Toni Mejías, de Los Chikos del Maíz, la cantautora Sandra Monfort, el periodista Lluís Gendrau y los miembros del colectivo Propaganda Pel Fet! analizan el éxito sin precedentes de la banda de Gandía.
El pasado 7 de enero, ZOO anunciaba su despedida con un videosingle que lo decía todo en cuatro minutos. En un asombroso ejercicio de concisión, Epíleg habla de lo bonito que ha sido el viaje y también de cuáles han sido sus peajes emocionales. Es, sobre todo, una canción de agradecimiento a aquellas personas que han formado parte del proyecto a lo largo de sus diez años de vida, y también a la enorme masa de público que les ha ayudado a marcar un hito en la historia de la música popular valenciana.
Para tratar de analizar las claves del ‘fenómeno ZOO’ nos hemos puesto en contacto con varias personas que conocen bien a la banda de Gandía, así como los engranajes de la industria musical y la vida en los escenarios. Hablamos en primer lugar con Toni Mejías, un viejo amigo de Panxo, líder de ZOO, con quien además comparte un proyecto musical paralelo, Rawpublik. Da la casualidad, además, de que la banda de rap político Los Chikos del Maíz, fundada por Toni y Nega hace casi veinte años, también anunció la semana pasada mediante un comunicado una ‘tregua indefinida’ a partir de 2025. Otro ejemplo de grupo que decide detener su actividad —en su caso, entendemos que de forma transitoria—, aun estando en la cresta de la ola.
«Panxo y yo nos conocimos cuando solo éramos cuatro raperos en València —recuerda—. Se fue forjando entre nosotros una amistad nacida de la admiración mutua y de las noches de Benimaclet, donde él vivía y nos juntábamos a menudo. Nos pasábamos la música que hacíamos y la que nos gustaba. Por aquella época, hará unos 15 años o más, hicimos algunos conciertos juntos; yo también le hice de corista en su antiguo grupo, Sophy ZOO, e incluso cuando él estaba en Orxata Sound System salía a veces a cantar en sus conciertos. Como digo en un tema de Rawpublik, «nos juntó el boombap y la noche». Al resto de integrantes de ZOO —Arnau, Marcos, Poller, Nacho— los fui conociendo después poco a poco».
Panxo, gran contador de historias
«Desde el inicio, con Estiu, que es una canción redonda, hasta Epíleg, son, la mayoría, canciones muy buenas, y ahí reside gran parte de su éxito —opina Toni–. No es fácil hacer buenas canciones que vayan más allá de tu público objetivo y logren romper la barrera del idioma y de la cercanía política. Nada fácil. También creo que han comunicado muy bien desde el principio. Panxo (y el equipo que le rodea) es muy inteligente y siempre ha sabido medir los tiempos hasta para despedirse. Y han generado, por lo general, una simpatía y una sensación de familia cercana y accesible, al contrario que otros grupos que parecen vivir en un pedestal y ser intocables. Ellos no han caído en ese escalafón ególatra«. «Creo además —continúa el rapero valenciano— que Panxo es un gran letrista, un contador de historias que se nota que ha estudiado filosofía. Más allá del flow, de las melodías que crea, de los estribillos pegadizos y todas las demás movidas más básicas para crear una buena canción, siempre he destacado de Panxo su manera de componer y transmitir. Ser capaz de contar una historia y meterte en ella en lo que dura una canción es una tarea muy complicada, y él lo consigue«.
«Zoo ha sabido leer bien las necesidades que ha tenido cada momento social que hemos ido viviendo; han sabido ofrecer a su gente la gragea vitamínica que pedían para sobrevivir a las incomodidades que el Estado genera —señala por su parte la artista Sandra Monfort—. Han ofrecido letras con contenido poético, político, incluso humorístico en las que todas nos hemos sentido identificadas, y por tanto conectadas, tanto a nivel íntimo como a nivel explosivo festivo. Zoo nos han acompañado en nuestras luchas diarias y en los conciertos nos han dado momentos de unión colectiva, desenfreno, alegría, euforia y amor».
