«La casa de Coto» (Guillermo Alcalá-Santaella, 2020).

Primero fue un relato y luego ha sido un corto, en el camino el protagonista creció diez años. La casa de Coto, de Guillermo Alcalá-Santaella, presente en la Sección Oficial de Cortometrajes de Cinema Jove (24/06, Teatre Rialto, 19.45h), es un viaje por los recuerdos del joven del título a partir de una visita que hace a la que fue la casa de su niñez. La historia «surge por el recuerdo de esos veranos de mi infancia en el pueblo de mi madre y mi tía, en Estivella, y de esos días de playa y piscina con mi familia paterna en El Perelló», explica su director.

La familia es un rasgo identificativo en los cortometrajes de Guillermo. «Es un tema que ya aparece en La petite fille (Cinema Jove – Panorama Valenciano año 2014) o en La Sierra (Festival de Cine Europeo de Sevilla año 2017)». No es el único elemento en común de La casa de Coto con trabajos suyos anteriores. «También hay un vínculo con «lo real y lo fantástico», como ocurría en el cortometraje Continuidad de los parques (Festival Int. de Cine de Alicante año 2015), proyecto que tuve la suerte de producir junto a Bocabadats Media».

¿Y por qué ese interés por el núcleo familiar o las relaciones familiares? «Afortunadamente la familia me ha ayudado a crecer como persona y como profesional. A mis padres y a mi hermano, sobre todo, se lo debo todo. Pero también los familiares a los que nunca conocí, que de alguna manera siempre he sentido que han estado ahí. Susurrándome, aconsejándome. Ese anhelo de haber querido conocerlos de niño es un leitmotiv que creo que ha tenido mucho que ver».

En la sinopsis del corto se habla de «un acercamiento al realismo mágico». «De realismo mágico pienso que tiene poco, aunque efectivamente es algo que se ve en la película en diferentes ocasiones. Mi intención fue siempre recrear más un tránsito, una búsqueda hacia lo que uno recuerda qué es lo que le hacía sentir de pequeño tan vivo, tan «en las nubes». Hay olores y percepciones que de pronto, siendo ahora adulto, le vienen a uno en cosa de medio segundo, y son sensaciones tan efímeras, como evocadoras, Son esas impresiones las que el protagonista percibe y no entiende por qué suceden. Y es esa curiosidad, esa inquietud que le lleva hacia lo que no comprende, lo que quizás se acerca más a esa atmósfera de lo fantástico».

Ese deambular de Coto por lo que no comprende se traslada al espectador, al que no se le proporciona toda la información necesaria para conocer con más detalle aquellos recuerdos que va teniendo el protagonista. Sin embargo, sí puede ser capaz de compartir las sensaciones. «Siempre cometo el error, o el acierto, de no darle al espectador toda la información. Al contrario, suelo dar poca. Me gusta que sea el público el que se recree en la historia y el que piense distintas realidades que giren en torno al mundo de los personajes. Esta elección quizás produzca en el espectador una sensación de pérdida, de desubicación… pero ahí está la gracia. En tratar de interpretar y de que uno mismo se forme una idea propia».

Guillermo Alcalá-Santaella.

A la hora de hablar de influencias, Guillermo explica que es algo que siempre le ha costado analizar y reconoce que en su día le marcaron directores como Krzysztof Kieslowski, Ken Loach, Akin Fatih o Cesc Gay y «a día de hoy esto me ha ayudado, entre otras cosas, a ser el cineasta incipiente que soy. También directoras que he conocido en los últimos años que tienen un talento y proyectos fascinantes (Carla Simón, Greta Gerwig, Alice Rohrwacher). Pero no reconozco referencias cinematográficas en La casa de Coto, lo que sí reconozco es la nostalgia que siento de cuando era un chaval. De cuando jugaba con mi hermano cada día en verano y cuando trotaba de un lado a otro sin preocupaciones de ningún tipo».

La casa de Coto, como apuntábamos en el primer párrafo, forma parte de la sección a competición del festival Cinema Jove. «Cinema Jove es el festival de referencia de València, la ciudad donde nací y donde me crié hasta los 24 años. Es un festival que premia el talento de los más jóvenes y que reconoce la labor y la constancia de los que queremos seguir aprendiendo y mejorando en esta industria tan complicada como maravillosa que es el cine. Es el festival donde participó uno de mis primeros trabajos como cortometrajista, y eso no se olvida».