Dice Rober!, de Atom Rhumba, en la revista Ruta 66, que las entrevistas a músicos no sirven para nada, que el 99% no aportan gran cosa. Aullido Atómico pertenecen al otro 1%. El trío formado por Don Rogelio J, Quique Gallo y Jussi Folch han grabado el mejor disco de su carrera, Decadencia (Discos de Perfil, 2017). De él, de su paso por el estudio La Mina de Sevilla, de los coros y los bailes, de Extremoduro y de aprender a tocar el violonchello, de sus pasados musicales y de muchas otras cosas más hablamos con ellos.
Tres discos grandes (Asalto al corral, 2014; Todo y ahora, 2016; Decadencia, 2017), tres sellos (Discos Calamidad, Hurrah Música, Discos de Perfil).
Don Rogelio J- Nadie nos quiere (risas).
Quique- Es verdad, no había caído.
DR- También hay un ep que sacamos con Folc Records.
Q- Folc Records se encarga de la distribución de Decadencia.
Jussi- En ese sentido hay cierta continuidad. En realidad, nosotros cuando vamos a sacar un disco nuevo miramos qué sellos de amigos hay por ahí, o de gente que puede estar interesada, y se lo proponemos.
DR- Este último lo ha sacado un gran amigo nuestro, Eduardo Guillot, en su sello Discos de Perfil, que tiene una forma de trabajar que nos gusta mucho.
J- Todo muy mimado, muy cuidado, edita muy pocas cosas al año.
¿Por qué elegisteis a Raúl Pérez (Pony Bravo, Guadalupe Plata, Novedades Carminha) como productor ?
DR- Nos habló de él Macky, que tocó en Mostros, una banda de Mallorca, y que ahora tiene un proyecto llamado Macky O Spoken System. Vino al Tenderete y se alojó en mi casa. Le comenté que estábamos buscando un estudio donde grabar y me habló del de Raúl. Yo no lo conocía.
J- Además, en ese mismo Tenderete, Oskar Benas, también nos lo recomendó porque había grabado allí con Maika Makovski.
Q- Nosotros no conocíamos el sitio, buscamos información sobre él y nos pareció bien.
J- Raúl también nos estudió un poco, nos pidió una maqueta previa para ver lo que queríamos grabar. De hecho, cuando llegamos nos había preparado un set personalizado a cada uno.
DR- Un tío muy profesional. Nos había preparado el equipo que él pensaba que íbamos a necesitar y fue el que acabamos usando.
J- A Quique le consiguió una batería muy similar a la suya, que además es una batería muy peculiar.
DR- Para él creo que fue un reto personal ver si podía grabar y mezclar tal cantidad de temas, con la calidad que él quería, en solo cuatro días.
J- Fue todo un descubrimiento.
DR- Cuidaba todo mucho. Por ejemplo, la voz. Nosotros grabamos todo en directo y después, por separado, la voz. Es la vez que más a gusto he grabado una voz. Me encantó. Era en una habitación separada, sin pecera ni nada, con una iluminación especial y solo hicimos dos tomas de cada canción.
J- Durante toda la grabación supo crear ese ambiente relajado y estuvimos muy a gusto. Que cuando hemos grabado en Music Rooms, con Carlos Ortigosa, también lo hemos estado, pero en esta ocasión queríamos vivir otras experiencias. Estar cuatro días en un sitio encerrados, apartados y …
DR- Desvincularnos de todo y centrarnos solo en grabar. Como en la película Frank (Lenny Abrahamson, 2014), que va de una banda sin éxito como nosotros (risas), que hacen eso, pero en vez de cuatro días están un año (risas).
Q- Nos llevamos, también, una paella. La plantamos al lado de la piscina que tenía el estudio y el último día cuando él estaba mezclando y no nos necesitaba, hicimos una paella para comer y un arroz del senyoret para cenar (risas). Él flipaba.
Es el disco en el que la voz de Rogelio suena mejor.
DR- Pilló perfectamente lo que queríamos hacer. Fuimos con la producción muy clara y lo entendió muy rápidamente. No hubo que decirle prácticamente nada. Hay unos arreglos muy sutiles, que no se notan mucho cuando escuchas el disco, pero que le dan un rollazo… Y eso fue todo propuesta de él, unas percusiones, dobles guitarras,… y aportan lo que nosotros queríamos sin nosotros saberlo.
Hay cierto consenso en que es vuestro discos más abierto a nivel sonoro, pero esa amplitud de miras siempre ha estado ahí, ¿no?
