Cristina Reolid. Foto: @lucicomphoto

Me llamo Cristina Reolid, soy artista y gestora cultural valenciana. Con 3 años comencé a bailar en una escuela de danza en mi localidad natal. Ahora con 30, combino mi carrera profesional como bailarina con mi afán por adentrarme más en el mundo de la interpretación y mi nueva faceta como gestora cultural. Lo de nueva, en realidad lo es en parte, pues la gestión de mi propia agenda me ha convertido en toda una experta en hacer infinidad de combinaciones y reajustes con mi día a día, para cuadrar los diferentes trabajos artísticos en los que he participado y sus respectivos viajes. Diría que como gestora se está desarrollando el lado de aquella adolescente que se matriculó en Administración y Dirección de Empresas en el Politécnico de Valencia, pero que al ser aceptada en la Rambert School, una escuela de danza de renombre en Londres y decantarme por la danza, decidió anular la matrícula e irse con 18 años a otro país.

Tras estar durante 3 años allí, regresé a Valencia y en ese momento es cuando comencé a trabajar como bailarina profesional hasta ahora. Haciendo recuento… ya son 9 años desde entonces. En esos años, “La Reolid” se ha convertido en un apodo que fueron usando la gente del sector, y que he acabado por adoptarlo. La verdad es que me gusta bastante cómo suena. Me encanta estar en escena, es el lugar que más he pisado a lo largo de mi vida y cuando estoy en ella, no pienso. Desde 2016 mi vida ha sido bastante nómada, viajando por diferentes ciudades para poder realizarme como profesional en el sector y vivir de mi profesión. Mi carrera me ha enseñado mucho, todas las vivencias y experiencias han sumado y ello me ha llevado a tener mi propia forma de percibir el mundo y ver a las personas. Disfruto muchísimo de los bolos, ya que me han permitido viajar, conocer lugares y sitios preciosos, además de poder estar en compañía de amigos y amigas y compartir infinidad de historias para recordar. Siempre intento sacar el máximo partido de ello. No me imagino trabajando en algo que no tenga relación con la cultura en modo alguno. Creo en el poder de la cultura para transformar una sociedad.

Me interesa la colaboración con otros artistas en el ámbito que sea y poder exprimir y explorar mis diferentes facetas. Hago cosas como… cuando en un viaje me encuentro un paisaje que quizá no vuelva a ver, me pongo a contemplarlo durante unos cuantos segundos intentando impregnarme al máximo de esa visión y hago por grabarlo en mi interior, realizo como una especie de despedida. Me encanta el momento «golden hour’’ del día y ver cómo se refleja esa luz en los edificios con el cielo de fondo, pasearme con mi bici de noche por las calles de València y me gustan las orquestas en las fiestas de los pueblos. Nunca he tenido ni color ni número favorito, y ahora entenderéis por qué.

Una canción:

Complicado elegir solo una… Me gustan muchos estilos y dependiendo del mood escucho una cosa u otra. Me encantan los descubrimientos. El más reciente es la cantautora canaria Valeria Castro, estoy en bucle con su canción «Culpa». Me siento muy identificada con lo que expresa y lo que transmite. Otros hallazgos: «Lo malo conocido», de Valdivia y «I think I am», de la belga Sky H1.

Un popurrí de canciones muy Reolid son: «Nasnusa», de Sababa 5 & Yurika, ese solo de guitarra al comenzar te engancha; «Coat of many colors», de Dolly Parton, que me hace recordar el apreciar de dónde vengo y cuyo estribillo acabas cantando en alto; la versión de Rita Payés de «Algo contigo», sencillamente preciosa; para ver el día con otras gafas y tener un subidón de optimismo, «Hoy puede ser un gran día», de Joan Manuel Serrat; «Nana del caballo grande», de Camarón y «Entre dos aguas», de Paco de Lucía, me las ponía mucho mi padre de pequeña, nunca fallan; la música clásica es siempre es placentera para mis oídos; y para terminar (ya paro), si suena en un bar o de fiesta «Girls Just Want to Have Fun», de Cyndi Lauper o «I Wanna dance with Somebody» de Whitney Houston, me enloquezco y no puedo dejar de bailar.

