André Höchemer

André Höchemer

Soy André Höchemer —visualizar meme del gato pronunciando ‘eau’— u ‘Ochema’ o ‘Josema’ o como queráis pronunciar mi apellido. Venga, os lo voy a poner fácil, porque me conocen más por mi marca Alemol.

Soy de un lugar de Alemania de cuyo nombre me acuerdo perfectamente, aunque lleve ya más de 25 años viviendo en Valencia –primero en Benimaclet, ahora en Alboraya– y casi el mismo tiempo trabajando como traductor e intérprete (jurado, lo juro). Traduzco casi todo lo que me pongan delante, pero tengo una clara preferencia: el noveno arte, es decir, los cómics. He tenido la suerte de traducir obras de gente como Paco Roca, Francisco Ibáñez, Antonio Altarriba, H. G. Oesterheld, Quino, Max, Bartolomé Seguí, Miguelanxo Prado, Núria Tamarit, Nadar, Álvaro Ortiz y otros. Además, traduzco las aventuras más recientes de Mortadelo y Filemón, que, ¡sapristi!, llevan más de 50 años triunfando en Alemania.

Una canción:

Me es imposible elegir solo una canción. Eso sí, dos bandas a las que siempre vuelvo son los Foo Fighters y los Arctic Monkeys, y si me pusieran una pistola en la cabeza, elegiría el clasicazo Everlong de los primeros (por la canción en sí y por su título neologístico y molón) y Do I wanna know de los monos árticos. Una canción no roquera que me gusta Es wird wieder gut, de Max Raabe, porque uno es un optimista incorregible, a pesar de los tiempos que corren.

Una película:

La película que me acompaña toda la vida es Atrapado en el tiempo. Lo sé, otro clasicazo, pero es la película que más habré visto en diferentes etapas de mi vida y en diferentes idiomas, con un Bill Murray enorme y con una historia que… atrapa.. ¡ba dum tsss!. En el fondo, creo que la vida debería ser así: cuando haces el bien, puedes avanzar una casilla. Y sí, a estas alturas de la vida, sigo brindando por la paz en el mundo.

Un montaje escénico:

Aquí también me resulta fácil elegir una sola obra: Sit de Tricicle. Por un lado, no veo tantas obras como debería y, por el otro lado, esta comedia no solo me llegó a sacar carcajadas, sino que la disfruté junto con mis padres y mi abuela durante una de sus visitas a España. Era perfecta: una obra –sin palabras, pero con mucho humor universal– para unirnos a todos.

Una exposición:

Voy a empezar por una espinita clavada porque siempre he querido montar una exposición sobre traducción e interpretación, mi mundillo. Hace muchos años visité una muestra sobre la lengua alemana –en el Centre Cultural La Beneficència, si mal no recuerdo– que me pareció muy interesante y lograda porque conseguía atraer a un público general hacia cuestiones lingüísticas. Varias veces me he propuesto montar algo así a través de la Xarxa, Red de traductores e intérpretes de la Comunidad Valenciana, pero, ‘por h o por b’, no ha podido ser. Otras exposiciones que me han gustado mucho han sido la de Okuda en el CCCC y La eda de piedra [errata intencionada] sobre los orígenes de Paco Roca, comisariada por MacDiego, en el último Salón del Cómic de Valencia.

Un libro:

Tengo que volver a citar a Paco Roca y su fabulosa obra Arrugas. Y es que me ha marcado como lector tanto como traductor: No solo me devolvió las ganas de leer cómic, sino que también me hizo interesarme por la traducción de cómics y tuve la suerte y el honor de traducir Arrugas al alemán. Aparte de cómics, leo novelas, y las que más me han gustado en los últimos años han sido Mañana, y mañana, y mañana, de Gabrielle Zevin (traducción de la compañera Nuria Molines), Punki, de Juarma, y Los alemanes, de Sergio del Molino. Pero si queréis que os diga un libro que me llevaría a una isla desierta, probablemente sería El perfume, de Patrick Süskind.

Una serie:

Vuelvo con un clásico poco original porque la serie que, de adulto, me enganchó como ninguna fue Perdidos. Por mencionar alguna serie más reciente, y española, me confieso seguidor de la trilogía de Vota Juan, Vamos Juan, Venga Juan y de Javier Cámara, en general.

Un podcast:

Ahí me habéis pillado. Apenas escucho podcast, y, desde luego, no soy fiel oyente de ninguno. Por no quedarme sin mencionar a ninguno, recomiendo a El PutoCrack Club, un podcast ‘también gastronómico’ de mi compatriota Bernd H. Knöller.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?

Me gustan los retratos en formato de cómic (casi digo ‘en plan’, como mis hijos), y me chifla la idea de mi colega Carlos Mayor de hacerse retratar por los autores de cómic a los que traduce. No llego a tanto, pero tengo un retrato comiquero chulo que me hizo Paco Roca y que me sirve de logotipo desde hace muchos años. Además, por pedir, me molaría ser retratado por Ralf König (vestido, si es posible).

Una comida:

Como buen alemán, me gustan las kartoffeln. Trasladadas a la cocina española, nunca digo que no a unas buenas bravas ni a un pincho de tortilla de patata (soy concebollista, como no). En general, prefiero los platos sencillos y, donde haya un esmorçaret, que se quite lo demás.

Un bar de València:

Como decía Goethe, ‘Dos almas –¡ay de mí! – imperan en mi pecho’ o, en otras palabras, tengo el ‘corazón partío’, en concreto, entre Benimaclet, mi hogar durante muchos años, y Alboraya, el meu poble actual. Por eso, en vez de elegir un solo bar, elijo uno de cada sitio: el Tulsa y el Nostre Bar.

Una calle de València:

Otro doblete: Me chiflan la calle Murta, uno de los ejes culturales y gastronómicos en Benimaclet, y la calle Tavernes Blanques, en Alboraya, por bonita.

Un lugar de València que ya no existe:

Érase una vez un antro llamado Pinball en El Carmen que frecuentaba mucho a finales del siglo pasado (sí, soy así de old). Y por supuesto que echo de menos el Tallafocs, gastrobar de corta, pero intensa vida en Benimaclet.

¿Con quién te tomarías un vermut?

Claramente con Dave Grohl, pero, si no pudiera ser, estaré encantado de hacerlo con cualquier buen amigo o buena amiga, porque esos ratos de quedar para charlar me dan la vida.