Foto: Eva M. Rosúa.

Foto: Eva M. Rosúa.

Asombra la predisposición de la gastronomía india a mostrar miles de platillos con filtro saturado. En Patraix, existe un paraíso del curry, Indian Curry House, especialista en Tandoori (horno cilíndrico) y en dar colorido a los platos que sirven a la mesa. Puede ocurrir que el buscador de curry llegue a la casa y se la encuentre cerrada. Grave error no persistir en el timbrazo. En forma de herradura, el local comunica con la pizzería Verona, mismos cocineros, diferentes cocinas. Y la suerte hará que la puerta al mundo de los aromas por fin se abra.

A Indian Curry House se va a comer Tikka Masala, de pollo o de cordero. Un plato elaborado con garam masala (mezcla de especias), tomate, cilantro fresco y salsa dulce. Ambas carnes cortadas en pequeños trozos más o menos tiernos (más el cordero que el pollo). Se le puede pedir que pique, y seguramente el adjetivo para el cocinero es un chiste español. Porque ni la nuez, ni la pimienta, ni la canela o el clavo que lleva el popurrí de condimentos, se pueden considerar picantes para un paladar entrenado. Y estamos ante una carta de maratón hot. Hasta quince especialidades de curry frente a tus narices, en las que aventurarse con el objetivo de alcanzar la licenciatura del verdadero curry picante: Vindallo (o Vindaloo) descrito como “muy caliente y picante”. Un plato originario de Goa con antepasados portugueses en el vinha d´alhos (salsa de vino y ajos para para enternecer la carne), hecho con cerdo. Aunque curiosamente, aloo también signifique patata en hindi. Pero no hay ni rastro de cerdo o de tubérculo en la versión india.

Se puede acompañar el curry con el aromático arroz basmati pilau que tiene el poder de la cromoterapia: anaranjado hasta el punto de alegrarse solo con verlo. Y con unas empanadillas de verduras, triangulares y fritas. Las populares samosas que vienen acompañadas por tres salsas también pintonas: picante, mango y menta. La proverbial hospitalidad india hará que durante toda la comida un camarero semi oculto, sentado tras la barra, atienda inmediatamente cualquier necesidad: que si una cerveza más, que si un poco de cheese nam (pan hindú con queso al horno tandoor)…

Y al llegar la hora del postre, los sabores del Raj reaparecen porque quitando del gulab jamun (bolitas de harina fritas y endulzadas) y del pistacho, en la corta oferta destaca el mango en forma de helado, o en crema con pequeños trozos de almendra y coco. El mango merece en la cocina y en la historia de la India un capítulo aparte. Se emplea para la elaboración del delicioso chutney (del verbo aplastar), una mermelada pizpireta con guindillas y azúcar. Y en su versión verde, es usado con el tratamiento de verdura. El mango, tan popular y necesario que hasta los ingleses lo gravaron con un impuesto para seguir fastidiando el único lujo que le quedaba al pueblo indio. En Indian Curry House el mango final es el triunfo de una tradición gastronómica que ha tenido mayor proyección que aquella que le pretendió menospreciar.

Indian Curry House
Calle Jaime Beltrán, 21
46017 Valencia