Lole Montoya.

Lole Montoya (Sevilla, 1954) es historia de la música de este país. Como Lole y Manuel (con Manuel Molina) pusieron patas arriba el flamenco. Su disco Nuevo día (1975) sentó las bases de su futuro. Mucho (o casi todo) de lo que vino después no se entendería (de Camarón o Pata Negra a Rosalía) sin sus grabaciones.

Más cantaora que cantante, Lole Montoya siguió después su camino en solitario fiel a su filosofía. Pionera, moderna, innovadora. Flamenco y gospel, Manuel de Falla y Frank Sinatra, Ella Fitzgerald y boleros, bulerías y lamento árabe, «Todos es de color» y «Bintijamila»… Su prodigiosa voz no conoce límites.

Lole Montoya actúa el próximo lunes, 8 de mayo, en el Teatro Olympia. Antes nos atiende por teléfono.

¿Qué repertorio ha preparado para el concierto en València?

A la gente le gusta oír siempre canciones de Lole y Manuel como «Dime», «Un cuento para mi niño»… o unas alegrías, alguna bulería… Aún no lo puedo decir porque me tengo que reunir con el guitarrista para decidirlo. También habrá alguna canción de mis discos en solitario, unos tangos… y más cosas. Si es que tengo tanto para elegir…

Con Lole y Manuel fueron pioneros (el Nuevo Flamenco), muy modernos en un momento en que España se desperezaba del franquismo, e innovadores en todo lo que hacían como cantar sentados, con guitarra, palmas y voz, a las cinco de la madrugada en el festival Canet Rock.

Recuerdo todo aquello muy bien, incluido la Familia Montoya. Lole y Manuel está en mí, con alegría, con un cierto grado de respeto, me enseñó mucho, nos abrió mucho… Como digo todo eso están en mí, y tengo un recuerdo muy bueno, pero a la vez estoy abierta a nuevas canciones.

Nunca ha presumido de ese carácter pionero e innovador al que hacíamos mención en la pregunta anterior, incluso todo lo contrario, ha preferido que la música hable por usted, en este sentido.

Pero, ¿qué quieres que haga? ¿Que vaya saludando a la gente por la calle y les diga lo que tú me estás diciendo? No presumo porque es verdadero. Claro que soy consciente de lo que he hecho. Es que no ha habido muchos creadores como nosotros. Camarón, por ejemplo, tuvo una forma de hacer flamenco, pero él no hizo el Nuevo Flamenco. Al decir esto no estoy presumiendo porque no tengo por qué hacerlo, pero claro que le doy importancia.

¿Cómo no voy a hacerlo con lo que me gusta la música? Yo estoy siempre muy pendiente de todo con mis canciones, me gusta estar presente en la mezcla de la grabación, «no, no, que los instrumentos tapan la voz, arréglalo», me gusta todo eso. Mi padre era bailaor y tenía muy buen gusto con la música. También mis abuelos eran cantantes, eso lo traemos, entonces no roneamos, nos gusta, lo vivimos y lo expresamos desde el escenario, quizás de una manera diferente eso sí, pero es que si no seríamos todos iguales. Pero la verdad es que no ha habido mucha creación desde entonces, ha habido mucha mezcla, todo va cambiando, la gente quiere prosperar, pero hay mucha imitación. Hay muchas cantantes de flamenco y de copla que se limitan a tener una voz muy potente, pero no transmiten.

Después de Lole y Manuel grabó tres álbumes en solitario. Metáfora (2008) es el último hasta la fecha, aunque sí ha publicado algún single digital.

Es que ya no se pueden sacar discos. Las discográficas te lo piden todo, se quedan con todo. El artista lo pone todo, el nombre, el trabajo de la producción, absolutamente todo, y ya después cuando te dan alguna cosa lo que hacen es sacarlo por otro lado. Yo, para grabar, tengo que hacerlo yo todo. Ahora no hay una una ayuda por parte de productores y de casas discográficas. Hace mucho años que no.

También, lo que grabaría, en caso de poder hacerlo tendría que ser algo especial. Porque claro, yo estoy acostumbrada a cantar algo que tenga un sentido, que hable a la humanidad, algo de prosperidad, algo del alma, algo poético… he tenido muy buena suerte y ha sido un privilegio porque he cantado cosas muy bonitas como «Las mil y una noches en árabe» o versos de Juan Ramón Jiménez o Miguel Hernández.

En su instagram ha compartido una canción nueva recientemente, una versión de «Vino nuevo», y en la publicación se leía Vida y Arte. ¿Es el nombre de algún nuevo proyecto o una manera de definir lo que hace?

Es una canción nada más. Lo de Vida y Arte lo he puesto porque lo sentía así. El ser humano es alma, cuerpo y espíritu. El hombre, cuando digo hombre también me refiero a la mujer, se seca si no hay vida espiritual. Y aquí escasea mucho, sobre todo en los tiempos actuales. Y después, el arte es un don, el arte que me han dado mi padre y mi madre.

«Vino nuevo» suena muy gospel. Y no es la primera que vez que ocurre en su carrera.

Así es. Desde mi primer disco está esa cosa espiritual.

¿Reconoce algún punto de conexión entre el gospel y el flamenco?

No, no tienen nada que ver. Puedo cantar «Tu presencia» y es gospel y la puedo cantar por tangos o por bulerías. Yo soy así. Todo lo que es gospel se puede cantar en jazz, flamenco, blues… cantantes como Ella Fitzgerald o Whitney Houston cantaban gospel pero lo hacían suyo, y yo como soy flamenca lo hago a mi manera.

En el concierto de València estará acompañada de Juan Carmona El Camborio (miembro fundador de Ketama) y por Paco Vega.

Es muy divertido trabajar con ellos. A Paco lo conozco desde chico, conozco a su padre…es fenomenal, es un músico que tiene un soniquete muy bueno sobre todo para lo que yo hago, y no toca el cajón por tocar, eso es importante, sino que tiene su sonido particular. Y a Juan le suena muy bonita la guitarra, es un músico que sabe, y que también tiene una familia importante. Los dos tienen mucho talento.

Hablando de familias, ¿qué importancia tuvo la suya en su formación musical?

La influencia se bebe en las casas desde chico. Si tus padres son músicos y tocan el piano, ahí está el niño escuchando. En nuestro caso lo traemos desde la barriga, mis hijas y mis nietos también lo han vivido así. Mi madre cantaba, y mi padre, mís tíos, toda la familia de mi madre…Eso se lleva dentro. Son dones que se se transmiten de generación en generación y sobre todo ocurre mucho en la raza gitana. En otra gente también, pero en estos específicamente.

Mi madre (Antonia La Negra) era gitana, pero era de Orán. Y por ahí nos llegó la música árabe. Oíamos música india también. Pero, al mismo tiempo, escuchábamos a Antonio Núñez El Chocolate o a La Paquera. Eso está impregnado en nosotros y todas esas influencias, luego, están ahí.