mejor yo estos días que he tenido un poco de dudas. A lo mejor podría haberme mantenido en seguir esa línea más sutil y nostálgica, y sin embargo, le he dado la vuelta a la mesa y he dicho pero ¿por qué?, yo me quiero divertir, quiero aportar cosas aunque me pongan de vuelta y media, y digan ahora ella hace otras cosas. Eso es lo que me sorprende hoy en día porque todo está ya de alguna forma establecido. Crear picos de atención, eso es lo que a mi me gusta.

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Foto: Eva M.Rosúa

Porque quien observara tu evolución podría decir que ha habido un cambio de concepto…
Eso también es la persona y como yo soy una persona que lo doy todo en mi trabajo eso se traslada hasta el final, porque no dejar que eso fluya, porque no contenerme… Eso lo tengo que hacer, sólo que en vez de incluir diez sortijas, incluyo cuatro porque lo concentro todo de alguna forma.

Fabricas aquí en Valencia, esa proximidad es idónea, pero ¿chocas con un concepto tradicional de hacer las cosas?
Soy muy perfeccionista. Los fabricantes no están familiarizados con este producto, buscan el por qué. Ademas en la fabricación artesanal hay detalles que no les importa pero que para mi tienen que ir bien marcados, pulidos, y has de ir repitiéndolo. Es un sector mayor, masculino y en crisis. Y yo soy chica, soy joven… con una personalidad especial. Son sectores muy cerrados, no gusta que entre gente, se mueve mucho dinero por los metales, por lo que significan las joyas y si añades que eres mujer, joven y con un producto novedoso. Los mayores problemas vienen de ahí. Las pautas, tiempos…

Tus canales de venta son Boticca y tu propia web. Al fin y al cabo importa dónde uno vende, donde coloca su producto para prestigiarlo, ¿vendes en alguna joyería en Valencia?
No es un producto que pudiera estar en una joyería. Si hacemos un balance de la ventas, en España tenemos pocas ventas al año. Hong Kong, Singapur, Rusia, Reino Unido, EEUU, Francia… Son los principales países de venta. Esto tiene mucho que ver en cómo funciona España, ahora vamos a tener puntos de venta en Nuovum, Glint Shop, The Box y Samy Road. Además tenemos tiendas físicas que hacen pedidos pero nuestra propuesta es on-line. En España hay poco hueco, no sé si por el producto o porque valoramos más lo de fuera. Pero estamos super contentos de lo que tenemos porque en tres años cada vez vamos a más.

¿Qué te gusta de lo que se está haciendo en España?
Aristocrazy que es el hijo pequeño de Suárez aunque es muy comercial pero es un avance, está en el punto intermedio para desarrollar otras cosas. Y también aunque no es joyería me gusta el trabajo de Andrés Gallardo.

Fuera de España, ¿en quién te fijas?
Para mi el trabajo de la diseñadora de joyas Victoire de Castellane es magnífico son obras de arte en miniatura, si algún día no quisiera seguir con lo, mío la primera puerta que llamaría sería la suya, trabajaría hasta gratis. Y como no, nombrar a Delfina Delettrez  y Bernard Delettrez. Son gente que para mi es inspiradora. También están Maria Francesa Pepe, Eddie Borgo, Stephen Webster… Hay mucha gente. Yo no me comparo a ellos, pero trabajamos temas comunes, de hecho tengo el anillo murciélago que luego me he dado cuenta que Bernard Delettrez tiene una pieza que el día que la vi dije madre mía van a pensar que se la he quitado. Son temas recurrentes.

Y en cuanto a diseñadores de moda, ¿algún nombre que te guste especialmente?
Me gusta mucho la Alta Costura, por supuesto Cristóbal Balenciaga que es ya historia. En un contexto más comercial Vivienne Westwood, Comme des Garçons, Yohji Yamamoto, Raf Simons, y Delpozo.

¿Con qué diseñador unirías tu creatividad?
Tengo muchos nombres en la cabeza, me gusta mucho lo que están haciendo en Kenzo, Sarah Burton en Alexander McQueen… Veo tanto mis piezas en un look aséptico como en un look más divertido, como una explosión.

¿Y adentrarte en volúmenes más grandes?
Depende del propio material. Hacer algo porque tenga un volumen determinado a lo mejor no sirve para nada, no es lo que quiero realmente hacer. A lo mejor me gustaría llevarlo a un punto más extremo, más arte, tengo una idea que podría desarrollar. No puedo contar del más del proyecto porque si no se puede llevar a cabo, sería una pena.

¿Sería para ponerse?
Sí y no (risas)

Dices que «Valencia tiene un nivel de vida que te permite ser feliz con muy poco».
En realidad en casi toda España. Eso tiene que estar acompañado de lo que tú quieres hacer o lo que quieres ser. En este momento Valencia me permite hacer mi trabajo muy bien, tener un espacio en el que puedo concentrarlo todo. Este piso (que es estudio y vivienda) en París por ejemplo, sería algo impensable. Al mismo tiempo la comodidad: tienes el río, te vas a la playa en veinte minutos. Llevo ya casi diez años aquí, o sea que le debo mucho a Valencia.