discosLa atemporalidad es la meta que muchos discos de los que se publican querrían atravesar. Canciones que no se erosionan con el paso del tiempo. Melodías que regatean el impacto inmediato y no se diluyen entre cientos de archivos de audio. Aquí van cinco álbumes que bien podrían entrar en ese club de privilegiados.

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Las dos canciones de «Landscapes» (2013) fueron suficientes para intuir que los catalanes Berlinist eran un proyecto que crecería sin prisas, con mimo y con la certeza de que cada paso que daban era el correcto. Con «The Winter Hexagon», su debut largo, han confirmado todas las quinielas que confiaron en ellos. Podemos llamarlo música de cámara pop; mentar a Sigur Rós, Bon Iver o Philip Glass; destacar el halo operístico de las composiciones; hablar de las atmósferas sonoras que inventan; incidir en que son un rara avis en el panorama nacional; pero nada lograría superar el placer de escucharles.

Con Primogénito López sucede algo similar. Su primer trabajo, de título homónimo, podía servir de aviso de lo que el futuro iba a deparar. Pero cualquier calculo que se hiciera se quedó corto. «El material» (Discos de Paseo) es un disco lleno de hits de serie b, de canciones que acampan en el cerebro, de orgullo de extrarradio bien entendido. La línea de pop oscuro que mezcla la lírica elegante de Stephin Merritt o Joy Division con la anormalidad de German Coppini. La arritmia vocal lejos de revelarse como una pose acaba marcando el devenir de cada tema. La nostalgia que duele y sirve de refugio. Uno de los discos del 2015. Sant Feliu de Llobregat existe. Y tanto.

Maronda con su primer disco nos abrió los ojos y con el segundo nos tapó la boca. La expectación con el tercero era, pues, enorme. Su pericia compositiva para hacer pleno en la diana podía presagiar una nueva colección de canciones de estructura pop, estribillos inmensos y letras trabajadas como las que rebosaban en su celebrado anterior trabajo. Pero «Vibraciones», sin dejar de tener todo ello, es otra cosa. Un álbum que ha perdido inmediatez, pero ha ganado en contundencia y registros. Un disco de fondo que va sumando en cada escucha. Un recorrido con parada en todas las décadas desde los años 50 hasta la actualidad. Sigue incorporando referencias, pero sin quedarse en el mero plagio. Continúa sacando petróleo a las voces femeninas. Vuelve a facturar unos inicios de canciones adherentes. En definitiva crece de manera vertical, en lugar de hacerlo horizontalmente. ¿Alguien mencionó a Edwyn Collins?

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Rafa Skam ya hace tiempo que volcó su pasión por la música en su grupo The Yellow Melodies. Así junto a los discos con material propio, han ido publicando otros (la trilogía «Fan») en los que rendían homenaje a algunos de sus héroes personales. Hace tres años, ese tributo plastificado se centró íntegramente en Television Personalities, con un ep de cinco temas. Ahora, BMX Bandits son los protagonistas con «Students of Life: A Tribute to…» (Sweet Grooves Records). Seis fantásticas revisiones («Girl at the bus stop» en el top) que no sólo tienen una labor difusora de la imprescindible obra de Duglas T. Stewart, sino la posibilidad de redescubrir estas joyas de manera distinta a la que fueron concebidas.

Agonizaban los años ochenta y el punk lucía esplendoroso en este país. Aunque el Rock Radikal Vasco había entrado en bucle, unas cuantas bandas buscaban su propio discurso. Las había que se decantaban por canciones más melódicas como Shock Treatment y familia, mientras otras se aferraban a los mástiles de sus guitarras y destilaban aguerridas dosis de protopunk noise. En el Norte con el llamado sonido Buenavista (La Perrera y sus descendientes: Nuevo Catecismo Católico y Señor No), en la capital con Wipe Out Skaters o en las islas Baleares con Cerebros Exprimidos. Todos ellos adoradores de Black Flag. Teletexto hubieran encajado, perfectamente, en este segundo grupo. Las trece canciones de su primer álbum, aunque algo escoradas hacia ese hardcore virulento que ya en los 90 BCore desmembró del árbol central, lo constataban. Con «La película» (Discos de Perfil / Mongolic Records), han insuflado oxígeno a su repertorio y la apisonadora ha levantado el pie del acelerador. El resultado, que no andaría tan lejos de una suma de lo reflejado en las líneas anteriores, gana en interés. Sigue habiendo descargas hipervitaminadas (sin ir más lejos el inicio y final del disco), pero ahora la baraja tiene más palos (la adictiva «Poper pow», «Le Film» o la instrumental «Dartañan»), sin perder por ello personalidad.