No, todos los festivales no son iguales. Aunque cueste creerlo viendo la cantidad de certámenes clónicos que inundan España, hay otros que siguen apostando por un cartel con nombres menos (o nada) habituales, por descubrir grupos o intérpretes al público y por ir moldeando una personalidad propia sin prisas, sumando en cada edición. Pops Marítims (La Mutant, 17 y 18 de mayo) es de esos.
Dos días, siete nombres propios. Será el dúo mallorquín Donallop (20.30h) quienes abran el viernes el festival. Su música ha ido evolucionando desde sus inicios más cercanos al folk hasta su atmosférica propuesta actual, tan cercana al dreampop como a la electrónica de beats vaporosos.
Pops Marítims fue donde pudimos ver a Maria Arnal i Marcel Bagés y a Rosalía antes de que Maria Arnal i Marcel Bagés y Rosalía fueran lo que llegó después. Y resulta imposible no acordarse de ello cuando se lee el nombre de María José Llergo (21.40h) en su programación. Lo suyo es el flamenco salvaje, aquel que nace de la tradición, pero bebe de muchas otras fuentes, brote rap, trap, jazz o lo que despierte su interés. Un interés tan amplio que le ha hecho versionear a Chicho Fernández Ferlosio o colaborar con Juancho Marqués.
La primera jornada del festival se cerrará con un regreso, el de 121dB (23h). Seis años después de su despedida vuelven a un escenario con su descarga sonora a medio camino entre el hardcore melódico y el rock alternativo americano noventero.
Enric Montefusco (19.30h) será quien abra camino el sábado. Ahí está su legado como miembro de Standstill y ahí están sus dos discos cosechados en solitario. Una reinvención en mayúsculas que se fue fragando en origen en los últimos discos de su banda. Así el hardcore intenso de aquellos primeros años ha acabado transformado en un fresco ejercicio de canción popular.
Niña Coyote eta Chico Tornado (21h) pueden presumir de actitud desde el mismo nombre del grupo. Músculo, rotundidad o robustez no les falta a unas canciones que amenazan terremoto con cada compás. Stoner sin manual de estilo, que va por libre sin rozar la epicidad cargante. Son solo dos, pero es como si una ducha de cemento te cayera encima.
Las Víctimas Civiles (22.30h) es lo mejor que le ha pasado a la música valenciana en muchos años. Sin mirarse al ombligo, sin prejuicios, riéndose de todo y de todos, divertidos y originales. Y con mucha ideología. La suya, por supuesto. Ah, y lo mejor de todo, con grandes canciones. Mezclando a The Clash con las marchas militares con groove, la jota punk con el western crepuscular o los hits marcianos con estribillos venidos de otros mundos que se corean a pleno pulmón. Predicadores que se desgañitan y al minuto se calzan una balada. La banda sonora ideal para una procesión.
Baiuca (23.45h) cerrarán esta edición de Pops Marítims con el propósito de hacer bailar a todo el personal, gracias a su viaje al pasado y al futuro. Alejandro Guillán es quien pilota la nave que sobrevuela la música tradicional gallega y la mezcla con ritmos electrónicos consiguiendo una fusión que justifica (¡por fin!) el significado de tan manoseada palabra. ¿Quién dijo que no podía sonar una caja de ritmos en una muiñeira?