Que Bad Religion sigan 30 años después fieles a sí mismos, lejos de ser una postura cómoda, es toda una declaración de principios. Habrá quien piense que llevan todo ese tiempo ofreciendo la misma receta; la misma canción cambiándole dos acordes y la letra; o una declarada impostura juvenil teniendo en cuenta que ya hace mucho que lucen calva y tripa. Para gustos colores, pero cuando mucho de sus imitadores (o herederos) no logran superar un tercer disco sin «AORizarse», comprobar la facilidad con que Brett Gurewitz y los suyos siguen componiendo pepinazos atemporales es digno del respeto máximo.
Atrás quedaron los años en que el hardcore melódico volvió locos a muchos jóvenes con bermudas. No Fx, Lagwagon, las bandas de la escuderia Lookout!,… todos, sin excepción, citaban a Bad Religion en las entrevistas como principal referencia. Está claro que no inventaron la pólvora y que si nos ponemos un poco tiquismiquis hasta los Ramones, Buzzcocks o Stiff Little Fingers ya lo hicieron antes. Tampoco es necesario remarcar que la inspiración de No control (1989) ha ido menguando con cada nueva entrega, de la misma manera que ninguno de nosotros somos el mismo de hace casi 15 años. True North nos lo recuerda, indirectamente, con esa ración de guitarras enfurecidas, melodías frescas, coros contagiosos, letras comprometidas y honestidad. Nunca el punk tuvo tanto futuro.