Que Lanuca (Ángela Bonet) era de otro mundo era algo evidente. Sus canciones, sus sonoridades, sus letras, sus vídeos, su propuesta visual, sus versiones, sus portadas… así lo atestiguaban. Su último disco, CYA JYX (Bonavena Música, 2021), es también el nombre de su planeta de procedencia. Y el círculo se cierra.
Ocho canciones que tienen mucho de viaje por esa galaxia personal, como si de una visita guiada se tratara. En la que absolutamente nada parece haberse dejado a la improvisación. Ni esas composiciones de apariencia sencilla que no lo son, ni, por ejemplo, el orden del track list.
Pop excelente y exquisito, que podría ir acompañado de apelativos como dream, space, folk, lofi o ambient, pero que esquiva cualquier intento de ser etiquetado con la misma soltura con que cada canción se va hinchando en cada escucha. Un álbum que pide a gritos edición física.
El disco se titula CYA JYX, el supuesto planeta del que viene Lanuca, grabas con ese seudónimo, pero Lanuca es un proyecto muy personal. ¿Qué te permite «este juego» y no firmar como Ángela Bonet?
Considero a Lanuca como un ser con entidad propia. La respeto mucho. Es algo un tanto misterioso. CYA JYX es el «lugar» que necesitaba Lanuca. Como una vuelta al hogar.También lo que se merece: una fortaleza sonora. Le he querido dar un sitio, porque parecía no encontrarlo mucho en este mundo y pensé, claro, es que su mundo es otro. De ahí el título de CYA JYX. No es cosa de Ángela, es cosa de Lanuca.
Cuando te entrevistamos por tu anterior disco Rémora (Bonavena Música, 2018), dijiste que te «apetecía ahondar en la idea de Rémora, de detener el tiempo a través de canciones». No sé si aquí tenías la misma intención, pero vuelve a ocurrir.
Sí, la verdad es que es algo a lo que recurro bastante a menudo. Creo que tengo la necesidad fuerte de quedarme colgando, como de levitar, abandonar la realidad o emplearla como trampolín a otros mundos. Es ese salto el que persigo. Me alegra que algo de eso esté en las canciones. En adelante, tengo intención de adentrarme y reforzarlo lo más que pueda. Quiero que el resto de personas también lo experimenten, que también sea reconfortante para todo el mundo.
¿Ha cambiado tu proceso compositivo a medida que la electrónica (y la tecnología) han entrado en el mismo?
Este disco ha sido creado de manera bastante autónoma, quizá más que ninguno. Me adentré en el mundo de la producción un poco de la mano de Jordi, que me ha ayudado mucho durante el proceso. Es una herramienta que para un proyecto como Lanuca es bastante enriquecedora, a mi modo de verlo. También me permite acceder a otras muchas atmósferas que de otra forma sería difícil de manera individual. Así que de momento quiero involucrarme un poco más en todo éste entramado digital que a veces saca de quicio pero que es tan mágico.
¿Cómo llevaste las canciones a la grabación, muy cerradas, abiertas a nuevos cambios…?
Las canciones de CYA JYX estaban grabadas ya, digamos, de una manera más precaria, cuando las presenté a producción. Entonces mostraban ya muchos de los rasgos que están presentes en las versiones definitivas del disco, a nivel de producción, me refiero. Sin embargo, la despedida, titulada «CYA JYX» fue engendrada en el estudio de Jordi.
¿Crees que la pandemia ha afectado de alguna manera a tus canciones? Aunque sigues manteniendo algunos rasgos de temas anteriores, es cierto que, tal y como dices en el podcast que grabaste hablando de las canciones, las letras son menos crípticas.
Sí, en CYA JYX hice un ejercicio de anticripticismo. De querer acercarme al pop sin mucho rodeo. El pop a veces es así, aparentemente simple, pero tiene detrás lo suyo. En CYA JYX quería probar a ser más clara, más transparente. Aunque creo que Lanuca siempre lo ha sido, tiene su código visceral, natural, intuitivo … y le estoy agradecida por ello, de no haber sido así no me hubiera permitido crecer como lo ha hecho. A veces me ha hablado muy claro en cuanto al tono emocional y esto a veces es difícil de comprender a nivel racional.
En el disco han colaborado Jordi Sempere y Manolo Bertrán.
El trabajo con Manolo en este disco ha sido bastante fluido y espontáneo. Debido a las circunstancias externas hemos tenido también que darle esta libertad al proceso.
Con Jordi recuerdo que quedé una mañana rara post-pandémica cerca del mar y hablamos de cómo ir planteando la producción del disco. Creo que su mirada musical y su cariño han hecho mucho por CYA JYX.
Respecto a Rémora, este trabajo cuenta con muchas menos colaboraciones.
Rémora es el disco que más colaboraciones tiene. A veces me sorprendo del afecto y del cariño que ha recibido Lanuca. Ana, Vanessa, Santi, Manolo… Hoy en día, sin embargo, estoy en un mood bastante más autosuficiente e independiente. Creo que la pandemia también ha tenido que ver con este desarrollo.
También comparado con Rémora, CYA JYX parece más luminoso, más limpio, el anterior tenía cierto deje oscuro. Casualmente (o no), «Sacramento», la última canción del disco anterior es la que mejor engarza con este y establece como un hilo «de continuidad». ¿Cómo ves tú CYA JYX respecto a Rémora?
Sí, como te decía, CYA JYX tiene que ver más con el mundo del pop así más clásico, en la búsqueda de canciones armónicas de tres minutos. Efectivamente, tiene una relación clara con «Sacramento» de Rémora. Pero no ha sido adrede que fuera la última del anterior y tenga más que ver con este. Al menos de una manera consciente. Rémora, en otro sentido pop, permanecía más en ese «salto» del que hablaba antes. Como de tensar la cuerda, de detener el tiempo.
¿Es tu disco que más invita al baile?
Puede ser. No tengo ninguna intención de que la gente baile con CYA JYX, creo que si se quiere, se puede bailar con CYA JYX pero también con cualquiera de las otras de Lanuca. Más cerquita.
Cantas «Aún sigo aquí / donde el corazón no deja de latir» en «Aquí» y «Me arrepiento de nada» en «Cocodrilia». ¿Hay algo de reivindicación del proyecto Lanuca, de recordar que sigue vivo?.
Sí, cuando lo hice, ha pasado ya bastante tiempo, creía que era necesaria una autoreivindicación de Lanuca. Cosas mías. Hoy en día creo que no lo plantearía así. Aunque estoy contenta de que existan esas canciones y esos versos.