Papina de Palma. Foto: Lu Lee.

Papina de Palma (Montevideo, Uruguay, 1991) canta «Cómo no politizar el romance, si es de valientes amarse» en «El bondi, la plaza, el abrazo» y es ahí, en un solo verso, donde clava quién es y qué canta. Donde se abrazan el (des)amor y el compromiso social, gasolina de sus composiciones, con todas las matizaciones que se quieran hacer, por supuesto.

La canción como centro de todo. De las historias, de la melodía, de sus ricos textos, de sus vivencias compartibles, de una voz que cuenta, envuelve y conduce hacia donde quiere. El éxito de su primer álbum no se la llevó por delante, sino que la llevó hacia adelante, y cada entrega posterior ha seguido la misma suerte.

La cantautora uruguaya visita València por primera vez. Será el próximo sábado, 30 de septiembre, en el Kaf Café, dentro del ciclo San Miguel On Air.

Debutaste en 2016 con el álbum Instantes Decisivos, producido por Juanito el Cantor, un trabajo que ganó premios y tuvo muchos reconocimientos. ¿Qué recuerdas de aquel trabajo y cómo lo ves ahora?

Ese primer disco fue como un resumen de todas las canciones que había hecho hasta ese entonces, más o menos 25 años de drama y exageración (ríe). Yo ya admiraba mucho a Juanito como compositor y había escuchado algunas de sus producciones, que me habían encantado. Decidí proponerle trabajar en ese disco y creo que es una de las mejores ideas que tuve. Sus aportes a las canciones las hicieron crecer de una forma que me gusta mucho. Fue muy respetuoso y generoso, tanto que quedamos queriéndonos mucho y terminamos compartiendo casa durante un tiempo en el que viví en Buenos Aires.

Algún tiempo después, cada vez más interesada en la militancia y los cuestionamientos feministas, siento que muchas de las letras de esas canciones están envejeciendo un poco mal. Como muchas personas hoy, convivo con una fuerte contradicción interna con ideas que se debaten entre mi infancia mirando películas de Disney y telenovelas brasileñas y esta adultez más curiosa y nutritiva, con bastante lectura feminista y un largo proceso de autocrítica y revisión, en el que creo que me encontraré para siempre. En algún momento fue tentador dejar de cantar esas canciones, como un corte limpio, pero hoy siento que no tiene mucho sentido intentar borrar esa parte de mí que honestamente continúa apareciendo de vez en cuando. Elijo la incomodidad de habitar la contradicción con toda la honestidad que puedo.

Es un disco de melodías eminentemente pop, aunque hay dos canciones donde rockeas («20 narigones» y «El eco cruzo los ríos»), algo que no vuelve a estar presente en tu discografía. ¿Te sientes cómoda con esa etiqueta para definir tu música?

No me siento incómoda con esa etiqueta pero creo que el género que mejor me «define» (todas estas cosas siempre muy entre comillas y refiriéndome a lo hecho hasta ahora) es la canción. Habilita dentro suyo todos los géneros, puede ser más pop, más rockera, una milonga, una chacarera… cualquier cosa, pero hay un noséqué exactamente, que sospecho que tiene que ver con la forma de decir, que es propio de la canción y que hace que cancionistas de cualquier país podamos encontrarnos en nuestras obras más allá del contexto cultural de cada región. En España podría poner como ejemplo a El Kanka o a La Otra, entre mis compatriotas a Jorge Drexler, Fernando Cabrera, o Mocchi, y si busco en cada lugar me animo a decir que siempre encontraré colegas hablando este lenguaje de la canción.

El año de la pandemia (2020) grabaste un EP de 4 temas, Lo que encontré mirando dentro, de título bastante explícito, y producido por ti. ¿Por qué tardaste tanto tiempo en grabar (4 años)? 

Cuando empezó la pandemia estaba a punto de entrar a grabar algunas canciones, algo que había estado posponiendo por distintos motivos desde la salida de Instantes Decisivos. Cuando me encontré con este nuevo plot twist totalmente inverosímil empecé a pensar que necesitaba dejar de depender tanto de otras personas para poder seguir haciendo mis cosas y me animé a producir yo misma esas canciones. Lo hice con una computadora que funcionaba bastante mal y se apagaba todo el tiempo, fue un ejercicio intensivo de la paciencia, pero la verdad es que con toda mi agenda de shows suspendida no tenía nada mejor que hacer. Recibí mucha ayuda de amigos técnicos que me asesoraron porque no solo produje las canciones sino que las grabé y las mezclé, que es todo otro mundo que tampoco había caminado nunca sola antes.