DR- Sí, pero ahora es cuando la gente lo ha entendido. No por culpa de la gente, sino nuestra. También es verdad que llevamos mucho tiempo tocando juntos y se notan las influencias de cada uno.
Q- Aullido Atómico, desde el primer disco, ha sido una banda de melodías, de melodías pop.
DR- Pop de popular.
Q- Me refiero a nivel de melodías. Siempre las hemos buscado.
DR- Melodías que fueran tarareables.
Q- Las canciones son tres o cuatro acordes, una melodía por encima, los cambios y ya está. En este disco sí hay un paso adelante, pero como consecuencia de haber estado mucho tiempo tocando juntos. Cada uno tiene claro su rol en la banda y en este disco sí que es verdad que es en el que los tres hemos aportado más y sin ideas preconcebidas. Es el trabajo más conjunto que hemos hecho.
DR- Volviendo a la pregunta, sí, es lo mismo que hemos hecho siempre, simplemente mejor porque tenemos más herramientas y lo hemos sabido llevar mejor a cabo.
J- Entendiendo como herramientas el conocernos más y mejor.
Q- Para mí es el disco en el que más nos hemos centrado en las melodías, en los coros,…
DR- El hecho de hacer las maquetas previas pulió un montón los temas.
Q- Al oirlas luego en casa descubríamos donde podían entrar unos coros, el falsete,… y eso enriquece mucho el resultado final. Antes era algo que dejábamos pasar por alto.
J- Eso era algo que hacíamos más en el directo. Tocabas y probabas cosas. Ahora todo eso ya está más pulido. Ahora en directo hago algunas pruebecillas, pero no es lo de antes.
Q- Antes me llevabas loco, cabrón (risas).
Como novedad sí que se perciben ciertos aires latinos en Dentro del vergel.
Q- Por supuesto.
J- Es que nos flipan. A mí, todo el afrobeat de finales de los 60 y 70, el rollo salsero antiguo,… siempre me ha gustado. Sobre todo esos bajos superespesos, con ritmos superfrescos, que son un combo explosivo brutal. Además es que con el rock and roll y la fiesta encaja perfectamente.
Q- Hacer algo así le da personalidad a la banda, saliendo del que pudiera ser su hábitat natural. Ese tema que dices, la instrumental Trópico Basura con aires sudamericanos o Bandolero que tiene algo de r’n’b y de mambo.
J- Dentro del vergel fue, además, una canción que nos costó bastante, no había manera de sacarla adelante.
Q- Era una pachanga.
J- Hasta que Rogelio le metió la cejilla e hizo los menores.
DR- Yo estaba emperrado con un ritmo, pero estos decían que era una mierda. Y era una mierda realmente. Un día lo probé con la cejilla abajo, haciendo los menores, y salió.
Q- Mi ritmo con la batería era una pachanguilla y cuando hizo lo de la cejilla pensé en reguetón y para adelante (risas).
J- Me acuerdo que dijiste “¿Esto no es muy reguetón?” y yo te dije sí, por eso precisamente mola (risas).
Q- Claro, ¿por qué no?
DR- Son herramientas que tenemos ahora porque nos conocemos más y somos capaces de descartar cosas que no funcionan y buscar otros caminos.
J- A alguien le puede parecer que se escapa de nuestra línea estilística, pero no se escapa de lo que es nuestra búsqueda como artistas.
Q- No queremos etiquetarnos en un género y con este disco creo que queda muy claro. Es un disco de rock and roll, porque bajo esa etiqueta cabe todo, pero sin que se identifique con lo que normalmente se considera como tal.
Por otra parte habéis abandonado los sonidos más oscuros, que podrían remitir a, por ejemplo, la primera etapa de Gabinete Caligari, que se encontraba en canciones como El gran final o Imagen de extrarradio.
DR- Hay quien nos ha dicho que hay postpunk en Decadencia. Yo no lo veo.
Q- Igual esa oscuridad esté en Coca Cola Revolution como mucho.
J- En este disco esa parte oscura está en el título, Decadencia. Mola porque tiene la contraposición de que todos los temas son de acordes mayores, tienen ese punto más positivo por llamarlo de alguna manera en las melodías, pero para nada en las letras o en las intenciones.
¿Qué pensáis que aportan los coros a las canciones para que los uséis tanto?
J- Me parece que hay pocos (risas).
Q- ¿Conoces a una peña que se llaman The Beach Boys? (risas)
J- Nos han llamado (risas).