Una película:

Las trece rosas, de Emilio Martínez-Lázaro, nos la puso el profesor de alternativa cuando estaba en el instituto y me marcó. En una época me dió por ver películas españolas, de ahí dejaron recuerdo: Azul oscuro casi negro, de Daniel Sánchez Arévalo; El patio de mi cárcel, de Belén Macías y La voz dormida, de Benito Zambrano.

Algunas más actuales que he disfrutado mucho viéndolas y que retengo en la mente han sido: Verano 1993, de Carla Simón; Otra ronda, de Thomas Vinterberg; Cold War, de Pawel Pawlikowski; La peor persona del mundo, de Joachim Trier; Whiplash, de Damien Chazelle e Into the Wild, de Sean Penn.

Se me da bastante mal ceñirme a una sola opción, como se puede comprobar.

Un montaje escénico:

Carmen, de Ramón Oller, me encantaría que hubiera una reposición y estar en ella. Jardí tancat, de Nacho Duato, con música de María del Mar Bonet, opino que nunca me va a dejar de gustar.

Transverse Orientation, de Dimitris Papaioannou, lo vi en Teatros del Canal el año pasado dentro del Festival de Otoño. Es uno de los montajes más impresionantes que he podido ver hasta el momento. Aunque también todas las propuestas de la compañía Peeping Tom son dignas de no perdérselas. Ambos te transportan a otro universo.

Respecto al circo, lo que hace el francés Yoan Bourgeois es belleza pura e hipnotiza. Se volvieron muy virales sus vídeos. Yo tuve la oportunidad de ver su trabajo en Conde Duque (Madrid) este año. Y una compañía de circo española es D’Click, una maravilla su espectáculo Latas.

Lo último de teatro que he ido a ver y que disfruté mucho fue Los remedios, de La Compañía exlímite en el Teatre El Musical (TEM).

Una exposición:

La exposición de Tamara de Lempicka que vi en Torino en 2015 por casualidad. Estaba en la ciudad porque teníamos actuaciones con el Ballet de la Generalitat allí.

Un libro:

El arte de amar, de Erich Fromm, y Ataraxia, de Patricia Fornés.

Una serie:

Me encantan las series nórdicas, son muchas las que nombraría, pero no te puedes perder Bron|Broen (El puente, en español), es imposible que no guste. La ruta del dinero, también muy buena.

Algunas series de habla inglesa como… Normal People, In my Skin y Collateral.

No suelo ver animación, pero Cortar por la línea de puntos, fue una recomendación que recomiendo sin lugar a dudas. Y La tumba de las luciérnagas, es una obra preciosa a la vez que muy triste.

Un podcast:

Saldremos mejores, de Inés Hernand y Nerea Pérez de las Heras. Menudas tías más inteligentes y con fundamento.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?

Virginia Rota (fotógrafa y artista visual). Me encanta su trabajo, lo sigo desde hace tiempo.

Una comida:

La magra con tomate que hace mi madre y mis tías. En realidad, cualquier comida hecha por ellas.

Un bar de València:

Bar Lapaca, en el barrio del Cabañal, perfecto para hacer un doblete (Espectáculo en el Teatre El Musical + cervecita y pincho de tortilla).

Una calle de València:

El lado de la acera donde están los números pares de la calle del Rosario, a partir de la plaza del Rosario y antes de llegar al Bar Lapaca. La semana pasada saqué una instantánea preciosa que representa mucho la esencia de la calle.

Un lugar de València que ya no exista:

La antigua ferretería en la plaza del Doctor Collado, un local emblemático del casco antiguo.

¿Con quién te tomarías un vermut?

Me lo tomaría en buena compañía, en una terraza donde dé el sol y haya el mínimo tráfico posible.