Las fotografías de Jose Bravo captan instantes de vida, momentos que parecen querer traspasar los límites de la imagen. Cada una cuenta una historia, la verdadera, la que seguramente nunca conoceremos, pero al mismo tiempo, sugieren unas cuantas más, igual de interesantes. Y eso no está al alcance de todos. Pero sí del objetivo de su cámara. Es obligación, pues, disfrutarlo. Y, también, de sus lugares preferidos de la ciudad.

Jose Bravo

Soy Jose Bravo, y por resumir diré que soy un niño grande. Valencia es mi ciudad desde el 2009. Es el lugar (Ruzafa) donde me vine a vivir con mi chico y donde básicamente soy feliz. Valencia es también el lugar donde vengo aventurándome como psicoterapeuta primero, fotógrafo después, y de un tiempo a esta parte, combinando ambas “artes” en en el camino.

Elegir es un ejercicio sano, aunque en el camino uno se coma la cabeza con los descartes. Comenzaremos con una obviedad: hay sitios que me gustan mucho y no están en la lista. Al final he tenido que elegir también el criterio para elegir. Así que he barrido para casa, y no he elegido sólo en función del lugar, sino de la energía o sensaciones que asocio a él. Aviso: sí, la palabra energía (que intentaré argumentar) aparecerá en más de una ocasión. He elegido también en función de las personas o lo que hacen las personas que suelen habitarlos, y ha habido un elemento clave: que fuesen lugares donde puedo quedarme horas.

Estos son mis 5 lugares favoritos de Valencia:

Estación del Norte

Voy a comenzar con la que viene siendo mi puerta de entrada en Valencia. Tengo la suerte (para un romántico/nostálgico es una suerte), de viajar en tren muy muy a menudo.

Con su luz, su estética y sus hechos (el ir y venir, los encuentros y desencuentros), la estación del Norte es uno de los espacios más cinematográficos que conozco. Y eso es mucho para un fotógrafo, como podéis imaginar.

Ya antes de vivir en Valencia, me escapaba desde Castellón, cámara en mano, y acababa muchas veces quedándome un buen rato absorto, enamorado de su luz y de esos holas y adioses que en ella ocurrían, así que tiene su parte de peso en mis inicios como fotógrafo, también.

Estacion 01

Fotos: Eva M. Rosúa.

Fotos: Eva M. Rosúa.

Ruzafa

De Ruzafa salgo casi a diario, sea por mi trabajo a temporadas en Castellón o porque cuando hago fotos me gusta “escaparme” hacia el centro. He comenzado nombrando este irme, pues así entenderéis lo que experimento cada día al volver.

Se produce cuando cruzo Gran Vía y cambia mi respiración, pues cambia el paisaje, y cambia el ruido, cambia la luz, cambian los colores, cambia el ritmo y hasta el estado de ánimo. La energía, resumiría, y tiene que ver con todo esto. Y es ese cambio de energía y de estado de ánimo (diría que son distintos en Ruzafa, a los del centro, y el contraste es grande) el que me atrapa y al que afortundamanente no me habitúo. Lo mejor de todo es que no me habitúo, sigo teniendo cada día esta sensación al entrar.

De Ruzafa me gusta su gente. La mezcla entre tradición, personas y lugares de toda la vida (y que existan por mucho tiempo, por lo menos hasta que los nuevos se conviertan en otros “de toda la vida”) y el movimiento de lo nuevo, el cambio que ha traído al barrio tanta gente con ideas, con proyectos y con ganas de llevarlos a cabo.

Y sí, el enamoramiento produce obnubilación, ahora, hace ya siete años de amor, con lo que, creo, no es un simple enamoramiento. Ayuda al amor que sea el barrio donde vivo con mi chico, el lugar donde me atreví a comenzar mi andadura como fotógrafo, donde he conocido a las primeras personas, esas importantes que te ayudan, que te empujan, que apuestan.

De Ruzafa lo mejor es que me siento parte.

Muchos hablan ya de su caducidad, con esta manía porque todo sea pasajero y por asociar Ruzafa a una marca, a una explosión y boom pasajeros. Creo sinceramente que Ruzafa es mucho más que una cuestión de moda o de un moderneo que quizá si se canse y se cambie de lugar.

Creo que somos muchas las personas que estaban antes o que hemos venido después y pensamos quedarnos por mucho tiempo para hacer aquello para lo que está hecha Ruzafa, para vivir.

