Felipe Cabrerizo en la Plaza Lino Ventura. Foto: Carmencita Whitetower.

Soy Felipe Cabrerizo (San Sebastián, primavera espero que florida de 1973). Lo del enganche con el cine y la música me viene desde pequeñito, pero como no tardé en darme cuenta de que nunca tendría dinero para dedicarme a lo primero ni habilidad para lo segundo opté por la versión para pobres, ser subproletario de la cultura. Y desde entonces por aquí ando programando cines, pinchando discos, dando clases, haciendo el programa de radio Psycho Beat!, traduciendo, escribiendo e incluso montando una editorial, Monstruo Bicéfalo, que acaba de debutar publicando los diarios de Jane Birkin y prontito tendrá una fastuosa segunda entrega.

¿Cuál es el primer recuerdo musical que tienes?

Habiendo nacido cuando nací, las canciones de los Payasos de la Tele, claro. Mi madre siempre se ríe recordándome que en cuanto escuchaba la sintonía del programa me ponía a gritar por casa “¡Canta, Fofó!” como un enajenado. El primero cabal, un disco que mi padre tenía grabado en casete y que me encantaba. Muchos años después descubrí que era el Street Legal de Dylan.

¿Cuál fue el primer disco que te compraste?

Con doce años conseguí por primera vez dinero para comprarme un disco, todo un lujo asiático en mi barrio por aquellos años. Ante tamaño acontecimiento, decidir cuál me costó varias semanas de debate interno entre el Loco por incordiar de Rosendo y el Secret Agent de Robin Gibb: me encantaba (me encanta todavía) «Boys do fall in love», que sonaba por todos lados en aquel entonces Al final me pillé el segundo y todavía no he descubierto si acerté o no.

¿Qué importancia tiene y ha tenido la música en tu vida y en tu día a día?

Esta pregunta es muy traicionera porque a nada que te descuides la respuesta derrapa hacia lo cursi, por lo que dejémoslo en que la suficiente como para despegarme de ella solo a la hora de dormir o cuando cae alguna de las ochocientas pelis que tengo que trincarme cada día. Y tampoco siempre, la verdad. El resto del tiempo resulta raro encontrarme alejado de los bafles en casa o de los auriculares si ando pululando por las calles, cosa cada vez menos habitual porque Madrid está insufrible.

¿Qué estás escuchando ahora?

Pues un barullo, porque el día no da para todas las novedades y vejedades que me apetece escuchar, y hasta que no desarrolle las capacidades paranormales de Elvis con sus veinte televisiones encendidas a la vez no habrá forma de solucionar este conflicto. El tema que más suena por casa últimamente es «La primavera» de Jovanotti, que me estoy dando cuenta de que salió hace ya dos años y todavía no he conseguido despegarme de él. Por lo demás, una avalancha de canciones que al pinchar en mi programa de radio parecen cobrar nueva vida y ya no me quito de encima (Sylvie Vartan, Caterina Caselli), otra de estas bandas a medio camino entre el punk, el hard rock y la psicodelia que solo parecen gustar a los lectores irredentos del Popu entre los que me incluyo (Monster Magnet, Michael Monroe, Kyuss; bien sabido es que el Popu no es una revista sino una religión), Jane Birkin, con la que llevo conviviendo un largo tiempo, y alguna novedad (el nuevo remix de Polnareff o el grupo psicodélico turco Lalalar, que me trae loco). Con Dylan me voy irritando o reconciliando según me pille el día; dado el sopor de los últimos discos ando enganchadísimo a Planet Waves, que ese sí que sí. Con Johnny Hallyday, sin embargo, no me he enfadado en la vida.

1- La primavera (Jovanotti)

2-Le jour qui vient (Sylvie Vartan)

3- Insieme a te non ci stó più (Caterina Caselli)

4- Last train to Tokyo (Michael Monroe)

5- Last patrol (Monster Magnet)

6- Voyage aux pays des vivants (Johnny Hallyday)

7- Holidays (Ofenbach rework) (Michel Polnareff)

8- Hem evimsin hem cehennemim (Lalalar)

9- Green machine (Kyuss)

10- Mélo mélo (Jane Birkin)

11- Hazel (Bob Dylan)