Cada disco de Gener mira hacia adelante, como si buscara su propia identidad, pero eso sí sin perder de vista sus orígenes. Canciones que lejos de acomodarse, se impulsan con lo logrado en los anteriores trabajos (El temps del llop, 2014 y Oh, germanes!, 2016), para no dejar nunca de crecer. Cante el cos elèctric (RiuSec, 2018) no es una excepción.
Walt Whitman y Ray Bradbury son los padrinos de un álbum que reflexiona, sin paternalismo alguno, sobre la hiperconectividad que vivimos y de cómo se traduce, en ocasiones, en soledad, ridiculez o perdida de tiempo. Apuesta por disfrutar y enriquecerse, sin consejos baratos de autoayuda, mirando a uno mismo y palpando la realidad cercana, anteponiendo ser mejores persona a las ambiciones desmesuradas y el reconocimiento masivo vacío. Todo con esa espiritualidad que tan bien transmite el soul.
Soul, rock, pop, …. conviven en perfecta armonía en los doce temas de uno de los discos del año, firmado por Carles Chiner, Enric Alepuz, Pasqual Rodrigo, Vicent Todolí y César Castillo, y grabado en los estudios de Paco Loco. Chiner es el autor de la música y letras de todos las canciones y quien, a continuación, las comenta una a una.
1- Soc l’animal persona!
Soc l’animal persona es la canción más enérgica del disco y la que más se asemeja en términos de producción al sonido de Oh, germanes!, en el que predominaba la saturación de guitarras. La primera canción de un disco siempre es importante para nosotros. Suelo tomar esta decisión ya en la fase de composición, siempre necesito una canción en la que se disparen a modo de éxtasis o exorcismo las temáticas que se abordarán con más paciencia a lo largo del recorrido, mucho más si se trata de un disco con un cierto arco conceptual o temático. En este caso, la letra es bastante sencilla, habla sobre nuestra tendencia a la dualidad y quiere servir de recordatorio: cualquiera de nosotros es capaz de la ecuación perfecta y del grito desgarrador, de las más altas metas y de los más bajos instintos. Las mismas manos que construyen la casa pueden matar a un hermano y por más que nos empeñemos en querer ver el mal en los otros -decidiendo de paso que pertenecemos al grupo de los buenos- una mirada dentro de nuestra propia alma bastaría para horrorizarnos.
La producción de la canción exigía inmediatez y no dejarse llevar por el perfeccionismo. Paco encontró un sonido de batería con una caja muy grave y potente. Grabamos toda la sección instrumental a la vez y después añadimos el solo de guitarra/sinth. Un par de tomas de voz y otro par de tomas para hacer las armonías vocales alrededor de un micro fueron suficientes para dar esa sensación de que todo está “escupido”.
2- El riu que no torna
El riu que no torna llegó al estudio como una canción puramente soul y gracias a Paco Loco el estribillo adquirió un cierto toque ítalo-disco que nos encantó. Es quizás la canción del disco que más abiertamente adopta es tono elegíaco y estoico de la poesía de Whitman. Habla sobre los “trabajos y los días”. Mis abuelos tenían un horno, que terminó por convertirse en el horno de mis padres, en el que me crié y tuve mi primera relación con el trabajo. Mi padre podría haberse dedicado a otra cosa, pero se hizo cargo de aquel horno. Y con eso él y mi madre sostuvieron a la familia. Con el tiempo me di cuenta de todo lo que había aprendido en aquel horno, trabajando las noches de verano. Cosechó en mí -una persona dispersa, siempre dispuesta a abrir cosas para no cerrarlas- lo más parecido a la noción de sacrificio. Y la decisión de mi padre de hacerse cargo del horno me hizo entender, a la larga, la noción de libertad. Libertad como el vértigo que es: ¿Qué caminos tomo en la vida? ¿Cómo quiero irme de este mundo? ¿A qué aspiro si sigo ciegamente las lucecitas de las pantallas que me empujan a la ambición o al dinero? ¿Estoy dispuesto a asumir las consecuencias de mis acciones, cualesquiera que sean? La referencia al suicidio de Miguel Blesa va en ese sentido. Esta es seguramente nuestra canción predilecta, al menos como producción. Personalmente, me encanta el sonido de la guitarra de César en el riff, fulminándote como un rayo.
3- M’agrada, no m’agrada
M’agrada, no m’agrada expone una crisis de pareja vista desde el prisma distorsionado de una red social. Lo superficial y lo importante, los recuerdos y las imágenes, todo convive en la misma categoría, como parte de una enumeración de objetos que han perdido su hilo conductor. Dos personas compartiendo espacio y tiempo pero habitando universos paralelos a través de sus pantallas. ¿Cuánto y en qué modo ha cambiado el silencio desde que todos tenemos los ojos y los dedos ocupados? Al final, hasta las decisiones más importantes de la vida física terminan dependiendo de un estado de ánimo en el que razón y emoción están a la vez excitados y aturdidos. Me gusta, no me gusta, te quiero, no te quiero.
