Con cuatro discos a las espaldas, El Ser Humano ha sabido labrarse un sonido personal, marcado por su particular voz, que bebe de todas las décadas gloriosas de la música sin quedarse a vivir en ninguna. Pop expansivo o mutante podría ser un buen intento de definición. Otro es pedirle que nos descubra sus discos favoritos:
Estos son algunos de mis discos favoritos de siempre, hay que darle un tono grave, profundo, de larga distancia, por eso no voy a poner los más recientes (descubrí a Serrat hace dos años tras toda la vida repudiándolo y me trago mis palabras gustoso, es un puto genio hasta el año 1975), tampoco voy a poner recopilaciones de Cole Porter o Kurt Weill (hablamos de otro formato y división, ¿no?) y tampoco voy a hacerme el rarito poniendo a los Roy Harper, Psychic TV o Slapp Happy. Vamos a los más importantes y voy a ser natural, para variar. Eso sí, una conclusión muy curiosa, la inmensa mayoría de mis músicos o bandas predilectas y vitales, empiezan por las últimas letras del abecedario. Who, Veloso, Wyatt, Zappa, Walker, Wilson, Vainica, VU, Young, Spain, Tortoise…
«The Drift» (Scott Walker, 2006)
De Scott Walker me gustan todas las épocas, hasta los 70. Cuando salió «The Drift» sabía, más o menos, a qué atenerme tras maravillarme con «Tilt». Como siempre, hice la precompra a 4AD y me llegó a casa. Mi mundo se paró ante esa portada y escuchó (al menos todo mi vecindario) los primeros compases de “Cossacks Are”. Fue un flechazo. Tiene otros discos más completos, pero el equilibrio entre pesadillas y estética llegó a su cumbre aquí. Además, Scott Walker representa lo que más admiro en la trayectoria de un músico, el “no estancamiento”, igual que pasa con Vainica Doble. Hay en esta misma lista ejemplos que no valen para esta definición y no hay nada que me provoque más disgusto y pena que ver en 2015 a una banda haciendo solo versiones de sus canciones de 1967 o 1978. Por ejemplo, los elementos siguientes…
«Construção» (Chico Buarque, 1971)
El disco entero es maravilloso, pero la primera canción es más grande que muchísimas discografías enteras. Hay nanas, hay denuncia, hay pop, hay bossanova, hay psicodelia. Chico es la excepción de esta lista porque no controlo su discografía entera, apenas 4 discos están almacenados en mi cerebro.
«Now» (Flamin’ Groovies, 1978)
El «Now» debe estar presente siempre que hable de discos, es muy probablemente el que más veces he escuchado en mi vida. Tiene una producción oscura que acompaña perfectamente el malditismo natural de la banda de Cyril Jordan. Cuando era un crío tenía un ampli de mierda Starforce y con mi Strato conseguí sacarle el sonido Edmunds. Eso era puro placer. “Take me back” y “Good laugh mun” consiguen sacarme las lágrimas. Es una melancolía hecha por un grupo de mendrugos que por su forma de ser y estilo no querían permitirse sonar derrotados, pero vaya si lo hicieron sin pretenderlo.
«Forever Changes» (Love, 1967)
Esto es una obviedad común e inherente a las grandes e indiscutibles obras maestras. Seguro que tú, lector, piensas que los Groovies no molan tanto, o que los últimos discos de Scott Walker son peores que el 1, el 2, el 3 y sobre todo el 4. Eso son opiniones. El «Forever Changes» no es discutible, lo siento.
«El Eslabón Perdido» (1980) o «Taquicardia» (1984) o «Heliotropo» (1973) o… (Vainica Doble)
Cada año cambia mi disco favorito de las Vainica, menos el «Carbono 14». «El Eslabón Perdido» es un disco menor, de retales, pero tiene algunas de mis canciones favoritas: «Doñana», «Alas de Algodón», «Amigo mío del alma», «Escrito con sal y brea»… Son probablemente mi banda favorita junto a The Velvet Underground y The Who. Hace una semana falleció Gloria Van Aerssen, tal y como pasó con Carmen Santonja, Syd Barrett y Lou Reed, su muerte me afectó profundamente, como si se tratara de un amigo muy muy cercano. No quiero que muera Robert Wyatt.
«TNT» (Tortoise , 1998)
Otra banda de la que me fascinan todos sus discos. En «TNT», John McEntire y sus colegas están en el momento de madurez perfecto para mi gusto. Cada vez que sacan disco es una celebración en mi casa. Elijo este disco porque va unido indivisiblemente a mi amado Juan Terol, es algo así como nuestro disco (junto con buena parte de la discografía de los Beach Boys y Piano Magic). Ahora no soy tan vehemente como lo era hace 20 años, pero voy a parafrasear lo que decía entonces: “Tus hijos estudiarán a Tortoise en la escuela, recuérdalo”. Si yo fuera ministro serían el abc de mi programa educativo nacional.
«The Piper at the gates of dawn» (Pink Floyd, 1966)
Es seguramente el disco que más ha marcado mi vida. La primera vez que dije “mierda, esto lo debería haber hecho yo”. Los descubrí por el «Relics», donde están los singles “Arnold Layne” y “See Emily play”, cuando me pasaba las tardes después del cole jugando al subbuteo, a canicas y escuchando a Little Richard y The Who.
Una frase de 0,60€; este es el disco que me llevaría a una isla desierta. No me lo acabo nunca, cambia con la luz, cambia con mi edad y cada día me maravilla más. No ha habido época en mi vida en la que no lo haya escuchado y disfrutado. Me lo voy a poner ahora mismo.
Fui natural y algo categórico. Me dejo fuera el «Transa», «She haunts my dreams», el «Mina», «Initials BB», «GP», «Maracaibo», «Rock Bottom», …