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El cambio de hábitos en la escucha de música ha provocado que el formato single (o la canción como máximo común múltiplo) haya vuelto a reverdecer. Un curioso retorno al origen justo cuando los más pesimistas siguen con el modo paliza encendido sobre el futuro del negocio sonoro. Y es que el formato pequeño se adapta a cualquier necesidad que se tenga: adelantar discos, hacer más corta la espera del siguiente trabajo, rendir tributo a músicos y grupos que se admiran, recuperar temas perdidos o, simplemente, darse el gusto de editar unas composiciones porque sí.

Exprimiendo el simíl futbolístico, que estos días anda archisobado por todos los lados, hemos seleccionado once de esos ep’s, singles o mini-lp’s, que, seguro, nunca caerían en una primera fase de un Mundial. Por orden alfabético, allá va nuestra convocatoria:

aliment

«Nightmare girl» Aliment (La Castanya)

Aliment ya dejaron claro con su disco grande «Holy slap» que tonterías las justas. Mientras otros piensan qué etiqueta se ajusta mejor a su música, ellos ya han disparado cuatro canciones. Punk rock para saltar con pértiga. Garage adherente como un pegamento de los de antes. Con actitud y repertorio, sin hacer asco a algún medio tiempo al que acaban añadiendo revoluciones.

Los gerundenses tienen nuevo siete pulgadas y vuelven a ofrecer lo que mejor saben hacer: incitar a la gente al baile y la diversión descocada. Como una mezcla soñada de los desaparecidos Pelea! y los abrasivos Mujeres. Como una reunión entre Ramones, The Modern Lovers y Wavves en el sótano de una taberna o en una estación del metro atestada de gente. Pequeños hits bien dispuestos y en esta ocasión, además, debutan con un tema en catalán.


Club del Rio

«Club del Río» Club del Río (El Volcán Música)

Son de Madrid, pero podrían perfectamente pasar por argentinos o colombianos perdidos en un viaje en el tiempo en los floridos años 70. O como los hijos de un trío desaforado entre Pau Riba y Ia & Batiste. Aunque hay ciertos dejes flamencos y guiños más que evidentes por el folk militante de Chicago, America o Cat Stevens.

En definitiva, cuatro canciones límpidas, evanescentes, acústicas, cristalinas, orgánicas, en plena comunión con la Naturaleza sin complejos (allá donde Hola a Todo el Mundo no se atrevieron a llegar por el qué dirán), que trazan un puente entre la tradición latinoamericana y la anglosajona.


Galavera

«Dos y Dos» Galavera (Infinito Discos)

La perserverancia y pasión de Raúl Tamarit con la música linda con la enfermedad. A un lado u otro del asunto, cuesta recordar (si es que fuera posible hacerlo) algún momento en el que no estuviera presente. Ahora su tiempo lo divide entre Los Radiadores (preparando ya su segundo disco) y Galavera, proyecto que resulta difícil no caer en la tentación de tildarlo de familiar, por aquello de que el 50% restante es su mujer Vanessa Juan, y que el nombre del grupo responde a la unión de los dos de las hijas de la pareja: Gal.la y Vera.

Seis canciones contiene su debut. Un álbum en el que la voz rasgada y potente de Raúl marida, con notable muy alto, con las dulces melodías (violonchello al frente) que arman las composiciones. Con una aureola similar a la de aquellos cómicos ambulantes o artistas circenses que recorrían los pueblos y ciudades, Galavera inunda de su universo particular cada rincón del lugar donde suenan. Gracias a esos deliciosos detalles instrumentales que catapultan cada tema (el acompañamiento musical de «Te inventaré» es el mejor ejemplo), o a la variedad estilística que tan pronto coquetea (en «Semana Santa», original de Edu Fort, cantada por Vanessa y acertadamente no corregida en su manera de cantar marcando las «eses») con el Donsoti Sound, que se marca un himno de puño en alto con aires country (pero al estilo que pudieron cultivar Joe Strummer o The Pogues), «A la sopa boba», con el que cierran el disco. Encima homenajean a Luis García Berlanga, así que ¿qué más podemos pedir?


Linda Guilala

«Xeristar» Linda Guilala (Elefant Records)

Cinco años han pasado desde que Linda Guilala grabó su Lp «Bucles infinitos» , con el que abrazaban el pop luminoso y el melancólico a partes iguales. Ya entonces se podían distinguir algunos arrebatos shoegazer (más de forma que de fondo), que adquirieron más protagonismo en el ep posterior, «Paranormal», registrado a la mayor gloria de los monstruos y películas de serie b. Pero lejos de recrearse en la apatía musical, propia del género,lucían con orgullo su pasado powerpopero en Juniper Moon. Una vitamínica mezcla que los acercaba tanto a Ride como a The Jesus and Mary Chain.

