Años luz es el título de una estupenda novela del gran James Salter y, también, del último disco, el décimosegundo, de La Habitación Roja. Y no es por casualidad. La melancolía luminosa, la incomunicación, la vulnerabilidad, las emociones y la sensibilidad están aquí y allá. Hasta la portada del álbum y los primeros pasajes descriptivos del libro caminan conjuntos e imperturbables, si bien lo que en uno es una montaña en el otro es un río.
2020 tendría que haber sido el gran año de la banda valenciana. Tenían previsto celebrar su veinticinco aniversario poco menos que como si hubiesen ganado un mundial. La Habitación Roja acababa de cambiar de sello y de manager, y la salida de Jordi Sapena después de casi una década en el grupo ya estaba cicatrizada con Endika Martín. Corrían aires de fin de etapa, o de inicio de una nueva, que al fin y al cabo es lo mismo. Y la gira de celebración del cuarto de siglo era el escenario perfecto. Pero llegó el coronavirus y todo saltó por los aires.
Siete de las diez canciones de Años luz (Intromusica, 2021) fueron compuestas entonces, antes de la aparición de la covid-19, y en sus letras se vislumbra cierto balance reflexivo, en lo personal y lo profesional, en la línea de ese cambio de ciclo del que hablábamos. Todas ellas, de manera asombrosa, se han adaptado ahora a la realidad que vivimos. Y guardan perfecta armonía con las tres restantes del disco, creadas, estas sí, durante la pandemia
«Puede que sea porque somos un grupo un poco así dramático, en cierta manera, en las letras, con canciones que hablan de soledad o aislamiento y encajan muy bien en la situación actual», explica Pau Roca (guitarras) en conversación telefónica mientras viajan rumbo a Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), a tocar en el Atlantic Fest. Tres días después, el viernes 16 de julio tienen cita en València, a partir de las 21.30h (con Cora Yako abriendo la noche), dentro de la programación Vibra Mahou de los Concerts de Vivers de la Gran Fira de València.
Aunque, como apunta Pau, la melancolía siempre ha estado presente en La Habitación Roja, en Años luz parece que es mayor la dosis, como la de nostalgia, reflexión o recuento de lo vivido. Canciones del ahora, que «no podríamos haber grabado hace años. Si repasamos nuestra trayectoria desde hace 25 o 26 años, se puede ver la evolución, hay canciones de cada época de nuestra vida. Las de Años luz no las podríamos haber hecho con veintipocos. Tienen una temática y los problemas propios de nuestra edad actual. Son temas universales, que cada cual puede adaptar a su situación personal, pero espero que sean canciones distintas a las que hacíamos con veintipico años. Que sí, que son temáticas parecidas, pero con el matiz de la edad, antes nos preocupaban otras cosas, claro».
El nuevo álbum reafirma lo que empezó a evidenciarse en Sagrado corazón (Mushroom Pillow, 2016) y se corroboró en Memoria (Mushroom Pillow, 2018). La Habitación Roja prefiere las canciones de fondo a los hits inmediatos, el disfrute en los desarrollos a la hora de componer y tocar en directo a los estímulos puntuales. Como miembros (similitudes sonoras a un lado) de un club del que podrían formar parte The National, Cigarettes After Sex o los Pulp de We Love Life o This is Hardcore, por poner algunos ejemplos. Hacedores de discos que crecen con cada escucha. «Ahí en lo que has dicho me defines perfectamente. Me declaro muy culpable porque a pesar de que siga escuchando a Slayer, y de que me encantan las canciones guitarreras, Sonic Youth… disfruto mucho cuando tocamos, debe de ser por la edad, canciones con matices, desarrollos, incluso que aunque yo toque menos y haga menos ruido, sea todo un poco más delicado. Y puede que al resto del grupo les pase igual».
La Habitación Roja es un grupo pop en el sentido más amplio del término. Un estilo musical que a estas alturas del siglo XXI, y aunque parezca mentira, sigue denostado en algunos ambientes profesionales. Tal vez por ello, pasan desapercibidas las capas, detalles o elementos que conforman sus canciones, unas composiciones en las que se atreven a experimentar a pesar de que después casi siempre solo se haga referencia a sus melodías. «Si se analizan fríamente nuestra trayectoria conviven canciones que no tienen nada que ver. Tenemos algo que tiene su lado bueno y su lado malo, y es que cualquier canción que toquemos nosotros cuatro suena a La Habitación Roja. Eso nos da el poder de hacer cosas totalmente opuestas y que suene a nosotros, pero es una carga en el sentido de que hagamos lo que hagamos será La Habitación Roja».
