Tres barrios (Benimaclet, Patraix y la Malva-rosa), un músico (Gilbertástico) y un festival (10 Sentidos). ¿Cómo sonarían esas zonas de la ciudad si fueran una canción? ¿Se puede construir su historia colectiva a través de recuerdos auditivos?
A partir de esas dos cuestiones, el certamen valenciano (que se celebra del 4 al 21 de mayo) y Gilberto Aubán, han puesto en marcha La verbena del tiempo, un mapeo sonoro de la ciudad, un algo mezcla de curioso experimento, sociología a pie de calle (vamos, la buena) y música en directo. Durante tres viernes seguidos se podrá comprobar el resultado. 5 de mayo en la Plaza de Benimaclet, el 12 en la Plaza de Patraix y el 19 en el Parque de la Ermita de Vera en la Malva-rosa. Siempre a las 20.30h.
Gilberto contesta nuestras preguntas vía whatsapp.
¿Qué es La verbena del tiempo?
Pues, como su nombre indica, es una fiesta, en una plaza de un pueblo, donde la gente se reúne para pasarlo bien, escucha música y toma unas cervezas. Lo que la convierte en “del tiempo” es que lo que vais a escuchar allí son las voces de las vecinas y vecinos que pueblan estos tres enclaves de la ciudad, quienes cuentan su historia y su relación con el pasado, presente y futuro del lugar. Estas irán flotando sobre unas composiciones hechas con sonidos que he ido grabando en los barrios: tranvías, fuentes, mercadillos, la playa, puertas que se cerraban en las calles, habichuelas cayendo dentro de una bolsa en tiendas a granel, campanas de iglesias, niñas y niños jugando en inocente algarabía, el hombre que toca la trompeta en la esquina de la avenida, palomas ululando en un parque mientras pelean por pan… Cosas así
¿Por qué esos tres barrios?
Todo nace a través de las responsables del Festival 10Sentidos, que siempre tienen incluída en la programación unas verbenas, mitad en el sentido tradicional de las mismas, mitad obra experimental, y sobre todo con la intención de que sea un proyecto colaborativo con el vecindario. Ana, Meritxell y Alba me lo propusieron y tras unos días dándole vueltas pensé que fuera el propio barrio lo que sonara en la fiesta, una especie de metaverbena.
Los lugares estaban elegidos cuando me llamaron, pero creo que su selección se debe a que son zonas con mucha personalidad e historia, otrora independientes de la Valencia más central, y donde la cultura de barrio está muy presente.
¿Cómo lo has llevado a cabo? ¿Cómo ha sido ese proceso de documentación, conocimiento, inspiración?
Pues mira, yo que soy un poco boomer, quería dármelas de moderno e hice una convocatoria abierta que distribuimos a través de las asociaciones de vecinos en los tres barrios, para que la gente me mandara audios de whatsapp contándome lo que quisiera. No te voy a negar que al principio ha costado un poco porque, creo, la misiva era como un folio de texto explicando el proyecto. Ante la poca respuesta llegué a la conclusión de que era demasiado larga para estos tiempos en los que vivimos todos sobreestimulados e hiperconectados. Sin embargo, después, poco a poco empezó a correrse la voz del proyecto y gracias a la ayuda de algunas personas residentes (y de personal más joven del festival como Gloria, David y Juan) se ha ido ramificando y me han llegado todo tipo de relatos. De hecho, mientras te escribo estas palabras me está sonando el teléfono con nuevas historias.
¿A qué suenan Benimaclet y Patraix y la Malva-rosa?
Pues prefiero que lo veas allí, pero lo que sí que tienen en común es que son barrios con un aire ancestral, con una frecuencia suave y cotidiana de martes por la mañana, así como, cada uno a su manera, otra onda herziana más de fin de semana o día festivo. Sí que puedo avanzar que la colaboración vecinal se va a extender hasta la música en directo, pues a la Malva vendrán las alumnas de la Escuela Alejandra García a acompañarnos con su música, y en Beni contaremos con la presencia de Juan Oso, el rey de las jams de la zona, a los que me uniré con el piano, por supuesto. ¿Te lo había dicho? Al tiempo que suena la música estaré tocando el teclado.
¿Cómo interactúa este proyecto con tu trayectoria musical?
Ha sido como sumergirme en una piscina de bolas donde las bolas son cubos y donde las cosas duras son blandas. Una experiencia estimulante, enriquecedora y totalmente nueva, en la que yo como artista soy un mero bibliotecario, al mismo tiempo que un anfitrión sonoro que recibe invitados, pues el verdadero protagonismo lo tienen el barrio y sus habitantes, así que una verdadera maravilla.