En busca de la ética perdida
Hay un tipo de periodismo al que la verdad le importa poco. Se mueve con el único fin de convertir en ciertas sus obsesiones. Hay un tipo de periodismo que huele muy mal. Hay que acercarse a él con una mano en la nariz.
Hay un tipo de periodismo al que la verdad le importa poco. Se mueve con el único fin de convertir en ciertas sus obsesiones. Hay un tipo de periodismo que huele muy mal. Hay que acercarse a él con una mano en la nariz.
«Nací un día diez, era domingo, estos datos son importantes para entender por qué tengo tanta suerte en la vida. Mi apellido es Rayos, no es un pseudónimo. De pequeña era una carga, no por los compañeros de clase, sino por los profesores. Hoy me encanta ser Rayos», así se presenta la arquitecta Sonia Rayos mientras se toma un vermut.