El Ser Humano (Gonzalo Fuster) llegó con un primer disco como los tímidos lo hacen a cualquier fiesta. Y como suele ocurrir en esos casos, acabó bailando con la más guapa. Con su segundo álbum, “Pyla pan” (Malatesta Records, 2013) no es que fuera el anfitrión, pero sí el que se encargaba de la música. Y de nuevo, acabó con la más bonita. Valga este símil para intentar describir el cambio experimentado entre uno y otro trabajo. Un debut potencialmente emocional (como suelen ser normal en las óperas primas) y una segunda entrega donde las ventanas se abrieron y el pop, en todas sus modalidades, acabó impregnando cada una de las canciones. Canciones que se inyectan en una primera escucha, pero que guardan sorpresas en recovecos para un deleite mayor a largo plazo. Y así un día te sorprenden evocando a Love o a Eels, pero al otro descubres una tonalidad de copla perfectamente engarzada en una melodía parida en Canterbury, o empiezas a acumular recuerdos (Los Brincos, The Cure, The Beach Boys, Vainica Doble,…) a medida que se suceden las estrofas.
Han pasado ya unos meses desde la salida de «Pyla pan», ¿satisfecho con el resultado cuándo lo escuchas?
Sí, sigo satisfecho. Me sigo sorprendiendo con arreglos, con el trabajo de Dani Cardona y Fito y con el atrevimiento que tuvimos a la hora de abordar determinadas canciones y con cómo conseguimos mantener la idea original de las canciones haciéndolas crecer e incorporando sus respectivos sellos. Estoy orgulloso, sinceramente. Lo veo centrado, concreto y personal.
Tu primer disco resultaba como más introvertido, justo lo contrario que este segundo. ¿Ha sido intencionado? ¿Fruto de tu evolución musical? ¿Cada uno responde a lo que te pedía el cuerpo en cada momento?
Es fruto de la confianza y de conocer mejor mis limitaciones y mis aptitudes. Aunque llevo haciendo canciones más de 20 años, nunca me había preocupado tanto como los últimos 4 o 5, con todo lo que eso conlleva, no sólo en composición sino también la interpretación. He conseguido conocerme mejor, ser más natural y sensato, y todo esto se ha traducido en un disco mucho más libre, abierto. Estaba metido en un papel donde estaba cómodo pero no era exactamente mi sitio. Y, por supuesto, es una evolución natural que, por cierto, mucha gente no se permite. No tengo miedo a evolucionar. Si me llegan a decir hace 15 años que iba a estar ahora metido hasta las cejas con Tom Zé, Caetano Veloso y Jorge Ben no me lo hubiese podido creer.
En el bandcamp de uno de tus grupos, Ontario, se definía la música que hacíais como «canción popular melodramática», una etiqueta que se ajusta a la perfección a lo que haces como El Ser Humano.
Así es… lo puso Juan (batería de Ontario, Trinidad y Lülla) de broma, pero es lo que hay. La gente busca etiquetas muy guays, nosotros no, esto nos parecía más divertido. Había más de esto en Ontario que en El Ser Humano, de todas formas.
Resulta curioso que en cada crítica del disco se mencionen referentes distintos. ¿Tuviste en mente, durante la composición y grabación del disco, algunos álbumes en concreto?
No, cuando compongo busco todo lo contrario. Si algo me suena familiar lo desecho. Hay compositores que eso lo manejan muy bien, a su favor, convirtiendo una idea prestada en propia. Lo admiro mucho, sinceramente, porque a mí me resulta alienante y me gustaría que no fuera así. Todo esto lo digo consciente de que ya se ha hecho de todo, que los puntos de inflexión sólo los consiguen genios, que estamos en un patrón de música bastante definido, etc… Pero, pese a ello, mi intención es diferenciarme, es tener un estilo propio, un sello. No obstante, estoy seguro que alguien puede ver partes de una canción u otra que le recuerdan a alguna existente. Esto es gracias a las matemáticas… Pero que sepáis que de forma consciente no hay nada. Es distinto a la hora de grabar. Básicamente por dos razones: Dani y Fito tuvieron muchísimo peso en los arreglos y en segundo lugar porque en la grabación puedes ser más reflexivo, no es algo tan intuitivo, impulsivo o emocional como componer. Se piensa, se prueba y afloran las influencias de cada uno. ¡Si supieras los ejemplos de sonido que propuse en una primera instancia! Entre otros «A Quick One while he’s away» y «Band on the Run». Luego el trabajo en común hace que eso se diluya y surjan nuestros propios sonidos. Tengo mucho más claro lo que no quiero que lo que persigo. Son menos cosas a tener en cuenta, por tanto tengo delante un camino más amplio y sorprendente.
