València, t’estime, el documental dirigido por Carlos Giménez, con producción de Ukpik Productions, es un viaje emocionante, duro, también divertido en ocasiones y muy necesario sobre la historia LGTBI en València, desde el final del franquismo hasta comienzos del siglo XXI. La película se estrena, dentro de la sección Òrbites, del festival Cinema Jove, el próximo domingo, 25 de junio, a las 20h, en el Teatre Rialto.
La cinta arranca dando voz a aquella primera generación que empezó a soñar que se podía ser homosexual y feliz. Y con abundante material de archivo (algo que se agradece mucho) hace paradas en el asociacionismo (del Front d’Alliberament Homosexual del País Valencià a Lambda); en los locales (Balkiss, Venial, Claca…); en figuras como Rampova o La Margot; en publicaciones como la revista Party o Papers Gais o programas de radio como La Pinteta Rebel; en las mayores dificultades que tuvieron las lesbianas; en la aterradora Brigada 26; en lo que supuso el SIDA o en El Cobertizo, la primera librería de temática gay que abrió en València.
Días antes de su première, Carlos Giménez nos atiende por teléfono.
Haznos un making of del documental.
Empieza en enero del 2021, el año anterior había hecho el microdocumental Liz Dust: Arte, Orgullo y Dragqueer y funcionó muy bien. Ganó un premio del Ministerio de Igualdad. Eso me motivó a hacer algún otro proyecto de cara al Orgullo del 2021. Pensando qué podía hacer sobre la ciudad de València se me ocurrió la idea de centrarlo en la historia LGTB. En aquel momento tenía 28 años y consideraba que las nuevas generaciones no conocíamos esa historia.
Estábamos aún en pandemia y estaba todo cerrado, así que como teníamos todo el tiempo del mundo me puse a llamar a gente y a tirar un poco del hilo, preguntando qué es lo que había ocurrido en València en aquella época. Fueron semanas y semanas reuniendo contactos y llamando a muchísimas personas que empezaron a contarme lo que había ocurrido desde que acabó el franquismo hasta ahora. Aluciné de la cantidad de historias que había y sobre todo la cantidad de gente que tenía ganas de que se reuniera por primera vez toda la historia LGTB en València. Es cierto que ya había una tesis sobre ello de Pau Clavel, pero de una forma más académica e histórica.
Cuando ya pudimos salir empecé a rodar, pero pensando siempre en hacer algo sencillo y rápido, pero cuando vi que de verdad había mucha gente y mucha historia que contar, decidí asociarme a Ukpik Productions porque aquello iba adquiriendo una envergadura más grande.
En 2021 hicimos una presentación de un primer corte en el Centre del Carme porque necesitaba feedback, yo no había vivido la época de la que hablaba el documental, y la verdad es que fue muy bien. A partir de ahí decidimos buscar financiación, y eso fue el primer hándicap. Pensábamos que íbamos a tenerlo mucho más fácil con los gobiernos que teníamos aquí en la Comunidad Valenciana y en València, pero fue un trabajo muy arduo y difícil porque no nos daban un duro, fue bastante mal porque nos pusieron muchos impedimentos, no había mucho interés. Y durante estos dos años, el documental ha tenido su propia lucha para encontrar financiación, que al final conseguimos de Presidencia de la Generalitat Valenciana, de À Punt y de Diputació de València, lo que nos han permitido cubrir algunos gastos. Nosotros no hemos cobramos absolutamente nada, de hecho nos ha costado mucho dinero, pero… bueno pudimos hacerlo.
Uno de los muchos atractivos del documental es la gran cantidad de imágenes de archivo. ¿Cómo fue ese trabajo de documentación para poder reunir tanto material?
Di con las personas idóneas. Una de ellas fue Juan Barba, que tuvo la primera librería de temática gay en València, El Cobertizo, y se ha dedicado durante estos últimos veinte años a recopilar cintas VHS sobre el tema. En aquella época si eras gay o transformista y tu familia no lo aceptaba cuando fallecías y no tenías descendientes, todas esas cintas las tiraban a la basura. Juan lo que hacía era rescatarlas de la basura y digitalizarlas. Tiene una documentación en su casa brutal. Y así con muchísimas otras personas que, entre ellos, se habían perdido la pista , pero rescaté contactos y se volvieron a reencontrar e incluso se intercambiaron archivos.
También pudimos contar con Lambda, en aquel momento L’Armari de la Memòria no existía, y rescatamos un montón de archivos. Todo el mundo que ha podido verlo coincide en que hay una riqueza documental como nunca antes se había visto. València, t’estime nos permite sumergirnos por completo en la etapa de los 70, 80, 90, con material casi inédito.
Incluso nosotros hemos generado material de archivo. Rampova falleció poco tiempo después de grabar la entrevista y antes de que desmontaran su casa para venderla nos llamaron para que fuéramos a grabar lo que había creado ella en su interior, era alucinante. Juan contaba que incluso ya estaba llegando a pintar por fuera de su piso, por el rellano, quería invadirlo todo. Esas imágenes aparecen en el documental y mucha gente va a ver por primera vez cómo era la casa de Rampova.
València, t’estime destaca también por la cantidad de protagonistas de aquellos años que has conseguido reunir.
