Si es verdad eso de que los cortos son la cantera de los largos, el cine español puede respirar tranquilo porque su futuro es muy prometedor. Los cinco nominados a los Premios Goya a Mejor Cortometraje de Ficción presentan cineastas con lenguajes y maneras de contar propias, con afán por analizar su realidad y su entorno desde diferentes miradas, por dar voz y presencia a aquellos temas y personas que nos las suelen tener. Apuntad sus nombres y buscad sus películas. El futuro ya está aquí.
Farrucas (Ian de la Rosa)
Farrucas, de Ian de la Rosa, es cine en estado puro. De ese que traspasa los límites de la pantalla y absorbe al público. Captura un instante de la vida de Hadoum, Fátima, Sheima y Sokayna, cuatro adolescentes de El Puche, un barrio periférico de Almería. Todos los estados de la amistad definidos con precisión y realidad en apenas diecisiete minutos que se quedan cortos. Sueños, decepciones, desencantos, a ritmo de Canelita y Chiche Nieto. Ian (director, también, del interesante Víctor XX, y coguionista de la serie Veneno) nos atiende por teléfono.
¿Qué es Farrucas?
Quería contar como lo trans está en lo transcultural y también en el cine. El corto de Farrucas en sí es una mezcla entre ficción y documental. Quería que el espectador se enamorara de estas cuatro chicas igual que me he enamorado e igual que se enamoró todo el equipo. Abrir una ventana a un mundo que descubrí y me encantó y que pocas veces podemos ver y observar en ficción o ficción documental, como se prefiera llamar.
¿Cómo fue el trabajo con esas cuatro protagonistas?
Visité una tarde su barrio, aquí en Almería, y me quedé fascinado. Es un barrio muy caído en el olvido. Ese día conocí a la familia de una de las chicas. Luego entré en contacto con la Asociación Ítaca, que fue un pilar fundamnetal para el corto, y ahí conocí al resto de las chicas. Había un guión escrito con Jana Díaz, que es además coproductora del cortometraje, un guión muy pensado con todos los dispositivos ficcionales narrativos, pero teníamos claro que la mejor manera para que ellas pudieran estar a gusto delante de la cámara es que sintieran cercana la historia que se contaba. Tuvimos muchos ensayos, nunca se aprendieron el guión pero sabían lo que pasaba en cada momento y tenían total libertad en cómo decir aquello que se quería decir. Si hubo dos o tres frases que insistimos en que las dijeran comoe staban escritas por una cuestión de estructura narrativa, pero en el resto tuvieron libertad total. Creo que era la única manera de sacar la esencia de cómo se relacionan entre ellas y cómo son a nivel individual. Rompimos muchos prejuicios y barreras respecto a lo cinematográfico que teníamos como instauradas porque los dispositivos de ficción y de documental están muchas veces muy rígidas, cuando en el cine lo que te da más jugo es poder jugar con todo absolutamente y no saber muy bien cómo lo vas a hacer pero hacerlo.
Mindanao (Borja Soler)
Con Mindanao se corre el riesgo de quedarse mirando los árboles y perderse todo lo que ofrece el bosque. Que sí, que la protagonista (espléndida Carme Machi) tiene muchos puntos en común con un personaje reciente de la política valenciana. Pero el corto de Borja Soler (Stockholm) va más allá. Benidorm, una alcaldesa espera en un hotel ser detenida por corrupción celebrando con su equipo sus últimas horas de libertad. Con esta premisa, se traza un dibujo minucioso, lejos de la caricatura, de los perfiles comunes en este tipo de delitos. Y, por encima de todo, sobresale un tema, el amor, que apuntala de sentimientos la historia. La guinda: Bruno Lomas y su «Como ayer». Borja está actualmente rodando la serie La Ruta y no ha podido responder nuestras preguntas.
Tótem loba (Verónica Echegui)
El debut en la dirección de la actriz Verónica Echegui (que también firma el guión), Tótem Loba, tiene mucho de espejo vital, de denuncia de cómo la sociedad ha asumido y normalizado determinados terrores cotidianos (el acoso a las mujeres). En este caso bajo el disfraz de unas fiestas populares. El personaje de Estibaliz (Isa Montalbán) lo vive cuando acompaña a su amiga Raquel (Delia Brufau) a su pueblo y descubre una supuesta tradición festiva en la que los hombres se disfrazan de lobos y salen a cazar a las mujeres durante la noche. El corto transpira realidad, inquietud, dosifica con mucho acierto la tensión narrativa. Hablamos de todo ello con Verónica:
¿Qué es Tótem Loba?
Tótem Loba es un aullido. No solo pretendo llamar la atención sobre la habitual normalización de tradiciones y hábitos violentos hacia las mujeres, sino que reflexiono sobre la importancia de significarse frente al grupo, frente a la masa. Lo que un@ siente ha de ser prioritario, escuchar lo que un@ necesita y quiere en cualquier situación es fundamental para relacionarse y amar.