Para el puente de la canción, Enric tocó un ritmo de bossa nova que, combinado con las flautas del mellotron de Sangui, le dan un aire muy especial, entre nostálgico e irónico. Paco le metió phaser hasta al gato que pasaba y para el final decidimos robotizar la voz y hacer una coda bailable.
4- Captiveri
Captiveri es una canción en clave de soul que habla sobre la adicción (a una persona, a una sustancia, a las redes, a cualquier cosa) como una suerte de esclavitud voluntaria, de pacto sadomaso. Queríamos que tuviese un aire sensual, un poco erótico, y que la armonía estuviese muy despejada para dejar espacio a la voz, que es muy desesperada y emocional. La primera estrofa tiene un ambiente de ciudad, una sirena de policía, una ambulancia,… es muy sutil, pero parece que algo trágico pueda pasar en cualquier momento. Me encanta la línea de bajo, que está tocada de maravilla por Pasqu. El canon de voces final quiere dar esa sensación de aturdimiento, de incapacidad para tomar una decisión.
5- Quan ella canta
Quan ella canta es un tema pop que tiene su origen en un guión para cortometraje que nunca llegó a realizarse. La acción se centraba en un cásting de talentos, en el que la protagonista era objeto de un escrutinio tan feroz por parte de los jueces que sentía que había poca diferencia entre aquello y una violación. En la forma, la canción habla de una chica que se presenta al cásting de un talent por presión de sus vecinos y familia y que, una vez allí, cuando ya es demasiado tarde, descubre que acaba de pervertir la única faceta de su vida que la hacía sentirse libre. En el fondo, la canción habla de nosotros, los músicos, de cualquiera que se dedique a ganarse la vida en un escenario: no son pocos los momentos en los que piensas que tu arte nunca debería haber salido de la ducha. Pensábamos que tenía mucho sentido meter en el disco una canción que hablase de esta fiebre del talento exhibicionista y de la competición desmesurada que estamos viviendo desde hace tiempo y que las redes ya se han encargado de amplificar. En la parte climática, entre guitarras fuzz y sinthes, abucheos y ovaciones del público de un plató imaginario nos sirven para enlazar con el siguiente tema.
6- Tu vals
Tu vals es, más o menos, una canción cómica, aunque con bastante mala hostia. Habíamos hecho ya alguna canción con giros puntuales hacia el humor o la autoparodia (como en Convencionals), pero nunca antes una canción concebida enteramente como un número cómico, con un cierto aroma de circo o de cabaret subrayado por el teclado de Sangui y mi guitarra chillona con detune. La canción empieza disparada desde los altavoces de ese plató imaginario en el que el público acaba de aplaudir el número anterior para ponerse en un primer plano en la estrofa. La letra es bastante prosaica, sin demasiado lugar para giros poéticos. La idea era dar rienda suelta a esa voz interior que nos dice que corramos más rápido, que saltemos más alto, que sonriamos más ancho y que lo compartamos todo con todos para que nuestro coro de palmeros particular -en este caso un coro de voces con phaser- dé el asentimiento. Para el final decidimos rescatar un speech del actor Peter Finch en la peli Network de Sidney Lumet, favorita entre favoritas. “I’m as mad as hell and I’m not gonna take this anymore!!!” Me encanta la batería de Enric y cómo la hizo sonar Paco.
7- Tenen les màquines calent el cor
Después de un par de canciones que hablan sobre la superficie de las cosas sentíamos la necesidad de elevar la mirada, de volver un poco a la voz elegíaca del poeta. Tenen les màquines calent el cor es una rueda de acordes en La mayor, sencilla, muy clásica y solemne, casi como de Pachelbel, con un pad de vientos muy dulce. Los segundos compases de cada rueda siempre duran la mitad, lo que hace que la canción sea un continuo querer arrancar, buscando una sensación de paso del tiempo, de cansancio, pero también de esperanza. Mezclamos texturas muy cálidas y acústicas (la guitarra, el contrabajo, los clarinetes) con sonidos fríos (un metrónomo haciendo clic, una base electrónica, algún sinthe) y la canción va repitiéndose en bucle, creciendo en intensidad como una máquina que se sobrecarga. Al final decidimos meter una nota de voz real del contestador de Sangui, de una señora que siempre se equivoca de número y le salta el contestador, que por alguna razón está programado en portugués. Esa señora debe llevar años intentando hablar con su amiga Carmina.
8- Cante el cos elèctric
Cante el cos elèctric mantiene el tono elegíaco del tema anterior, aunque en esta ocasión se centra en la voz individual del poeta. La letra quiere transmitir un mensaje de estoicismo y aceptación. Habla sobre hacer canciones con la misma paciencia con la que uno se haría el traje con el que le enterrarán. Sobre cultivar la voz propia y no tener miedo a exponerla, vestirse con las dudas y los temores, con las alegrías y las esperanzas, con lo aciertos y con los errores. Cantar la vida y el tiempo que nos ha tocado vivir, andar contentos por el camino de los cipreses sabiendo dónde lleva ese camino. La canción exigía un acercamiento minimalista y por eso terminó siendo uno de los temas más contenidos del disco. Una vez más, el bajo de Pasqu que anticipa la línea de voz tiene un peso crucial.