Esa misma apuesta sigue en pie en su nuevo mini-lp. Repiten con Elefant; Los Planetas o My Bloody Valentine perviven en el cabezal del dormitorio; las guitarras cósmicas marcan el paso; las letras continuan haciendo equilibrios entre el desengaño, la nostalgia y el descontento; siguen siendo unos privilegiados a la hora de cocinar melodías pegajosas y, además, ahora, protegen sus canciones con una telaraña sónica de la que resulta imposible escapar.


Los Caramelos

«Los Caramelos» Los Caramelos (Bobo Integral)

Charlie Mysterio es uno de los secretos mejor guardados del pop español. Al frente de Los Caramelos legó un imprescindible disco editado por Spicnic que nada hacia presagiar que fuera a tener continuidad. Por eso cuando el sello Bobo Integral anunció que su segunda referencia sería un ep de los susodichos más de un fan debió frotarse los ojos hasta hacerse alguna esquirla.

Son sólo cuatro canciones. Aunque lo justo sería apuntar, nada más y nada menos. Desde el lounge instrumental de alto copete y confeti sideral de «Voyager 1» (un título que se ajusta al músico como un pijama cómodo) a la letra vainiquera de «Índice corazón», pasando por una merienda de coros angelicales («Panecillos suecos») y el homenaje a la actriz y cantante Soledad Miranda, con unos aires retro que tan pronto podría haber formado parte del tracklist de algún disco de Belmonde, Mastretta o Carlo Coupé, como de la banda sonora de alguna película española de los años 40-50. Ahora sólo falta que Siesta desentierre el disco que grabaron Mysterio y El Zurdo y nunca editó, y los patatuses estarán al orden del día.


Merylstreep

«2051, EP» MerylStreep (Discos de Kirlian)

Cuando hablamos del recopilatorio «Hits with tits», nos referimos a MerylStreep como indie melancólico y es que el clima cántabro debe influir mucho a la hora de componer canciones. Después de una demo editada por Bombas Para Desayunar, aterrizan en Discos de Kirlián, quienes, con la laboriosidad de un artesano, andan confeccionando uno de los catálogos más sugestivos de la escena nacional (ojito a lo que tienen preparado para después del verano: Hazte Lapón, Capitán Sunrise y The Hills Around)

En «2051, EP» está presente esa facilidad de The Cure para aunar melodías oscuras con cierta querencia por los estribillos nacidos para ser coreados. MerylStreep trufan sus letras de referencias cinematográficas (y de otras lindes culturales) y aunque parece que se vayan por caminos metáforicos, si se presta atención se puede descubrir que, en el fondo, cuentan historias. Más atmosféricas que densas, lo ideal es hacerles caso cuando recomiendan «escuchar canciones tristes en verano». Por ejemplo, las suyas.


Murciano Total

«La Parranda» / «El gigante de Sangonera» Murciano Total (El Genio Equivocado)

Murciano Total es el proyecto más personal de Jose Lozano, de Automatics, y Elena, su pareja. Nace de casualidad, como una broma, destilando canciones de una en una, como quien fabrica pacharán en el cuarto de invitados de su casa. El asunto fue creciendo y El Genio Equivocado recopiló todos sus temas en una casete (y un álbum sólo en edición digital) que se esfumó. Pop con cachivaches electrónicos, como si OMD fueran producidos por Robert Pollard.

Dos de las canciones que aparecían en aquel grandes éxitos, «La Parranda» y «El gigante de Sangonera», han sido ahora editadas en vinilo, en una tirada de sólo 100 copias que, esperemos, sean el preámbulo de un nuevo disco. En la primera, J, de Los Planetas, aporta su granito de arena y no tiene reparo alguno en autoparodiarse cantando «y nos hemos comido cuatro millones de paparajotes entre dos». En la segunda rinden homenaje a un supuesto personaje murciano (sus canciones están llenos de una galería bien singular) que apareció, incluso, en «Cuarto Milenio», y cuya historia avanza acompañada de una superposición de capas sónicas, heredadas de la escuela de los hermanos Reid.


Pep Mirambell

 «Costablanca» Pep Mirambell (Quimera Records)

Pep Mirambell es una de las mejores cosas que nos ha descubierto bandcamp. Llegamos a él gracias a la maravillosa portada que Pau Valls le dibujó (y que tenéis justo encima de estas líneas). Dos estupendos mini-lp’s, llenos de joyas en formato canción, que le daban una vuelta de 180 grados al concepto de cantautor. Canciones sobre el amor y la terreta como le gusta decir a él.

