«Las leyes de la frontera» (Daniel Monzón).

No hace falta a estas alturas glosar aquí la importancia (mucha) del vestuario en una película. Es un elemento narrativo más que nos aporta información (sobre los personajes, la época, el entorno…) y credibilidad. Este año, los Premios Goya, en la categoría de Mejor Vestuario, han reconocido los trabajos de Alberto Valcárcel en El amor en su lugar (Love gets a room), Fernando García en El buen patrón, Clara Bilbao en Maixabel y Vinyet Escobar en Las leyes de la frontera. Hablamos con estas dos últimas

Clara Bilbao (Maixabel)

«Maixabel» (Icíar Bollaín).

Es uno de los trabajos más emocionantes de mi carrera porque la temática era muy especial para mí como vasca, como española. Abordar el problema de ETA y el sufrimiento de la sociedad desde un nuevo prisma, el de la esperanza. La dificultad más importante que tenía nuestro trabajo era transportarnos a otra época, no muy lejana, pero que al mismo tiempo mantuviera el texto por encima de cualquier otra cosa. Sin llamar la atención, sin solaparse, acompañando. Trabajamos mano a mano con el departamento de Maquillaje y Peluquería, Sergio (Pérez Berbel) y Karmele (Soler) son unos compañeros de viaje maravillosos, sabemos juntos componer muy bien los perosnajes de cualquier proyecto. También hubo mucha colaboración con los departamentos de Arte y Fotografía y, sobre todo, con Icíar Bollaín que aunó muy bien un criterio de guión y dirección teniendo muy en cuenta a los protagonistas reales de esta historia, especialmente a Maixabel, que ha sido un ejemplo y una inspiración para todo el equipo.

Unos de los momentos más gratificantes fue el rodaje del homenaje en el monolito a Juan María Jáuregui, fue muy emocionante, porque aúna todo el tema de la esperanza del que habla la película, con la presencia real de Maixabel e Ibón. Nunca lo voy a olvidar.

Vinyet Escobar (Las leyes de la frontera)

«Las leyes de la frontera» (Daniel Monzón).

«Trabajar en Las leyes de la frontera fue un reto y un regalo a la vez. Para mí era la primera vez que tenía que hacer un vestuario de una época que no he vivido, de la que no tengo recuerdos personales, más allá de algunas fotos de mis padres con mi hermana recién nacida. Dadas las circunstancias, era importantísimo hacer una buena documentación y empaparme de la moda del momento para ser fiel a lo que se llevaba en 1978.

Después de leerme el guión, con sus atracos a farmacias, los tirones de bolsos, las persecuciones en coche con los grises, los puentes… me obsesioné con el cine quinqui de la época. Después de recorrerme una gran parte de las bibliotecas de Barcelona y alrededores, me hice con El Pico, Colegas, Deprisa Deprisa, Navajeros… Y entonces vino el covid. Pasé el confinamiento enamorada del Torete y fascinada por este tipo de cine y todos estos héroes callejeros de la transición. Obsesionada con Eloy de la Iglésia y José Antonio de La Loma, me reuní con Daniel Monzón vía zoom y me contó que íbamos a rodar una película de amor. En ese momento entendí nuestro guión. No íbamos a rodar a nadie pinchándose heroína, íbamos a rodar el primer amor de un adolescente. Y fue un placer hacerlo. Lo que pretendíamos era crear una mirada nostálgica a esa época, como un recuerdo edulcorado, lleno de colores.

No solo la época es maravillosa estéticamente, sino que Daniel es de las mejores personas que te puedes cruzar. Pocas veces he visto a alguien hablar de sus pelis con tanta pasión y dedicación. Es increíble su energía y el ambiente que crea. La de Las leyes es una gran familia.

Era un proyecto muy ambiciosos rodado justo saliendo del confinamiento, con muchos actores, mucha figuración, muchas localizaciones… O sea que fue un reto para todos los equipos, que de repente nos veíamos rodando con mascarilla y abusando del Sanytol para desinfectar todo, comiendo en mesas individuales en un descampado gigante al aire libre… Era la primera vez de muchas cosas. Pero a pesar de todas estas dificultades, entre todos sacamos la película adelante.

Con un camión de los más grandes que hay para la ropa de los actores, con otro para la ropa de la figuración. Ropa para prostitutas, para directivos de banco, para guiris ricos en una fiesta psicodélica en la playa, para policías, para chavales que van a pasar la tarde en unos recreativos… En esta peli tuvimos de todo, y mucho. Y a pesar de tener muchísimo trabajo todo el rato y no parar ni un minuto, tengo un recuerdo muy bonito del rodaje, que volvería a empezar mañana sin dudarlo».