kumiko

Fotograma de «Kumiko, the Treasure Hunter» (David Zellner, 2014).

Kumiko es una japonesa obsesionada con la película «Fargo» (1996). Exactamente con el maletín con dinero que entierra Steve Buscemi en un páramo nevado. Ha visto mil veces el film, ha tomado notas, ha dibujado el lugar exacto en el que se escondió el botín y, por supuesto, ha detenido la cinta en ese inicio en el que los Coen apuntaban que estaba basada en una historia real. Kumiko es la protagonista de «Kumiko, the Treasure Hunter» (2014), ficción de otros hermanos, los Zellner, inspirada lejanamente en un trágico suceso. Kumiko viaja de Japón a Estados Unidos con un solo objetivo, descubrir el tesoro. De nada sirven los intentos por disuadirle de las personas con que se va encontrando. Es lo que tienen las obsesiones, son irracionales y por eso nada les detiene. Aunque acaben rayando el ridículo más espantoso. En el periodismo actual hay muchos Kumikos. Uno de ellos es Eduardo Inda. A finales de la semana pasada publicó en su diario digital una buena ración de periodismo de mierda, firmado por Miguel Ángel Pérez. Se informaba del suicidio de dos profesores de un mismo instituto de Torrent en los últimos nueve meses, al tiempo que deslizaban las supuestas presiones y acoso que sufren los docentes de ese centro que no hablan valenciano. El adjetivo despreciable se queda corto. La palabra manipulación se adhiere a cada una de las palabras. Tal vez alguien (¿La Sexta que tanto le mima?) debería pagarle a Inda un viaje a Minnesota para que busque su ética, enterrada desde hace muchos años. Y si no vuelve hasta que la encuentre, eso que salimos ganando. Nosotros y el periodismo.