DR- Es una de las herramientas que teníamos más claro que íbamos a usar en este disco. Somos tres, hay que hacer arreglos y no podemos, porque no nos podemos flipar metiendo dos guitarras que tengan mucho peso porque después a los directos no lo vamos a llevar. Y los coros, hasta ahora, tampoco los habíamos utilizado mucho.
Q- Siempre han estado ahí, pero no tanto.
J- Es que cuando escuchas la canción notas que te los pide. Se agradecen mucho, por ejemplo, cuando Rogelio está cantando en tonos más graves, que Quique haga un falsete y yo me quede como más lineal.
Q- Un trío es lo que tiene que hacer. Enriquece mucho. Y en este disco nos hemos centrado en meter más.
DR- Hemos comprado cables y micros para hacerlo bien hace poco. Favorecen nuestra filosofía de que sean melodías reconocibles, tarareables,…
Q- Por eso decía antes que en realidad es música pop. ¿La música pop qué es? La búsqueda de la melodía.
DR- A mí me recuerda, también, el rollo Street Punk o el hooliganeo que tiene mucho coro.
Q- Sí, estoy de acuerdo, a mí me encanta ese rollo, rollo Undertones. The Undertones serían una de las referencias para mí.
¿Aullido Atómico es en definitiva un grupo para bailar?
J- Totalmente.
DR- En un directo lo que buscamos es pasarlo bien, la gente y nosotros. Como decía Tom Waits, nos encantan canciones con melodías alegres y letras terribles. Pues es eso, llevado a la fiesta.
Q- Un concierto debe de ser un sitio de resistencia. Un punto de unión y comunión entre gente que quiere escapar un poco de todo lo que le oprime. Por eso, que sea algo festivo y enérgico es obligatorio.
DR- No es mi revolución si no puedo bailar, que decía Emma Goldman.
J- Y no hay que olvidar la libertad que da el baile.
Q- Eso nos conecta con nuestros africanos interiores. Somos todos negros de la hostia (risas).
En Tumba Swing (grupo en solitario de Don Rogelio J en el que ocasionalmente colaboran Quique y Jussi) hay una parte de show entre canción y canción que de alguna manera ha acabado llegando a Aullido Atómico.
DR- Lo hacemos menos y está más hilado. Normalmente solo en un par de momentos, porque los conciertos de Aullido Atómico son muy ramonianos en el sentido de empalmar los temas. Y como tampoco son muy largos…
Q- Es una parte importante del show del grupo y la gente lo demanda. A mí me encanta. Y cuando me canso meto ruido desde la batería y lo corto (risas).
DR- Normalmente lo improviso, pero cuando surge una historia guapa me la guardo. Ayuda a veces también a explicar de qué va la letra de una canción porque en directo no se entienden bien y si no conces a la banda se puede perder el tono irónico de muchas de las cosas que cantamos. Y la gente lo agradece.
Después de tres discos, si echáis la vista atrás, ¿qué recordáis de vuestro primer álbum?
DR- Que fue todo muy rápido.
Q- A los dos meses de estar con ellos grabamos el primer disco. Fue una cosa muy loca.
DR- Sabíamos lo que queríamos hacer, pero no cómo hacerlo. Pero la esencia era la misma que ahora.
Q- Tiene su encanto.
DR- Es muy limpio. Lo grabamos en directo y no sonábamos así. Pero suena mejor de lo que debería sonar (risas).
Q- También lo grabamos para poder girar por ahí. Y en ese sentido sí que lo conseguimos porque hicimos un montón de bolos. En defensa de ese disco hay que decir que hay temas que aún tocamos. El problema fue que a veces nos puede la ansiedad.
DR- A veces no, siempre (risas).
J- Yo no grabé ese disco. Cuando lo escucho, sí percibo que es algo distinto a la banda como la conozco desde que entré.
DR- Es muy diferente porque la banda nunca fue como en ese disco.
Q- Es que realmente no había banda.
DR- Eran unos temas que tenía y se los enseñé al resto. Estaba Quique a la batería y Galbis, de Los Tracahombres, al bajo.
Q- Yo respeto mucho ese primer disco. Refleja nuestra actitud del momento, la urgencia de grabar y girar.
¿Habéis estado tentados de volver a grabar alguna de esas canciones?
Q- No.
DR- Yo sí lo he pensado alguna vez (risas).
Q- Olvídalo, hay que mirar al futuro, nunca al pasado.
J- Y con la explosión creativa que hay ahora en el grupo igual es algo innecesario.
