Javier Marcos es uno de los músicos más activos del panorama musical local. Galope es su proyecto personal. El refugio en el que da rienda suelta a las melodías que se cruzan en su interior. Sacarlas, mimarlas, moldearlas, transformar esas ideas primigenias en canciones, para después compartirlas, es su misión. Composiciones tranquilas, pero que no se dejan vencer por el conformismo, salpicadas de destellos nerviosos que marcan un camino sin vuelta atrás. Un disco grande y un disco pequeño conforman por ahora un legado que, pronto, tendrá continuidad.
¿Cómo va ese segundo disco?
Ahora mismo Galope está en un momento muy chulo. Gracias a la producción de Sergio Devece y Josele (Elle Belga) hemos hecho un Lp bonito. Hay muchos espacios distintos dentro del disco, aunque siempre bajo la misma sombra. Sergio me propuso grabar todas las canciones en directo con guitarra y voz, sin claqueta, y añadir la primera o segunda toma de cada elemento nuevo (bajo, bateria, etc.) y así hicimos. Esta forma de grabar le ha dado un carácter muy fuerte. También han dejado su huella en un par de canciones Fany (Elle Belga) y Ángela (Lanuca), a las que agradezco enormemente su esfuerzo y su implicación.
Ya está listo para la edición, solo falta un o una amante que lo quiera.
Hasta ahora lo más reciente es un ep digital en el que interpretabas cinco canciones de Ontario, ¿cómo surgió la idea?
No tenía intención de que fuese un disco en si mismo, más bien era un guiño a mis amigos. Ontario significó mucho para mí en lo personal y en lo musical. En esta banda tocaban Gonzalo (El Ser Humano) y Juan Terol, con los que poco más tarde fundamos Trinidad, con David Campillos al bajo. Me encontré con grandes personas, aquellas de las que quieres que formen parte de tu vida para siempre. Así que, en las pausas de vigilante nocturno, decidí coger la guitarra y grabar algunas canciones suyas con una grabadora.
«Bendito tus ojos» ya tiene año y medio. ¿Cómo lo ves si lo escuchas ahora?
Me gusta como quedó y lo quiero tal cual está, con todos sus aciertos y todos sus errores. Marcó una senda que me gusta recorrer. Creo que se acerca mucho a lo que quería hacer en aquel momento.
Llama la atención, la presencia que tenía la voz en las canciones, ¿querías que tuviera el mismo protagonismo que cualquier otro instrumento o el objetivo es que se entendieran las letras?
Lo cierto es que cantar me resulta difícil, no tengo una gran técnica, pero para este proyecto es necesario acompañar con palabras el estado que quiero trasmitir con la música y poner ambas partes al mismo nivel de importancia. Darle un contexto al sonido dentro de una historia hablada.
Demasiado ruidoso (en ocasiones) para el slowcore, demasiado melódico (a veces) para el post-rock, ¿dónde podemos ubicar a Galope?
No tengo ni idea. Siempre he dicho que es un rock un poco mohoso. Me gusta mucho las canciones pausadas e intensas, pero también necesito liberar muchas cosas a través del sonido distorsionado y fuerte, así que supongo que me dejo llevar sin pensar demasiado. Si me hace sentir en paz, después de tocarlo, lo doy por bueno.
Da la impresión que disfrutas mucho del proceso compositivo. ¿Te cuesta dar por acabadas las canciones? ¿Cuándo consideras que ya no hay nada que añadir ni darle más vueltas?
Me encanta hacer canciones. Empiezo por componer la música, dejándome llevar por el ambiente que quiero generar. Después dramatizo y exagero todo lo que puedo, y una vez sé hasta donde puedo llegar, empiezo a construir el discurso desde la base. Lo más complicado son las letras. Sacarle las palabras a la música para que hablen juntas me resulta siempre conflictivo. En este paso, sí dedico mucho tiempo.
¿En qué medida beneficia a Galope tu participación en otras bandas (Spheniscidae, Mist, La Muñeca de Sal, Nanga Parbat, Trinidad y The Seafood Special)?
Me beneficia mucho. No se trata de hacer un trabajo, me gusta implicarme de manera emocional, me gusta sentirme parte del todo. Tocando con otras personas aprendo a moverme dentro de otro contexto y a expresarme en él. Y esas relaciones siempre calan y no es raro que de alguna manera afloren en mis propias canciones, a mi manera.
¿Cómo ves la escena valenciana?
Es una pregunta muy difícil de responder. Está muy bien en muchos aspectos y a la vez está muy fragmentada. Me da la sensación que se ha dividido en diferentes ligas en vez de generar un espacio común. Las salas están jugando un papel imprescindible, se han convertido en el hilo que cose la música, y hay algunas que hacen un esfuerzo increíble para que esto pase, para dar cabida a todo tipo de propuestas. Creo sinceramente que hay que estar más orgulloso de lo que se hace en estas tierras.