Un hombre y un perro caminando por un árido y montañoso paisaje. Una voz en off: «Dicen que la mala fortuna no entiende de justicia ni de compasión. Tampoco de estadísticas, creencias o de casualidad. La mala fortuna solo entiende de sí misma y de la despreocupación del dolor que puede causar». Así arranca Zerø, la ópera prima de Iñaki Sánchez Arrieta, una película valenciana que compitió en la Sección Oficial de la Mostra de València de 2019 y que ahora llega a la gran pantalla. A partir de este viernes, 23 de abril, se podrá ver en castellano en los cines ABC Park, ABC Gandía, ABC Elche, Cines MN4 de Alfafar y Odeón Multicines de Alicante, y en valenciano en los Cines Yelmo de Valencia y Alicante.
Zerø «surgió por encargo», explica el cineasta. «A partir de una idea original de Ferran Brooks, hice una adaptación y dirigí la película». El film está protagonizado por Nuria Herrero, Juan Blanco, Pep Sellés, Alba Casterá, Silvia Rico, Roberto Campos y cuenta con la colaboración de Cristina Perales.
Del argumento de Zerø, lo ideal es no saber más de lo que indica la ficha de la película: «Un hombre y una mujer se despiertan en extrañas circunstancias en un lugar desconocido. No saben quiénes son. Otro hombre sigue sus pasos desde la distancia».
Al principio, Zerø se titulaba Dusk ¿Por qué optasteis por cambiar el título? ¿Cambió mucho más la idea original?
El cambio de título vino a raíz de la adaptación. A partir de la idea original, la de dos personas que despiertan en un desierto sin saber quién es el otro, que se ha mantenido desde el principio. El cine fantástico me atrae como tantos otros géneros, pero reconozco que no es el que más me interesa, así que consideré que para hacer mía la película y dirigirla de manera auténtica, sin obligarme a buscar referentes lejanos para mí, debía de añadir elementos de otro género, en el que me encontrara cómodo. Ese género en mi caso es el drama, y explorando, encontré una vía que unía ambas líneas de una manera especial. No se puede dirigir sin implicación, me parece imposible que funcione. Dirigir una película es algo extremadamente intenso y duro y para hacerlo uno necesita, obligatoriamente, cargarse de motivos para llevar adelante la historia.
Cuesta bastante hablar de la película sin desvelar ningún secreto, ¿cómo contarías tú Zerø?
Zerø es el conjunto vacío. Lo que no es. La nada. Había un dicho que afirma que todos los seres que existen en «ø» son inmortales. El asunto es que en «ø» no existe nada. Zerø es el punto de partida al que uno puede no desear volver, después de haber vivido toda una vida. Contar el argumento de Zerø es delicado. Confieso que no soy capaz de contar el argumento sin desvelar cosas que no se deben, como bien dices, pero hay un componente grande y trágico retratado a través del azar.
En el reparto coinciden Nuria Herrero y Juan Blanco, que también lo han hecho en la serie Señoras del (H)ampa ¿Fue allí donde descubriste la química entre ellos y que también se podría trasladar fuera de la comedia?
Cuando rodamos la película, Señoras del (H)ampa aún se estaba gestando. Resulta gracioso que en la serie continuaran acompañándose, como lo habían hecho en la película, pero te sorprenderé más si te digo que antes de hacer la película, ya habían dado vida en tres o cuatro ocasiones a varias parejas en distintos formatos de ficción. Por supuesto yo no lo sabía, pero me quedé muy loco. Juan y Nuria funcionan muy bien juntos. Hay una parte del trabajo, dificil de conseguir si no viene de serie, y que ellos tienen muy conseguida: la química.
El paisaje se acaba convirtiendo en un personaje más de la película.
Las localizaciones con esos planos frontales, casi teatrales, con los que se presentan cada uno de los escenarios, son un elemento de mucho peso en la película, y se explotaron al máximo.
¿Y el rodaje de las secuencias en esas localizaciones (Xixona, Teruel y Abanilla (Murcia)) fue, especialmente, duro?