Puede que por el momento en que fueron compuestas, las letras presentan a una Papina más madura que la de Instantes Decisivos. ¿Cómo piensas que han ido evolucionando tus letras a lo largo de tu carrera?

Creo que el cambio en la poesía responde un poco a lo que te contaba antes, una especie de ¿despertar?, qué solemne suena, que me impulsó a ampliar un poco el espectro de temáticas que venían tocando mis canciones, hasta entonces siempre vinculadas al amor romántico.

En ese EP ninguna de las canciones llega a los tres minutos, lo que supone un cambio importante respecto a tu primer disco, y algo que, de alguna medida, se ha mantenido en tus canciones posteriores. 

En realidad, no es una búsqueda intencional el hecho de que las canciones salgan cortitas. No considero que sea necesario alargarlas, me gustan así y también me gustan mucho las canciones cortitas que encuentro en las discografías de mis colegas.

El segundo LP, Esta podría ser la señal, llegó en 2021. Vuelves a autoproducirte. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué beneficios encuentras a ser tú quien se encarga de la producción y qué inconvenientes?

Creo que solo puedo aprender a producir produciendo. Entre las ventajas que le encuentro sin dudas está esa, todo lo que aprendo en el proceso, por lo menos ahora que soy una productora muy poco experimentada, entonces cada desafío que se presenta es nuevo y requiere una atención y un ingenio especial. También me parece algo importante que haya productoras artísticas a la vista. Yo empecé a desear producir mis propias canciones una vez que leí una entrevista a Alfonsina, colega y compatriota, en la que hablaba del tema y decía que muchas veces elegía ocupar ella misma ese rol por una serie de razones que enumeraba. Recién ahí pensé que yo también podría intentar. Es lo que tiene la representatividad, ¿no? Por eso es importante hacerle lugar a todas las identidades. Creo que si hay más productoras trabajando pronto habrá más niñas soñando con ser productoras artísticas y ahí empieza una transformación, en agrandar las posibilidades del deseo. Como desventajas, por otro lado, encuentro mi propia inexperiencia y que además disfruto mucho trabajando con otras personas como disfruté muchísimo el proceso con Juanito (que de hecho repetí más adelante para el EP El Terciopelo).

Aunque tanto en el primer disco como en una de las canciones del EP ya habías contado con colaboraciones, es en este álbum donde adquieren más protagonismo (6 en 10 canciones), tal vez condicionado porque veníamos de una pandemia donde estuvimos confinados. ¿Qué aportan a tu canciones esa colabs? ¿Qué criterio sigues para elegirlas para cada tema?

No lo había pensado antes, la verdad.

Disfruto mucho compartiendo la música. Admiro a mis colegas y en algunos casos tengo la suerte de tenerles muy cerca. A veces estoy haciendo una canción y pienso «uuuh, cómo quedaría la voz de Tal acá…» y quizás con el tiempo eso pasa al plano de los hechos. También disfruto mucho el tiempo del estudio. No solo me gusta invitar colegas por el resultado sino por el proceso: encontrarnos a preparar la canción exige una disponibilidad, una especie de desnudez que crea lazos profundos y preciosos.

En ese disco hay dos canciones muy especiales, «La memoria» en la que canta también Edu Lombardo, y «La manada», que este año volvió a publicarse acompañada, en vivo, por Camila Sapìn y Lu Ferreira.

«La memoria» es una canción que escribí como canción final para el espectáculo Distopía de la murga Falta y Resto, en la que participé algunos años. En ese espectáculo la murga tenía el superpoder de viajar en el tiempo y cuando pensé en la canción final me pareció que estaba bueno que tuviera que ver con la memoria. En Uruguay hace algunos años tenemos un gobierno de derechas que reavivó discursos nefastos en relación a la búsqueda de los casi 200 desaparecidos que dejó la dictadura cívico-militar. Hay quienes proponen mirar hacia adelante y dejar atrás lo sucedido como una forma de sanar y avanzar y me parece un peligro. Olvidar algo así es como una condena a repetirlo. Luego incorporé la canción a mi repertorio.