DR- Yo lo regrabaría entero (risas).
La portada de aquel primer disco también marca una diferencia de diseño respecto a los otros dos posteriores.
DR- Fue voluntario, para intentar diferenciar claramente Aullido Atómico de Tumba Swing. Desde ese disco, las portadas son diseño mío, pero no la gráfica.
Q- Forma parte de la evolución que ha tenido la banda. Todo ha seguido un camino que nos ha llevado a donde estamos ahora.
DR- Al principio es que no había banda, era yo intentando hacer una banda.
J- Yo desde que entré he tenido libertad creativa, sin que hubiera nada preestablecido.
DR- No es que la tuvieras, es que te la exigíamos.
Vamos más atrás en el tiempo, ¿cuál es vuestro primer recuerdo musical?
DR- En mi familia hay muy poca cultura musical, por no decir ninguna. Solo recuerdo un maletín de metacrilato lleno de cd’s. Estaba The Wall y mucha caspa. Pero es un recuerdo más visual que musical porque nunca se oían. Y luego la radio y la televisión. El solo que se hace Michael J. Fox en Regreso al futuro…
J- Era Johnny B. Goode.
DR- Exacto. Los primeros recuerdos son más visuales. Y después en la adolescencia ya empecé a escuchar punk y otras cosas más comprometidas.
J- Mi caso es diferente. Vengo de una familia muy grande, tengo muchos hermanos y hermanas, y había una cosa que estaba muy definida y diferenciada que era la música de mis hermanos mayores y la música de mis hermanas mayores. Ellos escuchaban a Motörhead, Iron Maiden, cosas muy metaleras, también a Hendrix, Def Leppard, Iron Butterfly. Ellas a The Beatles, Bob Dylan, Roy Orbison, Tom Petty… Yo, como soy el pequeño, lo recibí todo (risas). Teníamos en casa un tocadiscos viejo y a los tres Bob: Bob Dylan, Bob Marley y Bo(b)ney M (risas). Mi hermana tenía una guitarra y se sabía tres acordes que valían para los tres. Nos los aprendíamos todos y tocábamos y cantábamos esas canciones. Luego, más tarde, pues ya te van llegando otras músicas, empiezas a tocar con colegas y hasta hoy.
Q- Tengo muy marcados mis primeros recuerdos. Mi padre era muy fan de The Beatles. Recuerdo mucho a John Lennon y una canción que me flipaba, Woman. Luego me junté con mi primo, que era unos años mayor que yo y que fue con quién empecé a tocar la guitarra, y a él le encantaba cosas de los ochenta como Gabinete Caligari, Loquillo,… Y también The Doors. Me crié con eso (risas). Después me metí a saco con Extremoduro, que me gustaban mucho y me siguen gustando. Y cuando ya empecé a tener un poco más de cabeza (risas) ya me tiré a mis rollos más negros.
¿Cómo pasatéis de escuchar música a tocarla? ¿Cuáles fueron vuestros primeros instrumentos?
Q- Yo lo primero que toqué fue una guitarra española. Luego me pillé una eléctrica y un ampli, pero como veía que no, lo vendí y me compré una batería (risas). Años depués la regalé y siempre me he arrepentido.
J- Heredé, de mi hermano Marc, una guitarra Aria Pro 2. Se la compró cuando hizo la mili en Melilla. Le puteaban mucho y le tocó hacer muchas guardias por la noche en una garita. Preguntó si podía tocar la guitarra mientas estaba allí y le dijeron que mientras no saliera de la caseta que hiciera lo que quisiera. Nunca aprendió a tocarla y me la regaló. Pesa más que todos los instrumentos que tengo juntos. Esa guitarra la intenté tocar en una banda con cuerdas de bajo, pero aquello sonaba fatal y la guitarra se doblaba y acabé buscando un bajo.
DR- En mi casa había una guitarra española, regalo de la comunión de mi hermana. Nunca en la vida estuvo afinada. Yo le ponía interés e intentaba sacar algún sonido, alguna nota, pero sonaba fatal y nadie tenía ni idea de como afinar aquello. Al final se rompió. Después fui al Conservatorio de Mislata y toqué el violonchelo dos años (risas).
Q- Yo me enteré de eso el otro día.
J- Yo me acabo de enterar (risas).
DR- Me acabaron echando porque no aprobaba. “Este niño no tiene oído” le dijeron a mi madre y tenían razón. Ya con 16-17 años me compré mi primer equipo de voces, que aún lo tengo, y una guitarra. Y hasta hoy.