Dentro del bullebulle de un mercado, hay una especie de bares: los que forman parte de él, los que están dentro de la ballena. Bares con intensa actividad, y alto nivel de eficiencia. El cliente reposa el suspiro justo para retomar fuerzas. Y si de bocadillos hablamos ¿cuáles les distinguen?
Por una vez y sin que sirva de precedente, el bar que nos ocupa no está dentro del mercado pero forma parte de su estructura: Bar Restaurante Rojas Clemente es un apéndice necesario del Mercado del mismo nombre. Una casa de comidas que es ejemplo de lo que debe ser el género. Atención, calidad y variedad. Los tres pilares sobre los que asentar la mesa del almuerzo junto a la pata del disfrute.
Y el bocadillo estrella no es único, sino una variedad alrededor de la tortilla: de patata (y nada más) para los puristas, con cebolla para el otro 50% en conflicto, de bacalao para las almas marineras, coronada con sobrasada para los amantes de la potencia, la clásica de ajetes tiernos… Y así un sinfín de ejemplares, aunque también se puede optar por pedir plain tortilla acompañada por algún amiguito: chorizo, pimientos de padrón, pisto… E incluso apostar por la deconstrucción más elemental de la tortilla: el revuelto de patatas a lo pobre con bacon (bautizado como jamonada) o con morcilla. Al calor de un mercado se puede hacer una excelente cocina de mercado, de bocatas, y de pausas.
Mercado Rojas Clemente. Plaza de Rojas Clemente. El Botànic.
Este artículo fue originalmente publicado en el nº36 de Paladar, el boletín gastronómico de Verlanga, que llega los jueves, al correo de sus suscriptores. Para apuntarse gratuitamente ir aquí.