«La manada» es una canción que habla de mi relación con el transfeminismo. «Manada», además, es una palabra que se ha usado en muchas ocasiones para referirse a varones que realizan violaciones en grupo, pero creo que encima de toda la desigualdad, que se nos quite a nosotras el derecho a usar esa palabra que tan precisamente nos describe, es una injusticia simbólica más. La manada somos nosotras, nosotres, cuidándonos y acompañándonos. La versión que acaba de publicar Camila Sapin es de un show que hizo ella con muchas colegas invitadas y tuve el honor de participar con esta canción.

También en ese álbum, en «La buena lectura», invitas a la gente a que lea (por muchos motivos). ¿Qué lecturas te han marcado y te marcan? Y si hablamos de música, ¿Quiénes serían esos referentes?

«La buena lectura» tiene en realidad un doble sentido y es que mi ex novio se llama Leandro y le dicen «Lea». Me di cuenta de que su apodo es como un imperativo lector y me pareció que no podía desperdiciar esa poesía. Además me gusta mucho leer desde chiquita, así que funcionaba bien. Actualmente estoy leyendo muchas escritoras latinoamericanas contemporáneas, por ejemplo Dolores Reyes, Cristina Peri Rossi, Leila Guerriero, etc. Hace poco fui de gira a Colombia y me traje un contrabando de literatura actualizada. Estoy abierta a recomendaciones de autores y autoras valencianas de la actualidad, también, aprovecho este medio para pedirlas.

En relación a lo musical, de adolescente me conecté mucho con la música inglesa, especialmente con los Beatles, y también desde USA con Bob Dylan, Joan Baez, Joni Mitchell desde Canadá. Más de grande empecé a devorar toda la música uruguaya que encontraba, fue como cumplir 20 y tener una historia de discografía nueva para descubrir, deliciosa y avasallante. Mateo, Jaime, Rada, Laura Canoura, Samantha Navarro, Vera Sienra, fueron artistas con quienes demoré en conectarme pero que ahora forman parte de mi identidad como artista. Hoy escucho mucho a les colegas que tengo más cerca; Inés Errandonea, Mocchi, Camila Ferrari, y a una tanda de gente más jóven y muy hermosa como Isabel Lenoir y Facundo Balta.

Este año has publicado Los abrazos son instantes decisivos que consta de dos volúmenes. En el primero revisas varias canciones de tu disco de debut. Y en el segundo, haces versiones de temas ajenos. Todas las canciones, de los dos volúmenes, cuentas con colaboraciones. ¿Cómo surgió el proyecto?

En realidad ese proyecto tiene unos cuantos años. Su origen es audiovisual y está disponible en YouTube. Es lo que hice entre Instantes Decisivos y Lo que encontré mirando para adentro, pero recién ahora ve la luz en forma de disco en Spotify. Quería mezclar colegas de varios géneros y con distintos niveles de trayectoria. Antes de salir en carnaval tenía una perspectiva más inocente desde la que me parecía que no había ningun tipo de distancia entre los géneros musicales de mi país, pero saliendo en la Falta y Resto pude ver que sí hay muchos prejuicios sin sentido con las distintas formas de la música. Mi intención con este proyecto fue entreverarlo todo, y estoy muy contenta con el resultado que años después me sigue gustando.

¿Quién se encarga de las portadas de tus discos? ¿Parten de una idea tuya?

Depende. En la mayoría de los casos son ilustraciones de Ingrid Müller, una amiga muy, muy talentosa que no se dedica profesionalmente al dibujo pero de la que soy muy fanática. La portada de Los abrazos la hizo Tati Catelani, una ilustradora brillante de Argentina. En el caso de Instantes Decisivos es una foto de Manuel de Archain, fotógrafo argentino de quien también soy muy fan. Casi siempre las ideas las construimos en conjunto, a veces yo ya sé por dónde quiero que vaya pero al final nunca se parece a lo que yo imaginaba, crece en el proceso.

¿Cómo será el concierto de València? ¿Vienes sola o acompañada?

Esta visita a València será la primera. Hace mucho que quiero conocer la ciudad y especialmente el Kaf Café que ha alojado tantísimas canciones de compatriotas que lo eligen como refugio en sus giras. Estoy viajando en formato sola-set. Lo disfruto mucho porque habilita una intimidad y una libertad escénica que otros sets más ornamentados. Tengo muchas ganas de cantarles.