Me llamo Emilio Sánchez Mediavilla y nací en Santander, en 1979. Soy socio fundador de Libros del K.O. Siempre me he sentido un intruso en todos los oficios que he ejercido. Me falta sacrificio para ser periodista, cultura para ser historiador y paciencia para ser editor. Tengo una hamaca y un plan asombroso para dominar el mundo.
Un diario, en papel, del pasado: Cuando montamos la editorial pensamos que estaríamos todo el día encerrados en misteriosas hemerotecas, descubriendo insólitos diarios del pasado, pero la verdad es que aquí estoy, delante del ordenador, respondiendo a las preguntas de este cuestionario.
Empezaré fuerte y de ahí subiendo: La Ilustración española y americana, de mediados del siglo XIX hasta principios del XX. Tenía una cabecera delirante y sin complejos: una batiburrilo arquitectónico de giraldas, catedrales, ruinas grecolatinas y globos terráqueos. Toda un declaración de intenciones de la confusión promiscua que debe guiar a un periódico. Lo descubrí mientras me documentaba para un trabajo: encontré una crónica sobra la galerna del Sábado de gloria de 1878 que mató a 300 pescadores en Cantabria y País Vasco, acompañada de un grabado de una embarcación engullida por una ola.
Me gustan mucho los avisos del siglo XVI español reunidos en un viejo libro con prólogo de Tierno Galván. Es una mezcla asombrosa de noticias, leyendas y rumores. Hay noticias del frente de Flandes, combates de espadachines de madrugada, caballeros que se cuelan en conventos, escenas de brujería. Y lo mejor: no hay ni una maldita declaración.
Un diario, en papel, actual: Cualquiera que acompañe a un pincho de tortilla. A ser posible, atado con un palo de madera para ondear encima de la barra como si fuera una bandera.
Un diario digital: Todo lo que cabe en un timeline de twitter.
Una revista, en papel, del pasado: Después del postureo de la primera respuesta, seamos sinceros: El País Semanal de finales de los 80 y principios de los 90. Fue mi primera revista. Mi abuelo los coleccionaba y los amontonaba junto a enciclopedias herrumbrosas y tomos ilustrados de cualquier materia: desde el románico palentino a la segunda guerra mundial pasando por la sexualidad humana. En mi recuerdo, asocio el periodismo a hermosos (y pedagógicos) cuerpos de mujeres desnudas.
Una revista, en papel, actual: Una que tenga las entrevistas que realiza Corazón Rural en Jot Down, las tertulias delirantes de El Estado Mental, el tono fanzine(roso) de Vacaciones en Polonia, el tamaño de un Cometa, las portadas de La Luna de Metrópoli, los cuestionarios a editores del KO de Verlanga y la fortaleza financiera de un New Yorker que permita a un periodista trabajar meses en un mismo tema y cobrar fabulosamente por ello.
Una revista digital: Me remito a la respuesta anterior.
Un periodista de siempre Me remito a la la respuesta de mi socio, y sin embargo amigo, Álvaro Llorca: «Quisiera encontrar a una persona desacomplejada como Hunter S. Thompson, con la minuciosidad de David Remnick, con la sensibilidad contracultural de Tom Wolfe, con la precisión de Janet Malcolm, con la visión histórica de Mariusz Szczygiel, con la delicadeza de Josep Pla…»
Un periodista actual: Barriendo para casa: Ander Izagirre, que posee el don de la narración hipnótica del cuentacuentos. Narra con precisión, transparencia y ritmo contagioso. Si Ander escribiera el BOE, la gente lo recitaría en voz en alta antes de dormir. Otra firma es Alberto Arce, para mí el mejor reportero español de la actualidad y, por desgracia, más conocido fuera que en casa. Escribe con el compromiso de George Orwell y la valentía del reportero de guerra.
¿Qué cuatro firmas te gustaría reunir en una publicación? A todos los autores de Libros del K.O., más David Remnick, que es de Debate. Aviso para Miguelón: ojo, que cualquier día rompemos el mercado y lo fichamos.
Un libro sobre periodismo: «La Banda que escribía torcido», de Marc Weingarten. Es una historia del Nuevo Periodismo estadounidese que provoca euforia y ganas de escribir el reportaje del siglo. Es divertido, minucioso y bajo su estructura absorbente de serie de HBO, está llena de ejemplos útiles para el principiante y para el reportero desencantado.
Una película sobre periodismo: «Primera plana», de Billy Wilder, aunque ese periodismo se parece tanto al actual como un jardín inglés a la selva.
Antes, leer la prensa, era… La excusa perfecta para no ir a clase en la facultad de Periodismo.
Ahora, leer la prensa es…Una tormenta perfecta. Se ha perdido en orden y tranquilidad, pero se ha ganado en confusión, lo cual no es necesariamente malo. Por encima del caos y de cierto nerviosismo hiperactivo que hay que aprender a domesticar, tengo la impresión de tener acceso a mejor y más variada información que antes.
Un artículo que te hubiera gustado escribir o leer: ¿Por qué diablos se puso de moda el reloj Casio dorado? La verdadera historia del frustrado asesinato de Franco en la regata de traineras de Concha en 1948.