A Susana Godoy es fácil verla en primera fila en un montón de directos. Cargada con su cámara y su mochila dispuesta a enfocar a los verdaderos y verdaderas protagonistas, que están encima del escenario, sean cabezas de cartel o teloneros, para ella la importancia es la misma. Susana no se conforma con fotografiar lo que el resto de espectadores vemos, busca el detalle, el momento, la acción, el encuadre…especial, captura la esencia del concierto con su objetivo. De tal manera que aunque no hayas estado allí, viendo sus instantáneas puedes hacerte una idea de cómo fue la actuación.
Susana, además, es una de las integrantes de la web Alquimia Sonora, donde a veces escribe y otras se encarga de las fotografías. También es una de las responsables de las redes sociales de Tranquilo Música. Con tal currículum y la pasión que desprende por las canciones, los discos, los conciertos, los festivales… estaba predestinada a protagonizar esta sección de Verlanga. Le cedemos la palabra:
“These are a few of my favourite things” cantaba Julie Andrews mientras esta niña que hoy en día pasa de los 40 comenzaba su fascinación por la música y por las conexiones como modo totalmente fortuito de descubrir canciones, saltando de aquí para allá en un proceso que hoy en día, gracias a internet, se hace enorme y demasiado fructífero. De Julie Andrews a John Coltrane pasando por Otis Redding y los pocos discos que tenían mis padres en casa; autodidacta por elección propia y por gusto, aunque hoy en día me deje aconsejar (y bastante bien, por cierto) por algún que otro elegido.
Un proceso tan errático provoca que demasiadas veces no recuerde de qué año es aquel disco ni conozca en qué estudio se grabó o cuáles son sus influencias, pero sí qué estaba haciendo exactamente cuando sonó aquella canción por primera vez y me golpeó en zona sensible. Y horas y horas de escuchas y sensaciones no se pueden resumir en ninguna lista (¡Si tengo discos favoritos cada semana!) pero aquí hago un intento.
Sometimes I Sit and Think, and Sometimes I Just Sit (Courtney Barnett, 2015)
Si hay un disco que tengo claro que debe estar en esta lista es el debut en largo de la australiana Courtney Barnett, uno de esos trabajos que te atrapan desde el primer minuto y se convierten en costumbre recurrente. El estribillo de Kim’s Caravan, “Don’t ask me what I really mean, I am just a reflection of what you really wanna see, so take you want from me”, tenía la oscuridad y la distorsión eléctrica suficiente como para agarrarme sin remedio, para de ahí pasar a ese optimista realismo cotidiano, a ese hacer de lo ordinario algo extraordinario mientras me hipnotizaba con una zurda que parecía hacer sencillo lo imposible. Como casi imposible era que yo, poco dada a adorar símbolos, la convirtiera en un referente como músico, como mujer y como lesbiana.
Saint Barlett (Damien Jurado, 2010)
A día de hoy, podría decir que Damien Jurado aglutina en cada uno de sus discos, tan diferentes entre sí, gran parte de la música y los géneros que me apasionan y que él entrelaza íntimamente en un continuo eléctrico: folk, rock, americana, psicodelia… Desde hace unos años puedo decir también que, cada vez que suenan los primeros acordes de Cloudy Shoes, me siento en casa.
The Last Broadcast (Doves, 2002)
He escuchado este disco cientos de veces y he tocado una batería imaginaria, emulando a Pat Goodwin, hasta cansarme, en las tardes ociosas que solo se dedican a perder el tiempo y a escuchar un disco tras otro. Doves eran mi banda, el inicio de un hilo que me llevó a Elbow, a Turin Brakes, a I Am Kloot, a My Morning Jacket e incluso a Wilco. Ya no estamos juntos, pero siempre serán mi banda.
A Woman a Man Walked By (PJ Harvey & John Parish, 2009)
No tengo más que motivos equivocados y sentimentales para elegir este disco por encima de toda la discografía de PJ Harvey, así que me limitaré a decir que la primera vez que la vi en directo presentaba este disco en…Murcia.
Mi Pequeño Animal (Christina y los Subterráneos, 1994)
Situémonos: año 94, adolescencia pura y dura, ciudad pequeña, vida corriente y una casa en la que, por cierta extraña razón, no se escuchaba bien Radio 3 pero sí los 40. Entonces escuchaba casetes que compraba en Linacero y en el Pryca encerrada en mi habitación, y con Christina aprendí que hay sexo en la música y que una batería puede sonar muy sucia. Y sigo con ella, porque probablemente sea la mejor letrista pop que tenemos en castellano. Casi nada.
Familia (Nacho Umbert, 2015)
Con Nacho Umbert tengo una larga relación como contador de historias, solo superada por los casi 25 años que lleva acompañándome Jorge Drexler. El uruguayo es un favorito en sí y sería difícil tarea elegir un solo disco, así que he optado por incluir en la lista el trabajo más personal de Nacho Umbert, “Familia”. Es este un libro en forma de canciones, el ojear errático de un álbum de fotografías, la historia contada a los pies del sofá y los recuerdos que se diluyen entre motas de polvo. Realismo mágico costumbrista en un exquisito envoltorio de pop de cámara que puede transportarte a vidas ajenas o reabrir los trazos de la propia memoria.
case/lang/veirs (Neko Case, K.D. Lang y Laura Veirs, 2016)
Una delicia de disco, donde todo es perfecto y encaja donde tiene que hacerlo. Juntar a Neko Case, K.D. Lang (gracias por “Summerfling”, Kathryn) y Laura Veirs es una loca fantasía sobre la que tengo diversas versiones que creo que nunca le he confesado a nadie. Una es que algún año lo toquen entero en el auditorio del Primavera Sound, y otra, mucho más grave, es que algún día se junten Angel Olsen, Laura Marling y Anna Calvi a grabar la segunda parte.