Daniel Rosell tiene dos discos, distintos pero coherentes. El primero, «Algo intuitivo», autoeditado, cantado en castellano, lo emparenta con Caetano Veloso o Silvio Rodríguez. El segundo, «Hakone» (Mésdemil), integramente en valenciano, sigue la estela de Bon Iver, el Josh Rouse más austero e incluso Senior. Ambos coinciden en la facilidad de Rosell en facturar canciones.
Dos discos, uno en castellano, otro en valenciano. ¿Por qué se produjo el cambio?
Empecé cantando en castellano porque a través de la guitarra clásica, que es lo que estudiaba en un principio, llegué a los cantautores sudamericanos (Baden Powell, Pixinguinya, Vinicius de Moraes, Silvio Rodríguez, Jorge Drexler…) y cuando uno empieza y con estas influencias pues es inevitable llegar a lugares comunes empezando por la lengua. Así compuse «Algo intuitivo», un disco del que estoy muy contento y no reniego para nada. De hecho, hay canciones como «Vengo hasta aquí», «Dudas» o «Déjate llevar» que no sé ni cómo las hice, la verdad… En ese momento estaba muy centrado en la composición y menos en la producción. Hay que decir que lo vendí muy mal, realmente es que no llegó a la gente, pienso yo. Por aquel entonces ya tenía canciones en valenciano, que cantaba en los conciertos, pero no las incluí en el disco por lanzar un mensaje claro y no marear al público.
Luego empecé a pensar en hacer más lo que me daba absolutamente la gana y no quedarme encasillado en un tipo de música que, aunque me gusta mucho, solo daba a entender una parte pequeña de lo que a mí me interesaba musicalmente hablando. En ese punto empecé a pensar que tan importante es lo que dices como el cómo lo dices, incluso que en el cómo está el qué y por eso decidí producirme yo mismo el segundo disco.
Y el tema de pasarme al valenciano, pues supongo que para abrirme musicalmente me resultó más sencillo hacerlo en mi lengua materna, como que me sale más natural, también al ser un disco más personal, soy más yo mismo. Además es que como siempre estoy tocando en València o Catalunya pues me siento más cómodo cantando en valenciano, la verdad.
¿En qué lengua estás componiendo actualmente?
Pues ahora sigo componiendo en valenciano, porque como lo que busco artísticamente es ser yo mismo al máximo, para intentar ser lo más original posible y aportar algo a esto del arte que, al final es de lo que se trata, la lengua en la que menos tengo que procesar mi subconsciente, que es de donde salen ahora mis canciones, es el valenciano. Tampoco descarto componer en castellano o en inglés, no tengo mucho prejuicio sobre las lenguas, al final valen para comunicarse. Es cuestión de en qué lengua eres más auténtico y normalmente suele ser tu lengua materna.
Otra de las diferencias entre ambos discos es sonora. En «Algo intuitivo» hay ciertos aires tropicales, brasileños, sudamericanos, mientras que en «Hakone» resulta todo más cercano a las coordenadas folk de raíces americanas, incluso con ciertos apuntes pop. ¿A qué es debido?
Creo que tiene más que ver con un crecimiento o una apertura del espectro musical que me hizo pasar de donde yo venía, la guitarra clásica, a simplemente cualquier sonoridad que me gustase sin más prejuicios. Es que me gustan muchas cosas muy diferentes y me dije a mi mismo ¿por qué no coger todas esas influencias pasarlas por mi tamiz y llevarlas dentro de la misma grabación? También supongo que es una cuestión de confianza, es como perder el miedo en ese sentido, ir a otras coordenadas, dejarme llevar por lo que ahora me llama la atención sin importarme lo que piensen los demás ni de dónde vengo, así que respondiendo a tu pregunta creo que va más por el lado de mis gustos musicales.
En «Hakone», al contrario que en tu debut, te encargas absolutamente de todo. ¿Era una necesidad personal, una cuestión económica, un reto?
Pienso que es más una necesidad personal de autorrealización y también un reto. Aunque el primer disco me lo produjo Pablo Despeyroux, que era mi profesor de guitarra clásica, yo también tenía mucha voz en la producción del disco. Menos mal que Pablo tenia mucha paciencia conmigo, porque era la primera vez que me metía en un estudio y yo no tenía ni idea. Así, como he dicho antes, estuve reflexionando bastante sobre el hecho artístico hasta ver que el envoltorio en el que pongo la composición es en sí también la obra y que por tanto si yo componía las canciones, lo lógico también es que en la medida que pudiese me las produjera a mí mismo. Todo este proceso de pensamiento lo hago a posteriori porque realmente lo que ocurrió es que tenía interés en grabarme el disco para que no se desvirtuara, al pasar por otras manos aunque fueran las del mejor productor del mundo y sobre todo porque me gusta hacerlo. Pero el hecho es que lo veo como un todo, lo que comentaba antes de que el qué está dentro del cómo.
¿Cómo surge la idea de un disco tan personal como «Hakone»?
Bueno, es que no sé hacer composiciones que no sean personales. Me gustaría hablar de que Juan va todos los días a pasear a su perro… pero no sé. Al final se trata de que me siento bien cuando pienso que estoy haciendo una buena canción, por eso siempre tengo guitarras por casa y siempre estoy tocando, así al final salen canciones.
¿Viajaste a la ciudad japonesa que da nombre al disco? ¿Compusiste allí las canciones?
El título es debido a que tuve la suerte de poder hacer un viaje a Japón en mitad de la grabación del disco y allí precisamente, en Hakone, hice la canción que daría nombre al disco. Decidí titular así el disco porque pienso que a veces la idea de distancia, de separarse de la rutina te ayuda a aclarar las ideas, a reflexionar y básicamente y simplificando mucho, el disco tiene esa idea de trasfondo y es lo que intenté plasmar en la grabación y sobretodo en la producción.
