Roig!, a la felicidad por la melodía
El grupo mallorquín que luce power pop psicodélico en su adn.
A Noa Babayof más que contarla hay que escucharla. Su etérea e hipnotizante voz, el folk pausado y el halo espiritual y psicodélico que barnizan sus canciones y su capacidad para convertir la tristeza en algo bello.
Cerca de veinte años llevan los estadounidenses The Warlocks grabando discos. Álbumes llenos de pasajes atmosféricos, calma intensa, espirales envolventes, precisa gotas shoegaze, melodías que podrían reproducirse hasta el infinito y un andamiaje de clara reminiscencia pop.
En el punto exacto entre la epicidad y la melancolía, entre el rock de guitarras y la psicodelia emergente, entre la tristeza sónica y las luminosas melodías. Justo ahí se sitúan Lost River Bastards, grupo valenciano que anda enfrascado en la grabación de su segundo disco, «First II», continuación de las tres canciones que dieron lugar a «First».
Con Ramírez se acumulan las etiquetas y los calificativos. Su riqueza sonora ha explosionado en un magnífico disco de debut (“Book of youth”), en el que el pop, el folk, la psicodelia y todo lo factible de ser facturado artesanalmente con gusto tiene cabida. ¿Syd Barret meets The Magnetic Fields?
En plena ciudad invadida por petardos traicioneros y el napalm de algunos puestos de buñuelos, los muchachos de La Cúpula del Trueno proponen aislarse del barullo, en el Magazine, con un triple programa (Puma Pumku, My Expansive Awareness y Mental Signals) en el que lo de viajar a otros mundos y dimensiones no es tan descabellado.
Jose Domingo es un corredor de fondo en esto de la música. «Almería» es su tercer disco en solitario y rezuma folk, psicodelia, aromas relajantes, canciones que se despliegan y mucho Mediterráneo.
Sólo hay tres canciones en su bandcamp, pero son suficientes para caer rendidos ante la rotundidad que despliegan. Aires psicodélicos perfectamente engarzados en unas canciones (ahora más pop, ahora más rock) con un potencial tremendo. Señores y señoras, Holy Paul no descubren nada (ni ganas), pero si te atrapan con su lazo, estás perdido.
Basta escuchar “Puerto Príncipe”, la canción que abre y da título al tercer disco de Alberto Montero, para entender que con él las etiquetas se quedan muy pequeñas. Montero abrió los Aperitiver de 2014 y ahora los cierra.
Nadie mejor que uno mismo para definir su trabajo creativo. Ratolines hacen pleno cuando en su bandcamp hablan de «melodías impecables que conforman un paisaje sonoro único, perlado de referencias pop con reminiscencias a la psicodelia y las bandas sonoras».
Monserrat cultiva, en su primer disco grande, un sendero sonoro en el que hay pop y folk, pero también cierta psicodelia dulce y la bisoñez arrulladora de ciertos ritmos sesenteros, setenteros y cercanos al primer indie donostiarra.
Pop barroco, The Beach Boys merendando con Syd Barret, un catálogo de instrumentos sabiamente exprimidos, música confortable capaz de hacerte viajar con una sonrisa en los labios. Con ustedes, Jacco Gardner.
Las canciones de Young Fresh Fellows parecen eternas. No sólo porque fagocitan cualquier sonido añejo y al mismo tiempo suenan actuales, sino porque da la sensación que siempre han estado entre nosotros.