Al Festival 10 Sentidos hay que agradecerle los esfuerzos que, año tras año, realiza para configurar una programación con una identidad propia. Que, además, apueste por artistas que no suelen hacer escala en València. Que reivindique la ciudad y la haga partícipe del certamen, sin ningún afán oportunista, sino todo lo contrario. Que entienda que los espectáculos y los creadores pueden tener un epílogo fuera de los escenarios. Que enfoque los talleres y demás actividades formativas hacia el valor educativo que poseen, más allá del mero entretenimiento. Y que todo lo anterior lo dote de la coherencia necesaria para reforzar la personalidad de una cita que huye de ser una suma de espectáculos sin más.
Invisibles es el lema de esta edición, «dedicada a todas aquellas personas que son condenadas por nuestra sociedad a ser invisibles», que se celebrará del 3 al 20 de mayo. Un año más la oferta es tan sugestiva como amplia. Aquí tenéis un resumen de su programación. Para horarios, entradas y demás información necesaria, consultad su web.
Seis citas imprescindibles
Eduardo Guerrero al cuadrado. Ver bailar a Eduardo Guerrero es todo un espectáculo. Su fisicidad, la manera que tiene de mimetizarse con el entorno donde danza o su arte explosivo y expansivo son algunos de los moitvo para no perdérselo. En 10 Sentidos habrá dos oportunidades para ello. Por un lado, A mi forma y a su aire, una improvisación con el acompañamiento sonoro del saxofonista Antonio Lizana. Por el otro, El arte en cualquier esquina, pieza crada ex profeso para el festival, en la que rinde homenaje a los artistas callejeros.
Kamchàtka. Ocho personajes, con una maleta, en una ciudad que no es la suya, deambulan por las calles sin pronunciar ninguna palabra. ¿Son emigrantes? ¿Son turistas? Para averiguarlo hay que acercarse a la obra, participar y descubrir cuanto hay de ficción. Dirige Adrian Schvarzstein y eso es una garantía.
Bill & Bobby. Una celebración del baile, de las películas antiguas, en definitiva de la vida y de vivirla con toda intensidad sin que ningún obstáculo (físico o no) pueda impedirlo. Un tributo a las coreografías inolvidables de Ginger Rogers y Fred Astaire, con guiño a aquella obra maestra firmada por George Stevens, En alas de la danza.
Cul de Sac. El colectivo Kor’sia interacciona, en sus producciones, la danza con otras disciplinas como el cine, la literatura, la fotografía o la escultura. Y así ocurre en Cul de Sac, en la que las obras de Juan Muñoz adquieren vida, «imbuyendo de movimiento a las tensiones entre individualidad y sociedad que sugieren sus instalaciones», como bien explica María Velasco, dramaturga del montaje.
Hillbrowfication. Luchar con el baile contra la corrupción, la violencia, el desempleo, la droga, el crimen o la prostitución. Crear un refugio a partir del cual empezar a crecer. Hillbrow es un barrio degradado de Johannesburgo. De allí proceden los veintiún chicos y chicas, de entre 5 y 22 años, que acompañadas de las coreógrafas Constanza Macras y Lisi Estarás imaginarán «una versión futurista de sus vidas en un barrio».
Cuatro momentos emocionalmente intensos
Giulio Cesare. El teatro total. El post-teatro. Llamadlo como queráis, pero no perdáis de vista este montaje del italiano, y León de Oro en la Bienal de Venecia, Romeo Castellucci. Julio César vs Shakespeare. Un endoscopio en la garganta del actor para que el público siga el camino de la voz hasta las cuerdas vocales. Fondo y forma escénica elevados a la quinta potencia.
Plastique Fantastique. El arquitecto Mario Cavenacci construirá dos de sus sorprendentes esculturas inflables gigantes en el Centre del Carme de València. Medusa, que se convertirá en espacio propio del certamen acogiendo algunas actuaciones; y Burbuja de los deseos, con la que se pretende dar voz a todo aquel invisible que quiera alzarla.
