Foto: Julia Lomo.

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Que las hechuras folk de las composiciones de Alondra Bentley algún día se romperían para expandirse, se venía anunciando, indirectamente, en cada uno de sus discos. Ahora en «Resolutions» (Gran Derby Records) se ha hecho realidad. Con la producción de Matthew E. White, la cantante de origen británico, ha dado un triple salto mortal en el que la red son la solidez de unas composiciones llenas de groove, sintetizadores, elegancia soul, sedosos aires bailables y una voz que canta mejor que nunca.

A pesar del evidente giro sonoro de «Resolutions», el álbum encaja perfectamente, sin desentonar, en tu discografía, ¿Por qué crees que se produce eso más allá de porque la voz sea la misma? 

Es el disco que llevaba tiempo queriendo hacer, en el que he podido hablar con más claridad y en el que he podido transmitir ideas y emociones con más contundencia, he conseguido hacer algunas cosas que buscaba desde hace tiempo.

¿Por qué se produce ese cambio al que hacíamos referencia? ¿Es solo por razones musicales?

Mi forma de escribir es cien por cien intuitiva y eso quiere decir que te dejas mucho guiar por las emociones. Estas canciones las he escrito en un momento personal muy optimista y positivo, creo que eso se ha reflejado en el disco y es en parte por lo que suena más contundente, energético y luminoso. Hay cierto mito con el artista atormentado, a mí me pasa justo lo contrario, yo necesito sentirme bien para poder escribir, no me gusta que las canciones se conviertan en el diván del psicólogo.

Aunque en «Resolutions» es más evidente, en anteriores discos ya ibas dejando pistas de que, antes o después, circunscribir tu música a un solo estilo iba a ser imposible. Pienso en «Sugarman» (de “Ashfield Avenue”), «Dates to remember» (de “The Garden Room”) o en varias canciones de tu álbum infantil. ¿Esa necesidad de ir más allá del folk siempre la has tenido presente o ha surgido de repente

El folk es un lugar muy agradecido, desde ahí puedes beber de influencias muy diferentes y combinar cualquier estilo, todo funciona, es como un conector universal. Me gusta mucho cuando se consigue mostrar influencias dispares en un disco.

¿En qué medida el «miedo» a caer en el conformismo te ha llevado a este giro?

Ese miedo es una herramienta vital para alguien con ambiciones artísticas, te anima a salir de tu zona de confort y hace que escribir sea más estimulante. Es importante evolucionar y de alguna manera volver a sorprenderte a ti mismo como cuando escribiste una canción por primera vez.

Matthew E. White se ha encargado de la producción del álbum. ¿Cuál fue su papel y por qué lo elegiste a él?

Cuando escuché «Big Inner», el primer disco de Matthew, me llamó mucho la atención lo clásico pero contemporáneo que suena a la vez. Leí sobre Spacebomb y me pareció un contexto ideal para grabar un disco. Matthew me abrió las puertas de su estudio, su casa y los músicos del colectivo se implicaron totalmente. Hicimos un trabajo extenso previo a la grabación del disco para conocernos musicalmente y tomar decisiones sobre cómo sonaría cada canción. El papel de Matthew fue clave para ayudarme a articular todo lo que tenía en la cabeza.

En discos anteriores, trabajaste con Cesar Verdú y Josh Rouse. ¿Qué crees que aportaron ambos a tus canciones?

Claro, en todas mis grabaciones el productor ha sido clave, es una figura necesaria para mi. Piensa que es alguien en quien puedes depositar tu confianza al cien por cien porque va a ser con quien tomes las decisiones artísticas de cada canción. Un productor es psicólogo, músico, gestor y director. Es de gran ayuda tener alguien a tu lado a cargo de todo lo que supone la grabación de un disco y así poder concentrarte más en tu parte.

¿En un futuro producirás tú misma tus discos o prefieres siempre contar con una opinión y visión externa?

Me gusta tener esa figura de productor a mi lado, de alguna manera tener una visión externa refuerza tu propia visión. Tener que explicar o defender tus ideas ayuda a saber si son realmente lo que quieres o no. Tener esos debates contigo mismo es más tedioso, además se disfruta mucho trabajando con un equipo, hace que la experiencia sea cálida y emocionante porque compartes cosas muy apasionantes.

Foto: Julia Lomo.

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Durante la composición de los temas y la grabación de «Resolutions», ¿tuviste algún grupo, o músico, en mente como referencia de lo que querías hacer?

¡Muchos! Kate Bush, Robert Wyatt, Pink Floyd, Aretha Franklin, Joni Mitchell, David Bowie, PJ Harvey, Fleetwood Mac, Julia Holter, Linda Perhacs, Randy Newman, Cat Stevens, Björk, Frank Ocean…

Es el disco en el que mejor cantas.

El año pasado me apunté a clases de canto, quería explorar mi voz e intentar cantar más grave, me ayudó mucho, me dio confianza en mi misma y eso es casi tan importante como llegar a cantar mejor.

Es un álbum al que igual no se le puede calificar 100% soul, pero en el que ya no sólo por las canciones, sino por tu forma de cantar y ciertos arreglos, remite en algunos momentos a los pasajes más elegantes de sellos como Motown o Stax. Suena muy espiritual, como liberador, luminoso en definitiva.

Matthew y yo compartíamos un google doc en el que apuntábamos ideas para el disco y precisamente una de las primeras cosas que él escribió fue una nota que ponía «More Stax, less Motown» (más Stax, menos Motown), estuve analizando los dos sellos y sus diferencias. Disfruté mucho con cosas como esta y viéndome explorando este tipo de terrenos con mis canciones.

¿Te has sentido cómoda rodeada de sintetizadores, teclados, loops vocales,…?

Totalmente, como en casa, no hay nada mejor que sentirte cómoda fuera de tu zona de confort, es muy estimulante.

Da la sensación de que musicalmente te has sentido muy desinhibida y en ese sentido resulta un disco muy años ochenta (no tanto a nivel de sonido, sino más bien de actitud). ¿En qué medida ha influido en ello tu disco «Sings for children, It’s holiday» y el hecho de que convivas rodeada de niños en tu trabajo?

Con niños a tu alrededor estás aprendiendo todo el rato y recordando cosas básicas que has olvidado, como por ejemplo lo importante que es estar abierto y probar cosas que crees que no te gustan. Es como cuando le dices a un niño que pruebe las espinacas y no quiere y luego te acuerdas que tú nunca las comes ¡Vaya morro! ¿no? …De repente te das cuenta de que has dejado de probar cosas, de esforzarte por llegar a que te gusten otras y de experimentar, los niños te recuerdan cosas como esta todo el rato. ¡Hay que probar cosas nuevas!

En ese afán por salir del territorio musical que controlabas, ¿te pusiste algún límite? ¿Hubo alguna idea que desecharáis porque era excesiva?

Cuando grabamos «What Will You Dream» me sentí no sólo cómoda, sino entusiasmada con la canción y el cambio de registro, no sabía si le iba a gustar a alguien el cambio pero no me importaba, me lo estaba pasando demasiado bien.

¿Qué va a pasar con las canciones de los primeros dicos? ¿Las vas a adaptar de alguna manera?

Creo que todas mis canciones hablan el mismo idioma, pero ahora me encuentro con que hay dialectos muy distintos dentro del mismo repertorio, en todo caso funcionan muy bien en conjunto, hace que sea más diverso y creo que en directo esa variedad de sonidos va a funcionar muy bien.