Canta Canalla se definen a la perfección en su facebook: grupo de música infantil para padres y madres, que toca estilos diferentes con estilo propio, letras irónicas y buen humor. Un ejemplo más de que la música para los más pequeños no debe remitir a lugares comunes, melodías infernales, letras vergonzosas y ritmos desquiciantes. Otra realidad es posible. Para conocerles mejor les cedemos la palabra a dos de sus componentes, Ferran Bataller y Eduard Marco, que nos comentan una a una las canciones de su disco de debut.
(Textos traducidos del original en valenciano)
La épica no nos interesa, por eso Canta Canalla nace de la amistad sencilla entre dos compañeros, Ferran Bataller y Eduard Marco. Teníamos ganas de ser padres divertidos y alejarnos del rocódromo que supone la crianza diaria, de canalizar mejor nuestros sueños y de tratar con respeto a la chiquillería que nos rodea y a menudo nos envuelve. Nace de la poética y la bohemia, de la tinta que nos corre por la sangre como un purasangre descastado que se hace viejo tirando del carro. Y por supuesto, nace con Paco Arroyo, maestro de maestros, con Carme Laguarda, incansable fondista, hermana para siempre, y con Javi Vega, puntual en el trato y sabiduría profunda. También nace del amor a la música sin prejuicios, de una clara visión libertaria y libérrima que se aleja de todo acercándose al resto. Pero las cosas, generalmente, no solo nacen, también renacen con la ayuda inesperada y desprendida del talento de Àlvar Carpi, de su gesto con nosotros, del férreo andén de la guardería El trenet, de las manitas de Sepul, de la melé que Redó diseñó en Alemania, de las fotos de Migue, de la Pobla del Duc, del estudio de Andreu y, sobre todo, de Núria y de Maite. Y que nos perdonan los dioses si nos olvidamos de alguien, son muchos, ellos lo saben, los que empujan todo momento.
1- Canta, canalla
La primera canción del disco es, esencialmente, un canto de rebeldía para que los niños entiendan que nadie es menos que nadie. Que no están obligados a hacer nada que no quieran. Que hay que plantar cara con la semilla de la dignidad. Que aquí estamos y aquí nos parieron.
2- Ciberespai
Este tema es una extraña mezcla de psicodelia literaria y costumbrismo rural para empezar las mañanas con una cresta por bandera. Es la personificación de un gallo con mucha cara y alma ferlosiana, de un gallinero de esperanza sin pienso sumiso. Es un himno rojizo que se decanta en la alborada de la ternura infantil.
3- Bolero de boles
La intención del bolero popular de l’Alcudia nace con la clara visión de prestarnos la casa, de oler el sendero de quienes antes que nosotros cosecharon romero en la ermita de los sueños. Es como un pasaporte para volver al pasado camino del futuro, la estirpe melódica de una mentira prototípica elevada a la quinta potencia.
4- Llaurador
Con un título sin trampa, es un homenaje a ritmo de bossa a nuestra gente de huerta y bancal. Un canto a los de aquí con la música de allí porque no creemos en los adverbios y sí en las melodías lentas que canta el agricultor que come habas tiernas y aceitunas partidas.
5- La Tele
Para algunos es una denuncia a unos medios de comunicación en los que reina la estupidez y que quieren anestesiar las mentes de los consumidores, especialmente de los más pequeños. Para otros es un funky cañero que avisa a los niños que si no la apagan y se van a jugar, la tele les vaciará completamente el cerebro. Los más malpensados dicen que toda la canción es una excusa para decir la palabra mierda en el último verso. Para nosotros es la ocasión de hacer unos solos y presentar la banda en los conciertos. Todo esto es.
6- Superheroi
Aquí el rock es una excusa para cantar a los héroes mellados que no tienen capa ni van calzoncillos por encima de los pantalones. Su sonrisa es su arma secreta y el abrazo su poder más preciado. Encontramos a puñados todos los días, pero nos gusta dedicar la canción a los héroes del Dalsy y el Apiretal, del vasito de leche a las tres de la madrugada y del rincón en la cama que cura los miedos de la noche.
7- Va, mare, va
Y los más pequeños ya se han hecho los dueños, cogen el micro y dicen todo lo que piensan, apropiándose de la melodía y lo acordes del tango de Malevaje, más música de allá para decir cosas aquí. Unos niños cansados de un autoritarismo paterno camuflado de buena educación, de aquella obsesión por el orden incomprensible, los besos forzados y los excesos en la mesa. Los niños han tomado nota del canto de rebeldía con la que empezábamos el disco y lo han hecho suyo. Objetivo cumplido. Disco terminado. O no.