El segundo de aquellos álbumes acaba de salir en formato físico (un pequeño lujo que el trabajo de Valls también se pueda tener entre las manos) resultando el equilibrio perfecto entre las melodías pop y las coordenadas sonoras propias de la canción de autor. Añadiendo a ello, en algunos temas, precisas gotas de la tradición musical folklórica acertadamente adaptadas a la actualidad. Historias de (des)amor o pinceladas costumbristas para unas canciones que tan pronto pueden beber de Joan Manuel Serrat como de Francisco Nixon o Belle & Sebastian. Mirambell, sólo con su guitarra y unas magníficas y cuidadas letras escritas con René Macone (no parecen tener miedo a nada como demuestran con «Juan el Santapolero»), consigue eso tan difícil del universo propio, al que acaba acercando incluso las versiones que interpreta en directo, sean de Pep Laguarda, Julio Iglesias o Camela. Alicante está viva, ¡Viva!


Reno

«El Mejor Forrest Gump» Reno (La Viejita Música)

A raíz de la salida del primer Lp de Reno (el proyecto que unió la carrera de Manolo Tarancón y los miembro de Torre de Control), escribimos aquí: «A mitad camino del pop galopante, el rock de guitarras afiladas y el power pop de vieja escuela, las canciones se benefician de cierta epicidad bien entendida (esa que hizo que Los Planetas sacaran varias cabezas de ventaja sobre el resto del pelotón y que luego gente como Julio de la Rosa o León Benavente han sabido incorporar a sus propuestas) y de una cadencia melódica que recupera el tono melancólico de los discos, en solitario, de Tarancón«.

Afortunadamente, las cuatro canciones de este ep digital (entre ellas una versión de «Copa rota», popularizada por Los Rodríguez) siguen por esa senda, unas veces más cercanas al pop de largo recorrido (la canción que da título al disco), y otras a las guitarras que plantan cara («Ruido»). Sin alejarse mucho de la filosofía Reno, sí es cierto que el tema que cierra el álbum, «Fiesta Editorial», supone una pequeña e interesante novedad, al juguetear con fortuna, con cierta psicodelia brumosa, construyendo un muro de sonido por el que se van desdoblando todos los instrumentos. Esperando nuevas composiciones ya.


Supercadaver

«Súper Cadáver» Súper Cadáver (Sweet Grooves records)

Oscuridad + melodía. Guitarras sucias + estribillos luminosos. Sonic Youth + The Jesus and Mary Chain. Esas tres sumas sirven para definir, a grandes rasgos, a qué suenan Súper Cadáver. El sello extremeño Sweet Grooves records (nueva casa de El Palacio de Linares, de los que hablaremos pronto) les ha editado un ep de cuatro temas (seis en bandcamp por sendos remixes añadidos), en el que se mueven con desenvoltura por las pistas dadas en la primera frase.

Suenan como si Poch hubiera tocado con Triángulo de Amor Bizarro. Puro noise pop, pero no ejecutado por nostalgia de una juventud perdida, sino con la frescura del primer descubrimiento. Enérgicos y radiantes, se ríen en la cara de Mozart, hacen surf sideral en California, envuelven a tu abuela en una maraña de distorsión creciente y tienen un hit tan inmenso como la cintura de Frank Black que responde a «El sol me quema». No es que vuelvan los noventa, es que ya está aquí el siglo XXI.


Zombie Valentines

«Hablando de ella» Zombie Valentines (Sunny Day Records)

Los ejercicios de estilo tienen un peligro principal y es que el que lo practica acabe perdiendo su personalidad. Afirmar que Zombie Valentines se mueven entre sonidos sixties es una perogrullada, pero añadir que, más que como destino, lo hacen como punto de partida aclararía que driblan con clase el peligro apuntado al principio. Tres años después de su edificante y majestuoso Lp «Mejor ahora», regresan con un siete pulgadas que vale por toda la discografía de más de una banda anclada en el revival mohoso.

Zombie Valentines parecen haber recogido el relevo de Los Imposibles, en su manera expansiva de entender la cultura pop, con apego por las melodías y los estribillos contagiosos, el beat sudoroso, la psicodelia al servicio de la canción, el r’n’b con carácter o los instrumentales que se incrustan en los poros. Allá donde The Beat y The Zombies juegan al billar con Los Brincos y Los Cheyenes los encontraréis.