Pasan los años y Benimaclet no cambia. En todo caso, mejora. Mantiene ese espíritu de pueblo, con negocios de barrio y ritmo pausado, y suma brotes modernos en el mejor sentido de la palabra. Un equilibrio perfecto que trasciende incluso a sus negocios. Por ejemplo, en torno a ese mamotreto de centro de salud de la calle Guardia Civil se encuentran algunas interesantísimas ofertas gastronómicas que vale la pena investigar. Las hay que ya llevan un tiempo alegrando al personal como La Ola Fresca o la Pastelería El Taller. Y otras que son más recientes como la Pizzería Trattoría Torino o Al-Paladar.
Al-Paladar ha cambiado recientemente de ubicación, que no de barrio, y a su oferta de comida para llevar, ahora añade la de poder degustar sus platos en el propio local. Un bajo que, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta cómo cuidan cada oferta de sus cartas, está mimado en pos de la comodidad del cliente. No es casual, pues, que Malota se haya encargado de la imagen del mismo.
Sin embargo, un buen envoltorio sin contenido no iría muy lejos. No es el caso. Todo lo contrario. Además, da la sensación de que no se ha dejado nada a la improvisación. Desde la selección de vinos y cervezas (deliciosa Galana, a la que el nuevo diseño de la etiqueta le ha sentado genial) hasta la apuesta por una carta con una importante presencia vegana y saludables recetas.
Los tres patés vegetales (berenjena, hummus y calabaza asada) son puro sabor, la textura del crujiente de espinacas con salsa de queso no se queda atrás, el cuscús de cordero se paladea sin prisas y el curry thai de pollo y leche de coco con noodles de arroz es como un billete para la eternidad. Mención aparte merecen las empanadillas mejicanas de ternera a las que habría que hacer un club de fans. Puede parecer algo fácil de cocinar por la reminiscencia de las congeladas que se pueden comprar en los supermercados. Y, precisamente, por ello el mérito es mayor. Conseguir que no sufran sobredosis de aceite, que el sabor de la masa se mantenga y actúe como complemento del interior y evitar el efecto desconchado al primer mordisco, no es sencillo. Y teniendo en cuenta las veces que repetí puedo dar fe que no fue un acierto casual.