Maestros del directo
Más opiniones. En este caso recogemos la de Lluís Gendrau, periodista de la revista Enderrock, el buque insignia de la música popular cantada en catalán. «Zoo ha sabido combinar una apuesta innovadora en la fusión de rap y electrónica, junto con un discurso comprometido y en catalán. Estos elementos, sumados a su directo impecable y a la gestión de una empresa de management (Propaganda pel Fet!) con capacidad para hacer giras no solo en los Países Catalanes sino en todo el territorio español, han situado a Zoo como líderes de la escena alternativa. No son número 1 en la radio ni en Spotify, ni salen en televisión, pero han sabido gestionar el éxito en una franja mainstream y alternativa».
Efectivamente, es imposible analizar la trayectoria de Zoo sin hablar de Propaganda pel Fet!, editores de los dos primeros álbumes de la banda, Tempestes vénen del sud (2014) y Raval (2017). Si alguien conoce de cerca las claves del éxito de Zoo son los miembros de este colectivo, cuya evolución como sello discográfico y agencia de management le debe mucho a los grupos valencianos. «ZOO irrumpen en el panorama en 2014, momento de despegue e incorporación definitiva del 2.0 y las plataformas de streaming a la industria musical: en otro momento, la propagación de una propuesta como la suya hubiera sido posiblemente más lenta», señalan.
Una estructura profesional
«Por otro lado, ZOO recogen la herencia de artistas como Obrint Pas, que se presentaron con una propuesta que musicalmente y socialmente era rompedora en su momento; los de Gandía incorporan el uso de la electrónica en el tuétano de su producción y composición, y la clavaron. A esta fórmula artística hay que sumar un olfato innato para sintetizar melodías y líricas y una clara, exitosa y acertadísima vocación popular. Además, hay que tener en cuenta también que socialmente en el País Valencià —y visto desde el Ebro para arriba—, los ocho años del gobierno del Botánico han permitido un salto cuantitativo y cualitativo para el sector musical valenciano en todos los sentidos que no se había experimentado nunca antes. Finalmente, también en su éxito ha tenido que ver el hecho que Panxo viniera bregado en mil-y-una batallas del underground (de Sophy ZOO a Orxata), y que ZOO fuera su primer proyecto trabajado con la ayuda de una estructura más profesional».
Rompiendo barreras lingüísticas
Lluís Gendrau pone en duda la idea de que los grupos que cantan en catalán, valenciano o mallorquín lo tengan ahora más fácil para triunfar en territorios castellanoparlantes. «La capacidad de difusión, promoción y popularidad de los grupos o artistas que cantan en catalán en el resto del Estado es nulo o prácticamente simbólico: ha sido así casi siempre y así continúa siendo. No hay mercado, excepto por algunas propuestas alternativas, que encuentran hueco en segmentos de izquierdas o alternativos españoles y del resto de Europa. Ni siquiera los cantautores en catalán que en la década de los 60 y 70 eran referentes en el resto del Estado han conseguido mantener su popularidad, ni tampoco han conseguido triunfar otros artistas —señala este periodista—. El mercado está prácticamente cerrado y bloqueado por cuestiones de lengua, tanto a nivel mediático (radios y TV), como industrial como político. Ni siquiera cuando organismos estatales como el Ministerio o SGAE hacen propuestas transversales tienen en cuenta los artistas catalanes-valencianos-mallorquines, y todavía menos los que cantan en catalán».
«Hablando de músicas populares y casos de éxito de los últimos 50 años, habitualmente los proyectos musicales pensados y cantados en catalán que querían «hacer las Españas« cambiaban de lengua como condición autoimpuesta para hacer el salto —explican desde Propaganda pel Fet!, en declaraciones a Verlanga—. Los primeros que consiguieron girar de forma global sin cambiar la lengua fueron Obrint Pas a finales del siglo XX. ZOO han continuado esta línea y, además, siguiendo la nueva lógica que ha imperado durante los últimos 5-8 años, han abierto el melón de llenar un gran espacio escénico en la capital del reino. Cerrar un número sustancial de fechas en todo el país se considera un éxito, y si lo coronas con un gran concierto propio en Madrid, entonces ya es la bomba. Pero esto, cantando en catalán, lo ha conseguido muy poca gente (Manel no lo han hecho, por ejemplo)».
