Soy Nuria Calaforra. Actualmente me encuentro respondiendo en el mundo del estilismo de moda y estudiando francés. Dejé atrás un puesto de responsable de comunicación de dos firmas de calzado porque no me satisfacía lo suficiente, hay algo más y en ello estoy. A esto se une que soy volátil, cambiante e inquieta. Analizo, valoro y me replanteo constantemente todo, es peligroso pero ayuda a discernir. Soy más foodie de lo que parece. Mis tres sitios para comer en Valencia son:
1.- Nozomi Sushi Bar (C/ Pedro III «El Grande», 11)
Ubicado en la zona más candente de la ciudad de Valencia, el barrio de Ruzafa. El interiorismo es impecable y el clima de paz y tranquilidad se agradece. Recomendable la dorada con sal del Himalaya y trufa negra, necesario el pez mantequilla (mi obsesión del sushi) con crema de trufa y sal Maldon. Se encuentra entre los 10 restaurantes más bonitos del mundo por los Restaurant & Bar Design Awards, ahí es nada.
2.- La Línea (C/Bachiler, 22)
Situado en una zona, vieja gloria hoy anquilosada, a la que le hacía falta un soplo de aire fresco. “La Línea” le toma el relevo a la carismática Fondue de Bachiller. Se trata de una cocina fusión, platos elaborados con un matiz creativo. Lo sientes todo muy cercano, con esmero y de calidad. Muy destacable sus croquetas de patata, puerro e Idiazábal, su ceviche de medusa y su ensalada de algas. Un gustazo el trato.
3.- Brassa de mar (Avda. Mare Nostrum, 50)
Su cercanía al mar ya me gana. Aún en pleno invierno resulta apetecible ir a degustar arroces (y mucho más) resguardado por una cristalera con vistas eternas al horizonte. Su “all i oli” es un imprescindible en la mesa y está suavizado con leche y sin huevo, al estilo ibicenco. Y no hay que dejar de encargar una fideuà de huevo, alcachofas y foie. Atenciones, salitre y vistas, como un rey.
Este artículo fue originalmente publicado en el numero trece de la newsletter Paladar que, todos los jueves, llega al correo de sus suscriptores. Para apuntarse gratuitamente ir aquí.