Carla Melchor. Foto: María Sena.

Me llamo Carla Melchor Yuste. Lo sé, es un nombre que irremediablemente te lleva a pensar en los Reyes Magos y en un monasterio. Sin embargo, mis padres decidieron a bien llamarme Carla, para romper un poco. El favor se lo debo, como una vez me dijo mi madre, “a la fea de ‘Cheers’”. Nací hace casi 30 años en un pueblo cercano a Sagunt, Petrés. Somos pocos, pero los suficientes como para tener unas fiestas de órdago. Me eduqué en un Colegio Rural Agrupado (CRA), donde recibí una educación excelente. Esto no es ironía. Gracias a una profesora con vara de hierro, aprendí a respetar a los demás, portarme bien y aprovechar el tiempo. Más que nada porque la profesora se turnaba entre tres cursos para darnos Matemáticas, Lengua o Conocimiento del Medio. En mi pueblo viví hasta hace tan solo seis años, cuando decidí dejar mis cosas permanentemente en casa de mis amigos. Primero en el barrio de Benimaclet, y luego en Marxalenes, donde vivo actualmente.

Mis amigos estaban hartos de mí, ya que me pasé los años de universidad itinerando entre sus pisos compartidos. Esta costumbre me permitió, como le pasó a Alaska, conseguir una gran vida social.

Estudié Periodismo en la Universitat de València (UV) y durante cinco años viajé todos los días en un bus atenstado de jóvenes del Camp de Morvedre hasta Blasco Ibáñez, donde nos despendolábamos o bien en clase o bien en el Printemps. Decidí estudiar Periodismo no por vocación, sino por una buena razón, porque era la carrera que me permitía estudiar de todo, y a la vez, estudiar seriamente nada. Durante mis años en la universidad, devoré la ciudad como si se fuera a acabar algún día. Leí, fui a conciertos, salí y flipé mucho. Sin embargo, conservé los referentes culturales que había mamado tanto en las calles de mi pueblo como en mi casa. Me gusta tanto Pep ‘Botifarra’, como New Order. Canto tanto el «Alenar», de María del Mar Bonet como «Cuidado», de Eskorbuto.

Mis profesores de la universidad se esforzaron para que, tanto mis compañeros como yo, entendiésemos que probablemente nunca ejerceríamos el Periodismo. Así que planifiqué un calendario de prácticas para poder tocar todos los palos del sector, y así no quedarme con el gusanillo. Me salió mal, ya que después de acabar mis prácticas en Levante-EMV me contrataron. Estoy lo suficientemente a gusto como para haber tenido que consultar en mi Linkedin los años que llevo con ellos. Durante estos seis años tenido que escribir de todo, pero nada me ha parecido tan difícil como escribir las respuestas de este cuestionario.

 

Una canción: Buah. Cualquiera que haya hecho Thom Yorke (Radiohead). «Hearing Damage», «Weird Fishes», «Suspirium»… Aunque también me gustaría citar a Kevin Parker (Tame Impala), para señalar temazos como «Borderline» o «Elephant». Tampoco nos dejemos «Army of me» (Björk) y «El Marginal» (Sara Hebe).

Una película: En mi caso, voy a decir documentales, porque soy una auténtica friqui de las biografías. Me encantó Tu voz entre otras mil, el documental que hizo la periodista Paloma Concejero sobre Antonio Vega, aunque trajo polémica. La familia del cantante se quejó por la “excesiva” visibilidad de las drogas en la producción. Es decir, la misma que en la vida real del cantante. En este epígrafe tampoco me puedo dejar Grey Gardens, sobre Edith Bouvier Beale.

Un montaje escénico: La versión escenificada del Réquiem de Mozart del Palau de les Arts. Es reciente, lo sé, pero me ha parecido una de las cosas más trascendentales que he visto. Me encantó en todos los sentidos, tanto por el vanguardismo y sensibilidad de su director escénico, como por la actuación del Cor de la Generalitat. Chapó.

Una exposición: La muestra expositiva que más me ha impactado en la vida ha sido la de Claude Cahun en el IVAM. La hicieron a principios de los 2000, porque yo era una niña. Todavía me acuerdo de ella. Me parece una de las artistas más fascinantes de la historia. Sus fotografías fueron como un guantazo de realidad y a la vez un soplo de libertad que no se olvida fácilmente. No dejen pasar la oportunidad para saber más sobre este enigmático personaje.

Un libro: Lo tengo claro. Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Lo leí hace unos 10 años y me encantó. Este es el primer libro que me ha venido a la mente. Aunque he de confesar que pese a todo no es mi novela favorita. Me quedo con La conjura de los necios, del malogrado John Kennedy Toole. La primera vez que cayó esta novela en mis manos la leía en cualquier rato que tenía y a carcajada limpia. Recuerdo que un día leyéndola cerca de mi padre (la típica escena de salón y televisión) me reía tanto que él me hizo leerle una página para saber de qué iba el chiste.

Una serie: The Office. Michael Scott me mata.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato? Pues mira, o David de las Heras o Carla Fuentes, porque se fijarían en facetas totalmente opuestas de mi personalidad. Por un lado, David me retrataría casi sin expresión, muy desangelada e introvertida. Por otro, Carla me pintaría en mi caótica habitación, con mi portátil, una botella de ginebra, una cuña de queso y una mosca.

Una comida: El puchero. 100%. También me gusta mucho la pizza con pesto. Sí, ¿qué pasa?

Un bar de València: El Casino Musical de Benimaclet, el que está en el Centre Instructiu Musical (CIM). Hacen un figatell bueno, bueno. Pero voy a salirme del guion para decirlos que no os tenéis que perder La Taverna de la Serp de Sagunt.



Una calle de València: La calle Roteros, permanentemente en sombra y donde todavía quedan vecinos de a pie con su barra de pan bajo el brazo.

Un lugar de València que ya no exista: Las alquerías derrumbadas de la Ronda Nord y un lugar mítico, La Peligro, que lamentablemente ha cerrado por culpa de la pandemia.

¿Con quién te tomarías un vermut? Me lo tomaría con Sinéad O’Connor, para saber cómo está y eso. Pero si tiene un mal día y no puede quedar, me tomaría ese vermut con Maruja Torres, la mayor jefa del periodismo español.