Dreams & Nightmares. Una habitación oscura. Juegos esporádicos de luz. Los sonidos como única brújula para guiarse por su interior. El suizo Dimitri de Perrot apuesta por una experiencia muy física, en la que el oído es el guía, y se pone el acento sobre lo invisible.
Mr. Gaga. «El lenguaje Gaga surgió de la necesidad vital de codificar los sentimientos del coreógrafo Ohad Naharin, que tras una grave lesión de espalda, se vio obligado a expresarlos corporalmente de otro modo», se puede leer en la web del festival. Para darlo a conocer, en 10 Sentidos se proyectará el documental Mr. Gaga sobre la vida de Naharin, al tiempo que se impartirán sendas clases magistrales, una dirigida a público amateur y otra a bailarines profesionales.
València, la ciudad visible
València Invisible. Interesante iniciativa del festival para visibilizar, a través del arte, lugares (una calle, un barrio, un mercado, cualquier rincón) que, por algún u otro motivo, se puedan considerar invisibles. Tres han sido los proyectos seleccionados: Salt, de Fil d’Arena; Quan les parets parlen; y Spidertag Arte Urbano.
Recuperar a Goerlich. Edu Comelles pretende recuperar, desde el punto de visa sonoro, la Plaza del Ayuntamiento, cuya reforma fue impulsada por el arquitecto Javier Goerlich. Para ello, «un sistema multicanal de altavoces ubicados, en la posición exacta en la que se encontraba el atrio, dibujarán con sonido, el paisaje sonoro de ese singular espacio ya desaparecido».
Ser visibles. La SubTerrànea y personas de distintos colectivos juntos en el escenario. Un objetivo común que ya anticipa el título de la obra. Un proyecto comunitario surgido a partir de la invitación por parte del certamen a la compañía valenciana.
Elegia. Un exiliado huyendo de la guerra. En su desesperada marcha lo está perdiendo todo, su pasado, sus raíces, su identidad, su visibilidad. Detrás de esta pieza escénica está la compañía residente de Carme Teatre, con Aureli Delgado a la creación y dirección y Luis Melià en el escenario.
Ese hombre tiene un mundo en su cabeza. Hay operaciones matemáticas que se sabe con antelación que van a tener un buen resultado. Esta obra de Toni Torderá es una de ellas. Con sumandos como Rafael Chirbes, Carmen Calvo, Alfons Cervera, Enric Juezas o Caldo, entre otros, es imposible que ocurra de otra forma.
Certamen Coreográfico 10 Sentidos. Es como un pequeño festival dentro del festival. Para esta edición se han seleccionado diez propuestas coreográficas, entre las casi trescientas recibidas, de procedencia tan variada como Rusia, Estados Unidos, Alemania o Eslovenia. Un potente jurado profesional será el encargado de elegir la pieza ganadora.
No dejar pasar
La programación de este año se completa con Dancers, con la prestigiosa coréografa Sonia Gómez al frente; Offline, que une las brechas digitales y física que viven las personas sin hogar; Toquecito Minus, un monólogo sobre vivencias personales a partir de la decisión personal de su autor, Telmo Irureta, de no quedarse quieto a pesar de las limitaciones que conlleva desplazarse en una silla de ruedas; Monkey mind, una obra en la que conviven bailarines profesionales con personas con distintas discapacidades; e Idem, una pieza corta sobre la necesidad de no tener que convertir siempre en un prototipo humano a todo aquel al que se asocia a un colectivo.
Música. El pop de raigambre oscura de La Plata, la sutileza sónica de Uke, la infalible apuesta electrónica de Dj H4L9000 o la sorprendente opción de visibilizar el sonido, a través de espectogramas, de Edu Comelles en Spectre (Live), conforman la opción musical, variada, ecléctica y con buena nota, del certamen.
Actividades paralelas. Talleres, clases magistrales, charlas, mesas redondas, una ruta por librerías valencianas,… 10 Sentidos no se limita a programar montajes, sino que facilita y promueve la reflexión en torno a ellos, al arte en general, y a cómo este puede influir en nuestro día a día.