Hugo Mas es arrollador en el buen sentido del término. Ya sea en solitario o en proyectos compartidos con Arthur Caravan o Cavallo, dota de tan fuerte personalidad (y no solo por su inabarcable voz) a las canciones que resulta muy difícil mantenerse alejado de ellas. Aquí van sus favoritos:
He de decir que, aunque parezca extraño, nunca me había cuestionado cual era mi disco, mi canción o mi concierto preferido. Y me ha costado toda una noche intranquila aproximarme a las respuestas. Digamos que siempre he concebido el gusto, el amor, la emoción como algo terrible e inevitablemente dinámico, así que mi reflexión ha desembocado en intentar extraer de la memoria aquellas creaciones que tuvieron un valor trascendental en mi gusto musical y que, seguramente, marcaron mejor que ninguna otra, el trabajo ‘musical’ que he hecho a partir de entonces. Entrecomillo la palabra ‘musical’ con total intención, porque nunca me he considerado realmente un buen músico, sino una aproximación.
Un concierto:
El concierto que más me ha gustado ni siquiera sé quién lo ejecutaba, sería alrededor del año 1994, en el Teatro Calderón de Alcoi. Habían regalado unas entradas para ese concierto a mi instituto, nadie las iba a utilizar y el profesor de francés me las ofreció, pensando que quizás me interesaría. Nunca había ido a la ópera. Nunca he vuelto a escuchar nada similar, y nada me ha impresionado tanto como aquella tarde lo hizo «Tosca», de Giacomo Puccini. Y es triste, pero ni siquiera sé qué orquesta la interpretó, quién fue la soprano, ni quién el tenor. Realmente las razones trascienden lo musical: la puesta en escena, la interpretación, el vínculo de la música con el teatro, con la literatura, desde entonces siempre me ha gustado esa vertiente de la música, la que necesita de una verdadera interpretación, la que la concibe como un arte escénico.
Un disco:
«Songs of Leonard Cohen» (Leonard Cohen, 1967).
El disco que, también por aquella misma época, más me gustaba, y que nunca he dejado de escuchar, era “Songs of Leonard Cohen”, su primer álbum. Seguramente ningún otro ha marcado tanto mi manera de entender la música como ése, partiendo ya desde la propia manera de proceder de Leonard Cohen, que siempre ha musicado sus poesías escritas (y publicadas muchas veces) con anterioridad. La profundidad poética y la complejidad de sus textos, la sencillez de las melodías, la sobriedad de los arreglos y, por último y en concreto, un coro casi desafinado, como cantado por un borracho desesperado, en el último tema del álbum («One of Us Cannot be Wrong») recogen mucho de lo que una y otra vez vuelve a mi cabeza cuando me siento a escribir canciones.
Una canción:
«L’Infinito», de Vittorio Gassman (adaptación de un poema de Giacomo Leopardi).
Y, consecuentemente, la canción, si se puede llamar así, también es de esa época, estaba en un álbum que me regaló un profesor de literatura del mismo instituto. Era un disco doble de Vittorio Gassman recitando poemas de Giacomo Leopardi sobre unas bases de piano y guitarra, creo recordar. Debía ser de los primeros cortes, porque aunque todo el disco era sobrecogedor aun no entendiendo italiano, cuando escuché la voz de Gassman recitando «L’Infinito» pensé que eso mismo era lo que yo quería hacer, la escuché en bucle durante semanas, y me puse a musicar mis propios poemas. Desde entonces nunca he dejado de hacerlo, con mayor o menor fortuna, en todos mis trabajos. Que el poema de Leopardi sea uno de los mejores poemas de la literatura italiana no pudo influir especialmente en que me gustase, porque apenas lo entendí, pero con ese tema descubrí el poder incuestionable de la voz humana, y cómo puede ser modulada y matizada para emocionar a quien la escucha, incluso sin entender apenas el texto. Descubrí ese comportamiento transfronterizo que puede unir la literatura a la música, tan cuestionado tantas veces y tan atractivo tantas otras. En el fondo, descubrí la voz como instrumento. Hoy día se llama Spoken Words. En fin, que recitar poesía se ha convertido en un género musical, y me parece muy bien.
Hugo Mas actúa el jueves, 3 de mayo, a las 20.30h, en Mar d’Amura. 5€.