El corto refleja ciertos terrores cotidianos de una manera muy cruda, salvaje, y al mismo tiempo reconocible, inquietante, que lejos de ser efectista, consigue que el público que la vea se haga muchas preguntas sobre sí mismo.
Este corto está basado en una experiencia personal. Recordar tantos momentos de una manera tan vívida, me ayudó a retratarla con crudeza. Fue la intención desde, el principio, a la hora de tomar decisiones de fotografía, tono, estilo, arte…transmití todo el tiempo, mi intención de poner al espectador en el lugar de la protagonista. Supongo que eso conformó la propuesta que has percibido.
Votamos (Santiago Requejo)
Pocas radiografías mejores de un país que sus juntas de vecinos. Votamos, de Santiago Requejo, arranca con la votación de una de esas reuniones para cambiar el ascensor del edificio. Todos lo hacen a favor, parece que se levanta la sesión, pero… el asunto deriva en otra propuesta de consulta que acaba retratando a todos los presentes. Uno de los propietarios ha alquilado su vivienda a una persona con problemas de salud mental. El corto, que tiene algo de berlanguiano en su apuesta coral (Miriam Díaz Aroca, Neus Sanz, Raúl Fernández de Pablo, Charo Reina…), nos enfrenta de alguna manera a cuestiones que pensábamos que no nos atañen y a lo miserables (de nuevo el cineasta valenciano asoma) que podemos llegar a ser. Santiago contesta:
¿Qué es Votamos?
Es una interpelación directa sobre los prejuicios que tenemos como sociedad respecto a las personas que sufren problemas de salud mental. Es una invitación al espectador a dar respuesta al conflicto que plantea la historia: Si pudieras evitar que una personas con problemas de salud mental fuera a ser tu vecino, ¿Qué harías?. Votamos es, en definitiva, una reflexión sobre lo tolerantes que somos con los demás cuando el “problema” nos afecta directamente.
¿Qué importancia crees que tiene el cine como crítica a al sociedad, como lugar para la reflexión?
El cine, ya sea en formato corto o largo, es una herramienta muy poderosa de concienciación social. A través del guion, las interpretaciones, la música, el sonido… el cine tiene un poder emocional muy grande en el espectador que puede provocar cambios, y en mi opinión, hay muchas cosas en nuestra sociedad que se pueden mejorar y ahí el cine es una herramienta muy poderosa para ponerlas sobre la mesa y abrir un debate.
Yalla (Carlo D’Ursi)
Yalla es una expresión que significa «vamos, venga, ve, ánimo, corre». Con esta aclaración empieza el cortometraje de Carlo D’Ursi. Una palabra que será la única que escucharemos a lo largo de los diez minutos de duración de la película, y que según quién la pronuncie y en qué circunstancias tendrá uno u otro sentido. Basada en un hecho real, su historia bascula entre la aparente inocencia de unos chavales palestinos jugando al fútbol y las batidas que hace un dron militar con ninguna buena intención. La colisión de ambas realidades será el desencadenante final de un corto que se decanta, con acierto, por la elegancia (incluida una pequeña coreografía) para detallar la barbarie. Le preguntamos a Carlos:
¿Qué es Yalla?
Yalla es un alegato claro a favor de los derechos de la infancia y en contra de los Robot Killer que matan según un algoritmo de inteligencia artificial, en formato cortometraje, y con una apuesta visual y narrativa arriesgada e innovadora. Durante un viaje a Palestina, me topé con una historia desgarradora. 4 niños asesinados por un dron militar en la franja de Gaza, mientras jugaban al fútbol. Amnistía Internacional Albacete, junto con Abycine, convocó en 2019 el concurso para proyectos de cortometraje, al que decidí presentar el guion, y ganamos. Gracias a esta financiación semilla, acudimos al Ministerio de Cultura, a la Comunidad de Madrid, a la Unión Europea, a la Televisión de Castilla-La Mancha y conseguimos reunir el presupuesto necesario para rodar.
El corto combina el blanco y negro y el color.
Para hablar de un evento tan catastrófico, una estética híperdramatizada habría resultado redundante. Por esa razón, hemos investigado para encontrar una imagen que pudiese transmitir un cierto grado de ensoñación, donde lo que pasa en la tierra adquiere unos tonos plateados y llenos de luz, en contraste con el drama que estamos contando. Y que se contase a través de un lenguaje claro, lejos de lo críptico y mucho más cerca de una narrativa de cine de acción, lo que nos ha permitido alcanzar unas cuotas más amplias de público. En el corto, todo lo que pasa a ras del suelo, en Gaza, es en blanco y negro, mientras que lo que ven los pilotos del dron desde sus cómodos despachos es en color. Representa la dicotomía de un mundo en el que algunos nunca tendrán la posibilidad ni siquiera de ver el mundo en policromía.