Ruzafa 01

Fotos: Eva M. Rosúa.

Fotos: Eva M. Rosúa.

Bodega La Peseta

Por airear un poco, cambiamos de espacio y viajamos, de paso, a otro de mis barrios favoritos a invitaros a un lugar que conozco menos pero al que acudo como en romería cada vez que piso el Cabanyal.

Hay lugares que te enamoran con el tiempo, y otros desde el minuto cero. Con “La Peseta” fue nada más entrar.

Podría decir que es el espacio, una centenaria bodega que parece mantener bastante intacta (según rezan), podría ser su estética, su atmósfera, el ambiente, las personas que suelen visitarla. Es una mezcla de todo ello. Hay espacios que pareciera tienen personalidad propia, que tienen autenticidad, y a mí esos lugares suelen atraparme. Hacen que pudiera quedarme horas allí. Eso es más o menos lo que me pasa con la Peseta.

Si le añadimos que tiene unas tapas buenísimas y unas tortillas que solo de verlas no puedes evitar comenzar a salivar, pues eso, tenemos todos los ingredientes para que se convierte en lugar de peregrinación.

Peseta 01

Fotos: Miguel Ángel Puerta.

Fotos: Miguel Ángel Puerta.

Cruce entre Plaza del Ayuntamiento y Calle Barcas

Vamos a dejar por un momento aspectos de romanticismo, estética y/o energía, y a elegir un nuevo lugar, más por mi historia con él, y sobretodo por sus posibilidades en lo fotográfico.

Soy un pateador nato, y más desde que me dedico a fotografiar. Últimamente, desde que estoy atreviéndome más con el retrato y el encuentro con desconocidos, estoy dirigiéndome más a lugares de trasiego, donde puedan ocurrir muchas cosas.

Y en este sentido, este cruce se llevaría la palma. En plena Plaza del Ayuntamiento, nexo entre zona comercial y zona histórica, existe el que diría que es el paso de cebra más transitado de la ciudad.

Así se ha convertido en lugar destino, o lugar de paso de mis andaduras fotográficas: aquí me he “soltado” con el retrato a desconocidos, aquí se desarrolló “Ocaso” (entre Barcas y Pintor Sorolla), o los microtalleres de foto callejera que solemos realizar en sus inmediaciones, con lo que le tengo mucho devoción a las posibilidades de este lugar.

En lo lumínico y sin destapar detalles, sólo os diré que se conjugan una serie de elementos que hacen que sea otro de mis lugares favoritos de Valencia.

Así que es fácil que me encontréis cerca.

Fotos: Eva M. Rosúa.

Fotos: Eva M. Rosúa.

Fotos: Eva M. Rosúa.

Madame Mim

Finalizamos la elección volviendo a Ruzafa, volviendo a casa, para adentrarnos en uno de mis interiores favoritos.

Recuerdo la primera vez que entré en el anterior local de la calle Sevilla, acompañando a mi chico, que iba muy a menudo a buscar atuendos para sus trabajos como estilista, y de repente me encontré teletransportado, nostalgia presente, a uno de mis lugares preferidos, curiosamente argentino, en pleno corazón de San Telmo en calle Defensa.

Recuerdo comentarlo con María madre (y apoyo fundamental de María hija, alma e impulsora del proyecto) y no ir nada desencaminada la comparación. Hace como un año se trasladaron a la calle Puerto Rico, a un local muchísimo más grande. En ese momento pensé que sería difícil trasladar a un espacio tan desnudo, tan rectangular, el carácter que tenía el diminuto y concentrado espacio anterior. Pues vamos, me equivoqué totalmente.

Madame Mim es sin duda mi tienda favorita en Valencia por varios motivos. Por el espacio, siento que entro en toda una catedral, sí, una catedral; por sus objetos, reliquias, rarezas, objetos extraños a la par que bellos, a la par que misteriosos… por los sujetos que sustentan el espacio y los que lo visitan (que del disfrute de mirar a quien pasa por allí también se vive), y sobretodo por el amor y por el mimo con el que están hechas las cosas, que recorre toda la tienda: “mi madre es mi mano derecha y fue la persona que desde mi infancia me hizo tener amor por las cosas vividas que arrastran una historia”. Pues se nota, y es un placer que se note.

Así, con un espacio construido con amor, cerramos lista.

Mim 01

Fotos: Eva M. Rosúa.

Fotos: Eva M. Rosúa.