¿Cómo trasladaste, luego, aquella atmósfera a Picassent?
Tal y como apuntas, grabé el disco en Picassent, en casa de mis padres, que es la típica casa grande de pueblo, en la habitación de mi hermano que era la más silenciosa. Le desmonté la habitación y empecé a colgar mantas por las paredes, metí un piano viejo digital que tenia en casa, … Al final es que quería estar en un sitio tranquilo, que no tuviera que estar mirando el reloj y además quería cantar estando solo.
Aún siendo un álbum introspectivo es a la vez luminoso.
Es que en el fondo pienso que soy una persona positiva, para todo hay solución en la vida y al final eso queda plasmado en el disco. El disco puede que trate de transmitir lo que los brasileños llaman saudade, una especie de anhelo, pero en el fondo alegre, una contradicción en la que muchas veces todo el mundo nos hemos visto.
Las letras llevan a pensar que el disco te ha servido para exorcizar algo. ¿Es así o son simples canciones que cuentan historias?
De algún modo es así, el disco me ha servido para sentirme mejor, es como una terapia interior que me dicta mi subconsciente, me hace sentir bien.
¿Piensas que el estado de ánimo afecta a las composiciones?
Claro que el estado de ánimo afecta a las composiciones, yo diría que son la base de la que parto en la mayoría de casos y luego, la mayoría de veces, las composiciones se resuelven como auténticos problemas matemáticos. Uno empieza a hacer una canción por lo que sea y eso llega hasta donde llegue, cuanto más lejos mejor suele ser la canción, pero normalmente no da para llegar al final. Yo soy ingeniero industrial de formación y a veces tengo la sensación de que utilizo la misma parte del cerebro para resolver un problema de cálculo que para terminar una canción.
En tu primer disco ya trabajaste con Yves Roussel ¿Qué aporta al resultado final de tus discos?
Por un lado profesionalidad, me da mucha tranquilidad que el resultado final salga de sus manos. Ya puede venir cualquiera a decirme que esto suena mejor o peor que ni me lo voy a plantear. Y por otro lado, y sobre todo en cuanto al último disco, pienso que compartimos unas mismas coordenadas musicales. Desde el primer momento que le pasé las mezclas y le hablé del proyecto se implicó muchísimo, le gustó mucho el hecho de que me lo hubiera grabado yo todo, tanto es así que aparte del mastering, me acabó remezclando muchas canciones y pidiéndome que añadiese más instrumentos donde el veía que faltaban frecuencias, … Para mí, eso, viendo el nivel de los músicos con los que trabaja, es muy motivador.
Sin ser un disco conceptual, da la sensación de que las letras guardan un orden y un hilo argumental. ¿Ha sido casual o intencionado?
Ha sido un accidente afortunado, supongo que ha salido así de forma inconsciente. El grueso de canciones que llevan el peso del disco salieron de una misma hornada y eso también ayuda.
¿Durante la composición y grabación de «Hakone» tuviste en mente algunos discos?
Durante la composición no, por lo menos que yo recuerde, cuando compongo en general no me planteo tener discos en mente. Pero cuando lo estaba grabando sí, porque entonces ahí viene el gran lío, sobre todo porque era la primera vez que lo hacía y necesitaba tener algunos puntos de referencia fijos a donde cogerme, sobre todo a nivel de reverbs, ecualizaciones y mezcla en general. Me acuerdo que uno en que me fijaba mucho era «Brothers and sisters of the eternal son», de Damien Jurado o también «Bon Iver» de Bon Iver.
¿Cómo ves la escena musical en Valencia?
Me da la sensación de que hay más oferta que nunca, lo cual es muy positivo porque se genera movimiento, la gente se acostumbra a ir a conciertos, a estar abierta a escuchar nuevos proyectos, … y eso siempre es positivo. Después está el tema de profesionalizarse, ya no hablo por mí, que considero que estoy empezando, pero sí que conozco personalmente a músicos más consagrados y al final ves que casi todos tienen, paralelamente a la música, otra forma de asegurarse el llegar a fin de mes y eso sí que es una lástima.
¿Pesa el hecho de defender un proyecto musical con tu nombre y apellido? ¿Has echado en falta alguna vez el apoyo de una banda?
A mí, de momento no me pesa, al revés, me motiva. Para mí es como una aventura que me hace salir del quehacer diario. Un día de concierto es un día de fiesta. Lo que sí que he visto, aparte de que me apetezca más o menos, que también me apetece, es que necesito una banda porque si no, es complicado cuando empiezas, acceder a escenarios más grandes. Ahora mismo estoy buscando músicos para formar una banda que me acompañe cuando sea posible.
¿Has notado que de un disco a otro hay gente que ha empezado a seguirte o que han dejado de hacerlo? ¿Crees que a veces se tienen muchos prejuicios a la hora de escuchar música?
La verdad es que sí, pienso que es lógico porque como tú comentas son discos muy diferentes y después está el tema idiomático. Lo del primer disco era curioso, porque igual de repente veía que me seguía gente de México o de Argentina, que me dejaban comentarios, … y sin embargo el vecino de al lado de mi calle no sabía ni que había sacado un disco, era muy disperso… Con «Hakone» es diferente, pienso que estoy llegando a mucha más gente y de forma más lógica, de abajo a arriba, es como que cada vez va a más y también a los medios les ha interesado mucho más este disco. Sobre prejuicios, pienso que como en la vida en general, la gente que tiene prejuicios también los debe tener para la música, pero en general creo que cada vez menos, al final lo que cuenta es si les gusta o si no les gusta.