El primer disco grande de Dual, Nuevos Principios (Peanut Records), exhala mimo por los detalles en todas sus canciones. Pop que acuna melosamente cuando se decanta por melodías más acústicas y rock vital, con una tendencia nada dismulada a agitar los cuerpos de la gente, cuando las cuerdas de los instrumentos piden paso. El 12 de enero lo presentan en la sala Wah Wah junto a Júlia. Su cantante, y guitarrista, Alain Dupláa selecciona para Verlanga sus favoritos musicales.
Una canción:
Comfortably numb, de Pink Floyd.
Soy el menor de 4 hermanos y recuerdo de pequeño poner sus casetes y discos cuando estaba en casa. Por un lado estaba la música de mi hermana que era Luis Miguel y Alejandro Sanz y por otra la de mis hermanos, que iba desde Bryan Adams a Pink Floyd. The wall me maravillaba y me aterraba a partes iguales (no era el disco más adecuado para un niño de 8 años, viéndolo en retrospectiva). Pero entre todas las canciones que conformaban el álbum había una que englobaba estas dos emociones anteriores: la parte cantada por Roger Waters era cruda y sombría y la de Gilmour todo lo contrario. Se me pone la piel de gallina cada vez que escucho You are only coming through in waves / Your lips move but I can’t hear what you’re saying. Una obra maestra con el mejor solo de guitarra que he escuchado en mi vida.
Un disco:
Dynamo (Soda Stereo, 1992).
Ser el dueño de una cafetería que se llama Cerati Café y no hablar de Soda Stereo ni de Cerati es un pecado. Dynamo es el disco “raro”, el de la experimentación y lo onírico. Un disco del 92 que sigue sonando a nuevo, a fresco, con canciones magistrales como Primavera 0 y, mi favorita, En remolinos. Un “patito feo” que con el tiempo se convirtió en “álbum de culto”. Para mí el disco más sincero de la banda.
Un concierto:
The Wall, Roger Waters (Palau Sant Jordi, 29 de marzo del 2011).
Perdón por ser tan repetitivo, pero me estaría engañando a mi mismo si no eligiese este concierto. Compré la entrada ni bien me enteré y la conservo como “oro en paño”. Un concierto increíble (aunque no estuviese Gilmour) en el que lloré y canté como nunca y, por encima de todo, comenzó mi relación con la que hoy es mi mujer. No tengo más preguntas, Señoría.