La voz de Carlos Andreu es envolvente, sugerente, rotunda, cautivadora. Podría recitar la alineación del equipo de fútbol de Sant Feliu de Llobregat, o un listado inconexo de números, que daría igual, querríamos ser arropados por ella. Tiene tal gama de matices que ríanse ustedes de la carta Pantone. Y ese es uno de los grandes activos de «Suerte», el esperado regreso de Gasca.
Pero no es el único. Las letras, la producción, las imprescindibles colaboraciones de Suzette o La Bien Querida, las melodías, todo suma en pos de un álbum en el que por momentos se asoman New Order, The Cure o el mismísimo Serge Gainsbourg. Un disco que vira de la luminosidad pop a la introspección sonora, y viceversa, con total naturalidad.
«Suerte» suena a crooner de extrarradio. Es elegante, pero sabe de dónde viene. Una mezcla que puede parecer imposible, pero que si se sabe conjugar y funciona, resulta imparable. Como si Carlos Berlanga protagonizara una novela de un Marsé actualizado, o alguno de esos recuerdos que tan bien transmite Javier Pérez Andújar. Como si Sabino Méndez hubiera crecido escuchando a OMD en lugar de a Gene Vincent. «Suerte» es puro «ochentas». Pero ese «ochentas» que descubríamos con la boca abierta en Radio 3. Canciones que emocionaban y cuya letra aprendíamos de memoria. Momentos arrolladores como el tema que se encarga de cerrar el disco. Sin duda alguna, la suerta es nuestra por todo ello.