Es un disco más luminoso que su predecesor, ¿pero dirías que es un disco optimista?
Quizás no el disco entero, pero sí que hay canciones optimistas y esto es un gran logro para mí. Es uno de las mayores alegrías que me ha dado «Pyla Pan», me ha permitido quitarme complejos y hacer canciones en otros parámetros. “Hace dos días” es un claro ejemplo, hoy es un buen día para mí, ¡joder, pues lo digo! Y como esta otras, “Todo Blanco”, no le canto a la alegría de vivir en abstracto, pero sí se respira cierto aire fresco, cristalino. Hay una cosa clara, el trabajo de producción de Dani (Estudio de grabación El Sótano) es el principal responsable de que se perciba como un disco optimista. Es por el brillo, por la luminosidad que mencionas en la pregunta. “Canciones de Dwomo” era una canción lenta y con ambiente espeso, hasta que Dani me pidió acelerarla y cantarla bailando. A eso le sumas unos arreglos soleados y brillantes de Fito y Chapeau!. Parece fácil. No lo es.
¿Cómo hay que entender las menciones a grupos locales (Maronda, Dwomo, Sokolov,…) que haces en un par de canciones?
Como mi entorno, elementos cotidianos. Sé que sería mucho más molón escribir sobre 101 Walterton Road, los putos de Lexington Avenue o alguna actriz de películas serie Z, pero no sería yo y te estaría mintiendo. Cuando los Dwomo compongan las cabeceras de todos los telediarios del planeta alguien investigará, descubrirá El Ser Humano y comprará mis discos. Es marketing al final.
¿En qué medida crees que ha influido al proyecto El Ser Humano tu experiencia en Trinidad y Ontario?
Sin unos no hay lo otro. Trinidad y Ontario también soy yo, simplemente que compartiendo emociones con otros compañeros y en otras circunstancias. Estoy seguro que sin ambas bandas no hubiera llegado nunca El Ser Humano. Son mis hermanos. El paso distintivo es haberme liberado de ciertos complejos a la hora de componer e interpretar. Y lo más curioso, aunque pueda creerse lo contrario, es que en El Ser Humano experimento más, arriesgo más. Otro caso es el de aquellas pocas bandas con las que he estado únicamente como músico, no como compositor, nunca he durado mucho así que no son tan representativas en esta cuestión.
¿Es El Ser Humano un proyecto unipersonal y tomas tú todas las decisiones o es un grupo en el que se escucha y se aceptan las propuestas del resto de «colaboradores»?
El Ser Humano nació para poder interpretar solo, agilizando desplazamientos, decisiones, etc…. Luego vino la transformación en una banda donde poner en común asuntos o sensibilidades. Es un proyecto originariamente unipersonal donde participan muy activa y apreciadamente Dani, Fito y Rubén. Es prioritario para mí rodearme de gente que sepa más que yo, que toquen mejor, que sean mejores músicos.
¿Cómo ves la Valencia musical?
Para ser una ciudad tan pequeña hay bastantes bandas y músicos autóctonos. Para tantos músicos autóctonos existen pocos locales para poder tocar a un volumen racional. A los pocos locales donde se puede tocar a un volumen racional casi siempre vienen las mismas bandas nacionales o extranjeras. Para las otras bandas nacionales o extranjeras venir a Valencia no les supone ni prestigio ni rentabilidad porque va a ir poca gente a verles. Etc. Pero bueno, en esta pregunta es donde cabe responder “hay que ir más a conciertos”, buenos y malos, de bandas conocidas y desconocidas. Mejor que ver partidos de balompié o jugar a videoconsolas.