Sandra Monfort, que utiliza el valenciano como lengua vehicular en su música, se muestra más optimista: «Estamos en un momento en el que las periferias, lo queer, lo no normativo, se está poniendo en el centro de manera victoriosa, con fuerza y con alegría. Cantar en lenguas no mayoritarias siempre había sido una barrera, y no tanto por la traba lingüística, ya que durante muchos años hemos vivido el auge de festivales que programaban música anglosajona, y todo el mundo coreaba sin entender lo que decían las letras. Escuchar música en inglés estaba de moda, te hacía ser interesante —opina la artista de Pedreguer–. Creo que las lenguas no mayoritarias están en auge: desde la izquierda, desde una resistencia política, desde un querer existir y querer mostrar su belleza. Y aunque aún no están ocupando el mismo espacio que las músicas en castellano, estamos en el buen camino. Cada vez más gente reconoce como algo bonito y enriquecedor escuchar cantar en gallego, asturiano, vasco, valenciano o andaluz, con sus diferentes acentos, palabras y expresiones. Cada vez queremos acercarnos más a ellas, corearlas, amarlas, darles un lugar, reivindicarlas y llevarlas por bandera».
Despedirse en el momento álgido
No todo el mundo ha entendido el adiós de ZOO, ni siquiera cuando ha venido amortiguado con el anuncio de una nueva gira de once fechas por todo el territorio español. Algunos seguidores se tomaron la noticia con cierta irritación e incluso incredulidad. ¿Quién querría disolver un grupo apenas un año después de llenar el Palau Sant Jordi de Barcelona y el WiZink de Madrid? Es evidente que no acabamos de entender que el éxito puede llegar a ser agotador y que la idea de sostener en el tiempo las expectativas de los demás tiene algo de terrorífico.
«En Propaganda pel Fet! acompañamos a los artistas en sus carreras de una manera muy poco intervencionista —nos explican los ex-managers de ZOO—. Entre la pedagogía y el autoritarismo, siempre gana la pedagogía, por goleada. Al final, un proyecto artístico es soberano y hace lo que le parece, cómo le parece y cuándo le parece. Esto es maravilloso y nosotros creemos que es como tiene que ser. Hay ejemplos a puñados de artistas que lo dejan cuando están en su mejor momento (creativo y de popularidad) según el público y la crítica, pero quizás no desde el punto de vista del artista. Y al revés, el mundo también está lleno de artistas que estiran el chicle. Lo más importante es que cada uno haga lo que le parezca».
«No olvidemos que los grupos están formados por personas que tienen sus necesidades, y que estas necesidades muchísimas veces sucumben ante las del propio grupo o las de la industria —concluye Sandra Monfort—. Los creadores estamos siempre al servicio del mundo, y esto es precioso muchas veces, pero en otras ocasiones es agotador. Crear, exponerse, hacer conciertos, dormir fuera de casa, muchas horas de furgo; comer, descansar y cobrar mal; sacrificar las horas de descanso o de reunirse con la familia y con las amigas… Son muchas las cosas que tenemos que aceptar los que nos dedicamos a esto. Si lo hacemos es porque nos compensa, porque no podemos vivir de otra manera, porque nos encanta nuestro trabajo, pero hay un momento en que todo cae, se desploma, se desgasta y es muy importante ser fiel y respetar esto. Es importante saber aflojar, soltar, para poder cuidarse y volver en sí. Para poder regenerar todo el flujo creativo y emocional, y quizás para seguir haciendo lo que hacíamos, o quizás para transformarlo en nuevas fórmulas que nos hacen más felices. Quizás el público se queje, quiera más, te riña… quizás han olvidado que detrás de cada canción hay un pequeño desgarre que nos acompaña siempre, y que cuando el cuerpo pide salsa, dale salsa, pero cuando el cuerpo dice ¡Soooo! a gritos… da igual lo que haya por delante».