Fotograma de «Les vacances de Mara» (Elena Escura, 2023).

Dos amigas (intérpretadas por Lorena López y Mireia Pérez) se reencuentran después de muchos años sin verse. Les acompañan algún resentimiento del pasado y varios misterios sobre el presente. Tomar decisiones se antoja como la única solución futura. Estos son los cimientos sobre los que se construye Les vacances de Mara, ópera prima de la valenciana Elena Escura, y la película que clausurará (sábado, 28 de octubre, 19h, Palau de la Música) la edición de este año de la Mostra de València.

En una ocasión dijiste en la revista Afán de Plan: «No sé inspirarme. Simplemente abro la caja de recuerdos y saco historias. A veces son las cajas de otros». ¿Cómo surge la idea de Les vacances de Mara? ¿Abriste alguna caja propia o ajena?

Elena Escura: Doy clases de guión y siempre digo esto porque puede ser muy frustrante para la gente que escribe estar esperando la inspiración. Es algo que nunca me lo he creído mucho, sí que hay días que puedo estar más lúcida, pero al final, para escribir o contar historias las ideas se te van ocurriendo escribiendo u observando la realidad, incluida tu propia realidad. En este caso sí que había muchos elementos propios porque creo que tengo un poquito de las dos protagonistas. He viajado mucho por Latinoamérica, he tenido alguna vez desencuentros con amistades… Al final hay cosas propias y cosas que son de ficción.

Es una película sobre dos amigas que se reencuentran si hacemos caso al argumento, pero es un film que habla de muchas más cosas, como pueden ser los sueños perdidos. 

La verdad es que lo del reencuentro de las dos amigas me permite hablar de la amistad, pero a mí sí que me interesa hablar de otras cosas como dices. Una de ellas es, por supuesto, los sueños perdidos …y las decisiones que se han tomado o no. Llegas a un punto de la vida, en este caso las protagonistas rondan los 40, yo de hecho tengo 42, llegas, como digo, a una edad que ya no te permite volver a empezar en ciertas cosas, en que hay que asumir las decisiones tomadas, sí, habiendo cosas que se pueden virar, pero otras que no.

Ese era uno de los temas de los que quería hablar. Otro era la pérdida. Llega un momento en el que puedes tener la sensación de que estás atrapada en una vida con la que no sintonizas, es ese cliché de ser espectador de tu propia vida, y así es como se siente Mara. Esta idea de escapar de tu propia vida, de jugar a ser otra, es la vía de escape que toma Mara. Lo que tiene más a mano es imitar a su propia amiga y se mete en una espiral en la que empieza a recordar el pasado.

Esa situación de vivir la vida de su amiga podía haber caído en la caricatura, haber derivado hacia el humor, haber sacado a la película de su tono. ¿Cómo lo trabajaste para que no ocurriera?

Hay situaciones que son como de vergüenza ajena, momentos que rozan el ridículo, de «pero, ¿qué está haciendo?», y estoy muy contenta que así sea porque esa era la idea. Pero esta parte funciona porque vemos a un personaje del que no sabemos nada y constantemente nos preguntamos qué le pasa, podemos atisbar que algo no funciona en ella, pero no sabemos el qué hasta que no regresa Vera y empiezan a hablar, aunque tampoco se verbaliza nunca lo que le pasa, es como un sentimiento que está ahí, pero sí podemos hacer el puzzle mejor con la presencia de Vera.

Y para no caer en lo cómico trabajamos mucho con Lorena el personaje de Mara, hablamos bastante de lo que sentía ella por dentro. Las dos estábamos de acuerdo en que hacía todo eso, imitaba a Vera, porque estaba desesperada, cansada de ser ella misma. También hay un halo de melancolía en ella, de estar triste, de no saber qué hacer con su vida, está tan perdida que, esos momentos en los que se supone que deja de ser ella, son como un remanso de paz, un alivio de ella misma.

Fotograma de «Les vacances de Mara» (Elena Escura, 2023).

Lorena López y Mireia Pérez son las dos protagonistas de la película y sobre ellas recae el peso del film. ¿Cómo fue su elección? ¿Hubo un casting? ¿Pensabas en ellas cuando escribiste el guión? ¿Cómo fue dirigirlas?