Durante algunos días, en esas localizaciones, el tipo de rodaje que hicimos fue de guerrilla, que llamamos. Dos de las tres localizaciones principales eran más o menos accesibles desde los campamentos que la producción habilitó para rodar. Quince o veinte minutos andando, pero la tercera de ellas…. La tercera, situada en el término de Xixona, además de estar muy escondida, tenía un acceso de auténtica locura. Costaba alrededor de media hora bajar a ella y por un camino muy escarpado, tanto como que era inaccesible para quads, de manera que todo el material hubo que bajarlo a mano. Creo que a nadie se nos olvidará Xixona, pero todos cuando la vemos en pantalla, seguimos pensando que mereció la pena.
Hablando de secuencias, tanto en Zerø como en algún trabajo tuyo anterior (por ejemplo en El abrazo) destacan aquellas que tienen una importante carga dramática. ¿Te gusta rodarlas?
Los géneros qué más me tiran son el thriller y el drama y creo que el primero me gusta porque normalmente viene de una manera u otra de la mano del segundo. Me gusta escribir historias en las que los personajes a menudo se ven enfrentados a conflictos cuya resolución, dificil en muchos casos se encuentra en lo más profundo de ellos mismos. Soy bastante amigo de la sencillez y de dejar el espacio al personaje que está delante llenándolo. No planifico mucho e intento, a veces es dificil, no cambiar de plano si no tengo un motivo importante para hacerlo. La intensidad dramática a la que se puede llegar en cada escena depende de varias cosas, de la capacidad interpretativa del actor o actriz, de la tuya para sugerir las sensaciones que lleven a determinado estado, del texto por supuesto, y la más importante, de la relación de confianza que intérprete y director pueden llegar a construir para meterse juntos, en el agujero. Cada vez toca averiguar por donde irán mejor las cosas. Es apasionante y hay que estar abierto a lo que puedas encontrar y lo mismo desde el punto de vista de los intérpretes.
¿Qué tienen los núcleos familiares que te atraen tanto desde el punto de vista narrativo?
Creo que la infancia de cada uno de nosotros es definitivamente lo más importante. Somos lo que crecimos. Me interesa el pasado y la asunción de este. El padre. La herencia, el aprendizaje, el Perdón… Todo parte de ahí y por ahí estoy, más o menos, trabajando.
¿En qué medida tu importante trayectoria como ayudante de dirección te ha servido a la hora de dirigir tu ópera prima?
Desde luego que el haberme dedicado durante tantos años a la ayudantía, me ayudó muchísimo. El dia previo a rodaje, tuve un mini achuchón de vértigo, que no duró más de dos minutos. Pensé, vale, es mi primera peli como director, pero también la número 28 en total. ¿A qué tengo miedo? Y así racionalizando la cosa, tuve un rodaje inolvidable. Lo mejor que uno puede hacer, a mi juicio, es darle a la película toda la importancia que merece y tiene, que es mucha, pero quitársela si las cosas se tuercen y comienzan a afectar a uno demasiado. Al fin y al cabo, es sólo tu ópera prima, y no lo digo de broma. Quitar peso me ha funcionado hasta ahora para la vida.
¿Y todos los cortos que has rodado?
Los cortos, que ya van diez, y antes de que acabe el año serán once, te dan la vida cuando tienes mono de rodar y es un error considerarlos como algo menor. Con cada corto aunque sepas más, o eso creas, vuelves a aprender de tus errores. Y depende de tantos factores como en una película que salgan mejor o peor… me río cuando pienso que mi corto más premiado lo rodé hace tres o cuatro años y que los siguientes, pese a que me gustan bastante más, están funcionando, pero ni de lejos tan bien como aquel.
Entre los agradecimientos del final de la película aperecen Santiago Tabernero y Yolanda G. Serrano.
Santi era profesor del master de guion que acabo de terminar hace unas semanas y nos hemos entendido muy bien. Es muy buena gente. A Yolanda la conocí trabajando, fui su ayudante y nos hicimos muy amigos. Los dos vieron Zerø a petición mía y me dieron feedback.
¿Qué sensaciones se tiene cuando ruedas una historia que aunque acabes haciendo tuya no la has escrito tú?
Mi sensación con Zerø es muy buena. Creo que el mayor mérito a nivel global, bajo mi punto de vista, ha sido el de la transformación hacia el drama, sin abandonar la emoción del género fantástico, de manera que se ha conseguido una película que arrastra, que entretiene, pasa muy bien y te lleva hasta el final en un ascenso más suave al principio, pero vertical al final. Quiénes la han visto dicen que remueve y golpea y yo lo creo. Esa era la intención al menos.