Tuve suerte la verdad. Me fueron pasando los contactos y desde el minuto uno la inmensa mayoría estuvieron a mi disposición, me abrieron las puertas de su casa sin conocerme de nada para enseñarme álbumes de fotos, vídeos… Y, como dices, los protagonistas que aparecen son importantes, es la primera vez que no cuentan lo mismo los mismos de siempre, esta vez son protagonistas un poco más distintos, porque no se cuenta solo la historia del activismo y de las asociaciones por dentro, sino todo lo que ocurrió en València y entonces, ahí, cada uno tiene su importancia y valor. Pongo al mismo nivel a las personas que lucharon desde las asociaciones a la persona que llevaba un local como Café Claca o a las transformistas, porque todos, de una manera u otra, hicieron activismo. En el documental prima mucho, ya no la historia, sino la anécdota, la emoción, la experiencia y creo que eso a la gente más joven le va a gustar mucho.
Entre todos esos protagonistas (Vicente Ortuño, Olga Ramos, Pepe Miralles, Josema Soler, La Margot, May Chordá…) destaca la presencia de Rampova.
Es cierto que encontramos a una Rampova que estaba un poco consumida por la salud, pero aún así es es importantísimo su testimonio por todo lo que vivió. Por ejemplo todo lo que cuenta de la Brigada 26. Estuvimos a punto de cancelar y posponer su entrevista hasta que se recuperara de la voz, pero afortunadamente no lo hicimos. Y, luego, con la ayuda de Juan Barba o Juan Vicente Aliaga, y de otras personas, hemos podido articular lo que fue la historia de Ploma 2 y su trayectoria.
La película visibiliza, también, la resistencia del colectivo contra la extrema derecha y las fuerzas represoras, muy presentes durante los años posteriores al franquismo. Una lucha que suele quedar oculta cuando se habla en términos generales de los movimientos que hicieron oposición durante aquella época.
Sí, totalmente de acuerdo. Ahí están, por ejemplo, los testimonios de la Margot o de Rampova. El travestismo para el franquismo era como la bomba que dinamitaba toda esa virilidad que querían mantener en la sociedad. Más que un mérito del documental, es un mérito de ellas y de ellos que estaban desafiando completamente todo ese sistema tan loco que había en España en aquel momento.
Locales como Balkiss, Venial, Chaplin, Café Claca… también tienen su protagonismo en el documental.
Ese fue uno de los primeros retos. Algunas personas que salen en el documental me pidieron que no contara lo mismo de siempre, que aprovechara esta oportunidad para contar otras cosas que también ocurrieron en València, como podían ser los locales que existían. O las transformistas y artistas, que tuvieron su lucha paralela, que no se juntaban con las asociaciones o no eran tan activistas de calle, pero sí que hacían una labor importantísima. Se subían al escenario e intentaban hacer reír tanto a una pareja heterosexual como a una homosexual que estuviera sentada al lado. De repente esos dos mundos completamente distintos se unían en ese espacio y reían de lo mismo, generaba una unión que era un activismo brutal, porque normalizaba que los hombres se vistieran también de mujeres de una manera o de otra.
Por eso hay una parte importante del documental que habla de estos locales y de los transformistas, porque nunca se había tratado este tema, nunca se había hablado y había de alguna u otra manera que reivindicarlos y visibilizarlos. Y, ojo, he rescatado solo algunos de los locales que hubo en aquella época porque había muchísimos. Juan Barba lo cuenta, abrían y a los meses o al año cerraban porque tenían mil problemas burocráticos, les ponían bombas, recibían amenazas…
También sale Toni Moreno, de Café Claca, un visionario, porque el suyo no fue un local propiamente gay como podía ser Venial, se respiraba un ambiente más diverso, cabía todo el mundo, no era solo lo LGTB sino algo más de artistas y pasó muchísima gente famosa, Berlanga sin ir más lejos. Lo que cuenta Toni en el documental no llega a explicar la envergadura que tuvo Claca en el panorama nacional. Y digo que fue un visionario porque ahora, en 2023, podemos encontrar lugares de ambiente diverso, LGTBI friendly, y eso ya existía en los 80 en València en Claca.
Resulta imposible viendo València, t’estime, no establecer un paralelismo con la situación actual y la entrada de la extrema derecha en distintos gobiernos, con la inestimable ayuda de los medios de comunicación que los blanquean. Parece que olvidemos la historia.
Sí, así es. Da miedo porque ellos lo vivieron y si nos están avisando de que vuelven es porque realmente vuelven. Hay una frase al final del documental de Josema Soler donde alerta que el fascismo se ha vuelto a poner en marcha. Y eso lo grabamos hace dos años, en marzo de 2021, y ya los tenemos en el gobierno.
Creo, y es algo que me gusta mucho decirlo, que si no conocemos este tipo de historias, este tipo de peligros que ya existían, vamos a volver a repetirlos porque eso es lo que hace el desconocimiento. Este tipo de documentales puede concienciar a los más jóvenes de lo que hubo y de que hay que estar en guardia.
¿Qué recorrido le espera a València, t’estime una vez se estrene en Cinema Jove?
Después de Cinema Jove, lo presentaremos a todos los festivales que podamos, tanto locales como nacionales, y a los premios Berlanga. Me imagino que si en À Punt cambian al director general no emitirán este documental en los próximos cuatro años.
Y ya el año que viene, en junio, mi intención es que lo podamos presentar en alguna sala de cine y que esté algunos días, porque la gente por lo que me dicen es que está como loca por verlo.