9- Primera expedició
Primera expedició toma el título de una de las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury como excusa para dedicar una canción a mi hijo Rai, tratando de proyectar una visión del futuro y de nuestra relación con las máquinas que no sea pesimista. Habla sobre mirar las estrellas con tu hijo y sentirte tan pequeño, aterrado y a la vez maravillado que te rendirías a los pies de cualquier Dios y a la vez te sumarías a cualquier viaje de exploración espacial. Nos indigna con frecuencia -y muchas veces con sobradas razones- el carácter depredador que tiene el progreso humano, pero no pensamos lo suficiente en el milagro que es tener estaciones espaciales, aparatos de aire acondicionado o agua caliente. En ese sentido, nos interesa mucho la visión de Ray Bradbury al respecto: la raza humana vista como una sucesión de vanos intentos en busca de la revelación última, que nunca llega. Fracasar para volver a empezar con la misma ilusión y esperanza. Irse a Marte para desvelar un misterio y terminar montando un restaurante kebab.
El tempo de la canción es reposado y orbita sobre una base de sinthes y una batería con flanger. Al principio hay un sampler de Carl Sagan y al final una nota de voz de Rai jugando de fondo mientras yo grababa con el móvil unos acordes de guitarra.
10- La senda del mig
La senda del mig recoge un sonido de soul bastante clásico. La letra habla de tratar de despegarse de dogmatismos y de polaridades. Despegarse lo suficiente de las propias ideas, o al menos no identificarse con ellas hasta el punto de perder de vista la sabiduría que da la práctica del distanciamiento. La canción no habla tanto de tomar una actitud equidistante ante la vida como de ser consciente de que vivir es pactar continuamente con uno mismo y con la realidad, en lugar de andar sermoneando a otros. Como Cante el cos elèctric y El riu que no torna, la canción recapacita también sobre la necesidad de vivir una vida consciente para afrontar una muerte transparente, en la que poder pagar el peaje al barquero con la conciencia limpia. Las sección de coros está grabada, como en la mayoría de las canciones, alrededor de un solo micro. Cuando Paco nos separa, desafinamos como gatos. Cuando cantamos todos juntos en la misma habitación la cosa suele ir mucho mejor.
11- Penjats d’un núvol
Penjats d’un núvol aborda la perspectiva de una vida eterna o en bucle en un entorno digital, posibilidad que por lo visto empieza a no ser tan descabellada. Una especie de Invención de Morel de la era virtual, o un San Junípero. La idea se disparó cuando veía una serie documental de Iñaki Gabilondo, Cuando yo no esté, en la que un doctor de Cambridge hablaba de cosas loquísimas -regeneración celular, exocráneos, vida eterna- con una confianza entre aterradora y maravillosa. En la canción se expresa el miedo del cuerpo humano, venido de otro vientre caliente y palpitante, a verse superado por la frialdad de las máquinas. Vaya, yo cuando me llegue el momento lo que quiero es que me tapen con una manta bien calentita. Me aterra morir con frío, lo cual parece inevitable. En todo caso, la voz de la canción quiere sobreponerse a esas dudas. ¿Quién no estaría dispuesto a todo para recuperar en bucle ciertos momentos de la infancia o de la juventud, vivirlos cada vez como si fuesen la primera? La melodía es muy vertical, buscando notas cada vez más agudas, como si en el fondo se anhelase tocar esa nube virtual. Las armonías vocales son picantes y llenas de cromatismos y la estrofa tiene un aire noctámbulo y extrañado, un poco Badalamenti. Para el clímax final decidimos convertir la canción en música de baile en la que la voz queda sustituida por el vocoder.
12- Millor persona
Millor persona es la canción más sencilla y “pequeña” del disco. Para el final del viaje queríamos una canción que hablase de la necesidad de desconectar de vez en cuando, respirar y mirar a quien tenemos al lado. Así como desde el principio sabíamos que Soc l’animal persona! abriría el disco, el final también estaba decidido de antemano con esta canción. Nos parecía que cerraba un círculo y expresaba el cambio necesario de final de viaje, una canción sin ningún artificio que habla sobre tratar de ser mejores. Plantar una semilla. Tener otro hijo. Pese a que hay mucho pudor con estas cosas, no me avergüenza decir que grabé la toma de voz con la voz temblorosa, cantando todo lo bajito que podía y llorando. No de tristeza, claro. Llorando de emoción, de agradecimiento. Cuando pasan estas cosas en el estudio, Paco se tira un pedo para equilibrar la balanza.
¡Ah! Y al final del disco, después de una serie de notas de voz de la banda dispuestas al tun tun, hay una especie de bonus track muy cortita, La música actual, algo así como una canción de amor de los 50 cantada con vocoder y en la que descubrimos que César podría convertirse en concertista de theremin.