En Años luz, la presencia vocal de Jorge Martí (voz y guitarras) es mayor que en los discos anteriores, se le escucha más y mejor. «Cada vez, las canciones son menos de local de ensayo y más de estudio. Cuando sí pasan por el local, las canciones suelen tener más partes instrumentales. También es cierto que las últimas composiciones tienen más letra y eso va dejando menos espacio a la instrumentación porque si no durarían mucho».
También con este disco han recuperado la sana costumbre en varios de los temas, casi olvidada desde Fue eléctrico (Mushroom Pillow, 2012), de que sea la batería de José Marco la que marque el ritmo desde el inicio. «Sí, es verdad, pero ha sido casualidad. Es una cosa que funciona bien. Si el ritmo tiene algún tipo de personalidad, o es peculiar, a mí es una forma de empezar que me gusta mucho».
La banda valenciana (que se completa con Marc Greenwood al bajo) fue dando a conocer el disco con el adelanto de varias canciones. La extraña situación provocada por la pandemia y los nuevos tiempos que corren en la industria musical tuvieron mucho que ver. «El mercado, en general, está yendo hacia las canciones más que hacia los discos». Pero La Habitación Roja sigue necesitando el formato álbum y la edición física. «Nos sigue funcionando como obra. Nos ha gustado lo de ir adelantando canción a canción, pero hasta que no las hemos unido, les hemos puesto una portada y ha habido una edición física, no hemos tenido la sensación de haber sacado un disco. Nos hemos educado así, y aunque puede que no tenga mucho sentido y pudiéramos sobrevivir sacando canciones sueltas, es que nos gusta».
Aunque esto último pudiera alejarles de un público más joven, al final las canciones son las que se terminan imponiendo. Y La Habitación Roja puede presumir de algo tan complicado como la conexión intergeneracional con su público, sin que para ello haber tenido que hacer alguna concesión. «Que se vaya incorporando público joven es ideal y necesario para no acabar siendo un grupo revival de uno mismo. Te pone las pilas. Es muy curioso porque en nuestro caso es algo bienvenido, pero que no controlamos. Las canciones pop tienen esa virtud. Cuando yo tenía doce años me sentía muy identificado con las canciones que hacía un tío con mallas, de West Ham, Londres, que hablaba sobre cosas muy raras, pero que a mí me parecía que me hablaba a mí. Es la maravilla del pop, que si la canción te funciona la adaptas a tus exigencias, sobre todo si están un poco abiertas». A ello hay que sumar que «Indestructible, salió en una serie para adolescentes, Élite, y tuvo millones de escuchas de gente de esa edad».
La vida musical de algunos miembros de La Habitación Roja no se acaba en la Habitación Roja. El propio Pau forma parte de Lost Tapes y de Diamont Dancer, Marc Greenwood de Maronda y Endika de Senior i el Cor Brutal. Una diversificación que puede acabar influyendo en la banda nodriza, aunque sea por omisión, al tener satisfechas unas necesidades musicales distintas. «Como dices, sí, es verdad, a mí me desquita de ciertas cosas. La Habitación Roja tiene que ser lo que es, es un barco que va a una velocidad y hay cosas que son La Habitación Roja y cosas que no. Aunque, como hablábamos antes, puedo usar en sus canciones recursos que utilizo en un disco de ambient de Diamont Dancer y no lo parecen. Esos otros grupos te dan herramientas que luego se pueden aplicar de manera sutil en La Habitación Roja, hay un camino de vuelta que es muy positivo».
Años luz tendrá una suerte de Años luz II, la segunda parte de un disco que pudo haber sido doble, pero que las circunstancias lo convirtieron en dos trabajos individuales. Ya andan metidos en la grabación y volverán a repetir con Paco Loco. «Habrá bastantes conexiones entre ambos discos, a nivel formal, de diseño, el nombre que es como el que has dicho… Imagino que es porque somos un grupo que hacemos las canciones del momento y si normalmente hay una especie de lógica entre nuestros discos, entre un álbum y el siguiente, aquí también pasa. Hay canciones casi intercambiables entre ambos álbumes a muchos niveles. Nos hemos planteado, algún día, sacar una edición doble con los dos discos, creo que encajarían bien».