No, no hicimos un casting. Las dos estuvieron sobre la mesa desde el principio, desde que hablamos con la productora Giovanna Ribes. Sí que se plantearon algunos otros nombres por si alguna de ellas dos no podía hacerlo por agenda. Trabajar con ellas fue fantástico, además las dos se conocían, eran amigas. Yo no conocía a ninguna de las dos, pero había visto sus trabajos y pensamos que podía funcionar. Sí que hubo un momento de decidir quién sería Vera y quién Mara. Pero tuve claro que Mara tenía que ser Lorena, porque me transmitía algo así como más melancólico que podía funcionar mejor. Son dos actrices muy generosas. No hemos ensayado como tal, hemos hablado mucho, de la amistad y de otro temas. Ambas tiene una edad similar a la mía y de los personajes, y hablamos de que lo que les pasa a Mara y Vera nos había pasado alguna vez con una amiga, de también habernos sentido perdidas en algún momento, hablamos bastante, y eso enriqueció mucho a la hora de interpretar. 

Es una película en la que los silencios tienen mucha importancia desde el punto de vista narrativo, aportan mucha información sobre los personajes, sus relaciones, sus estados de ánimo. En algunos casos, tanto como los diálogos. ¿Cómo trabajaste esto para que alcanzaran ese equilibrio que reclamaba la historia?

Tenía un poco de miedo porque durante la primera parte no hablan en todo el rato. Pensaba que la gente se iba a levantar y se iban a ir (ríe), en plan vayan aburrimiento (ríe), pero Lorena lo defendió tan bien…Hay como una cosa magnética, un misterio y un personaje que empieza a hacer cosas raras y no sabemos por qué, y confío en que el público seguirá sentado a ver qué le pasa. Esa era mi baza desde el guión también. Pero yo era consciente de lo que había, miraba el guion y era todo descripción, todo descripción (ríe), no hablaba nadie, pero como digo confiaba en que el misterio iba a mantener pegado a la pantalla al público. Luego ya cuando aparece Vera hablan mucho, es toda una verborrea. Tenía cierto miedo por si iba a estar descompensado, pero por otra parte creo que en la segunda parte de la película funciona porque ya se ha encontrado con la amiga y es el momento de hablar, no de hablar de lo que les pasa, sino recordar cosas vividas, hacer un esquema de cómo vive cada una. Y así se iba haciendo más el puzzle.

Los lugares donde se desarrolla la historia resultan tan importantes que parecen otros personajes más. ¿Fue difícil encontrar esas localizaciones que se ajustan tanto a lo que se nos cuenta? 

Está rodada en la Serra d’Irta, al norte de Castellón, que se extiende desde Alcossebre hasta Peñíscola, es pequeñita, pero en poco espacio, reúne montaña y playa. Desde que hable con Giovanna pensé en ese sitio. Fuimos a verlo en un primer scouting de localizar para comprobar cómo era, si se podía enchufar un grupo eléctrico… y sí se podía. Eso sí, había playas a las que no se podía acceder. Lo ideal para la producción de una película como esta, de bajo presupuesto, hubiera sido rodar en la playa más urbana, entre comillas, de la Serra d’Irta, pero hicimos el esfuerzo de un par de escenas en dos calas de acceso más difícil.

Y en cuanto a lo que dices de que es un protagonista más, pues sí, creo que nos funcionaba muy bien la playa porque el mar representa como la nueva vida a la que quiere acceder Mara pero no se atreve y esa es la relación que mantiene con el mar de no atreverse a meterse en él. Y la montaña que estaba muy cerca y era muy accesible es el carácter de Vera, que vive en una casa bonita pero con ese jardín asilvestrado. Todo lo que veíamos en el paisaje nos hablaba de los personajes. 

¿Tuviste algún referente cinematográfico a la hora de realizar la película?

Desde un principio pensé en Ficción (2006), de Cesc Gay, una peli muy pequeñita en la que no pasa nada, que también habla de esto, de la amistad, de llegar a un punto de preguntarte si se estás contento con tu vida. Siempre la tuve como referente. Y también Pensé que iba a haber fiesta (2013), una película argentina poco conocida, dirigida por Victoria Galardi, que siempre me llamó la atención, que cuenta la historia de una chica que va a cuidar la casa de una amiga y se acaba liando con el ex marido de ella. Tenía como elementos que me gustaban, ahora me dirán que me los he copiado (ríe), pero hablando en serio, me gustaba por cómo ocupa el espacio de otra persona. Estos serían los dos referentes y luego todo el cine de Eric Rohmer que me ha gustado siempre mucho.

Fotograma de «Les vacances de Mara» (Elena Escura, 2023).