Venus, la ópera prima de Víctor Conde, se rodó en el verano de 2019. Se ha estrenado este mes de febrero. Entre medias una pandemia e incluso otra película española del mismo título (dirigida por Jaume Balagueró) llegó a los cines. Pero nada de eso ha podido con una cinta pequeñita (llega a las salas con cuatro copias), rodada en blanco y negro y Scope, declarada deudora de la nouvelle vague y que se desarrolla prácticamente en un bar de Lavapiés.
El film es la adaptación de la obra de teatro escrita y dirigida por el propio Conde (estrenada en 2017 en el Pavón-Kamikaze de Madrid), en la que repite protagonismo el mismo reparto que se subió al escenario: Antonio Hortelano, Ariana Bruguera, Carlos Serrano-Clark, Carlos Gorbe y la valenciana Paula Muñoz.
La película arranca con casi dos minutos de un primer plano suyo. Los créditos se superponen sobre ella, que después empieza a cantar «De paso», de Luis Eduardo Aute. Otras canciones, las del musical Annie, fueron las que despertaron en Paula Muñoz el deseo de ser actriz. Empezó haciendo teatro en una optativa en Primero de la ESO, después cursos de fin de semana en el Micalet, tres años en la Escuela del Actor, hasta que un representante se cruzó en su camino y empezó a hacer pruebas, con 18 años se marchó a Madrid a estudiar.
En Venus, Paula es Paula y cuesta hablar de su personaje sin hacer spoiler. Tampoco ayuda la sinopsis: «Cuatro décadas separan un concierto y el encuentro de Jorge con Alicia, su amor de juventud. Un viaje por diferentes momentos, en un mismo lugar pero distintos testigos». Solo un dato, el concierto al que hace referencia el argumento es en el que canta Paula.
Venus fue una obra de teatro y ahora es una película.
Los personajes ya los conocíamos, la historia la teníamos trabajada, el reto era pasar todo eso al formato audiovisual. Personalmente, creo que hay partes de la historia que funcionan mejor en cine porque Víctor siempre pensó en la nouvelle vague cuando escribió esta historia. Mi personaje lo interpreto en diferentes edades. Cuando lo hacía en el teatro su parte adolescente la estiraba mucho más y ahora lo que más me preocupaba era que esa adolescente resultara creíble sin que fuera muy exagerado.
¿Cómo ha afectado a tu personaje el paso del formato y lenguaje escénico al cinematográfico?
Diría que le he dado más profundidad todavía al personaje. Hay ciertos matices que los he podido trabajar más que en el teatro.
Es una película muy emocional.
Sí, los personajes viven unas emociones muy fuertes y había que llegar a ese nivel de profundidad. El texto es muy poético, se habla y se dicen cosas que en la vida real igual podemos sentir, pero no las decimos, y había que encontrar el tono idóneo, darle la intensidad que requiere, pero también dándole sentido y realidad, tenía que sonar a verdad y no demasiado rimbombante. Ahí estaba un poco el reto para todos.
En Venus cantas. Y no es la primera vez que lo haces en tus trabajos.
En la obra de teatro también cantaba, aunque eran otros temas. Siempre he cantado desde pequeña y, por eso, para mí, la interpretación está muy vinculada a ello. De hecho, la primera vez que pensé en ser actriz fue después de ver el musical Annie. En teatro, que he trabajado bastante, en casi todas las funciones que hago acabo cantando.
En la película aparecen muchos referentes cinematográficos (la nouvelle vague, American Graffiti, Tú y yo, Julieta…), ¿cuáles serían los tuyos?
Soy muy ecléctica con todo, pero, por ejemplo, para hacer Venus volví a revisar Los puentes de Madison, que es una película que me encanta y que pensé que me vendría muy bien para meterme en la historia de mi personaje. Por otro lado, American Beauty es de las películas que más he visto, París, Texas me gusta mucho… como digo soy muy ecléctica y estas que estoy citando son las que primero me están viniendo a la cabeza.
Actualmente se te puede ver en L’Alqueria Blanca dando vida a Carmina López, un persona que, como tú en la vida real, es actriz.
Estar en una serie diaria como L’Alqueria Blanca es como ir al gimnasio y hacer músculo continuamente. Diría que donde más he aprendido como actriz ha sido en L’Alqueria Blanca. Es una escuela a todos los niveles porque es increíble la dedicación, el trabajo y el compromiso que te exige. Es una serie intensa que te enseña mucho a resolver situaciones que surgen al momento. Hace poco, rodando una serie sobre Camilo Sesto, me pidieron algo que no tenía absolutamente nada que ver con lo que había hecho en el casting y de lo que iba la escena, además íbamos muy mal de tiempo, lo hice y me di cuenta que esa capacidad resolutiva me la había dado la experiencia en L’Alqueria Blanca.
Entre tus últimos trabajos, algunos por estrenar, están (además de L’Alqueria Blanca) la película Eres tú (de Alauda Ruiz de Azua, la directora de Cinco lobitos, para Netflix); la obra de teatro Ladies Football Club con la que estuviste en La Rambleta; o las series Romancero (para Prime Video) o la producción británica The One (para Netflix). ¿Cómo fue tu primer rodaje internacional?
Primero, noté que había más dinero y eso significa que las cosas se hacen mejor. Además, y eso lo hablaba con el actor Eduardo Lloveras, que también participaba en The One, que los ingleses son muy silenciosos trabajando, los españoles somos más ruidosos y perdemos más el tiempo. Me daba la sensación de que había un ambiente más de concentración que, a veces aquí en los rodajes, estás haciendo una escena complicada y está todo el mundo hablando. Y, al menos fue la experiencia que yo tuve, hay mucho respeto por los actores y las actrices. Yo hacía un personaje secundario y compartía mis secuencias con una de las protagonistas, Zoe Tapper, y el trato que me daban a mí era exactamente el mismo que a ella, no sentía una cosa tan jerárquica como he podido sentir aquí, en alguna ocasión, en otros proyectos.