Soy Gemma Alpuente, artista contemporánea y debería decir disruptiva como soy descrita muchas veces a consecuencia de mi forma de trabajar. Me formé en Bellas Artes y en Conservación-Restauración de Bienes Culturales en la UPV, con el objetivo de adquirir competencias y destrezas sobre técnicas artísticas para posteriormente dimensionar la importancia del arte como lenguaje y registro social y cultural. Posteriormente me especialicé en educación artística (Universidad de València) motivada por la creencia de que el arte tiene la capacidad de vehicular conocimientos y aprendizajes más allá de lo evidentemente técnico en el entorno académico. Mi vocación es la creación plástica con el factor de investigación ligado a la introspección individual; motor que me ha llevado a estar desarrollar mi propia técnica con la que convierto el líquido pictórico en volumen.
Una canción:
Elegir una única canción sería muy pero que muy complicado, y si me lo permites, en lugar de limitarme a un único tema preferiría destacar el tipo de obra musical que me inspira a la hora de crear. Desde hace unos años la música clásica me encandila hasta tal punto de evadirme y potenciar la conexión con mi inconsciente, que lo considero fundamental para crear. Más en concreto la música nostálgica, cuyo instrumento principal es el piano. Artistas como Ludovico Einaudi, Thomas Newman o Yiruma serían los compositores que más resuenan en mi lista de reproducción.
Una película:
Pues como soy una romántica diría El diario de Noa, pero me quedaría con el final, esas últimas escenas que retratan la paciencia, la constancia y el amor de una persona hacia otra que contra todo pronóstico mantiene la esperanza de generar ese “clic” que permita recordarl. Me parece algo que remueve el corazón a cualquier persona. Y es de esas escenas que no puedes no recordar con cariño.
Un montaje escénico:
Me apasiona la danza contemporánea, la fluidez corporal de movimientos, es algo que desde la ignorancia de la técnica practico en secreto, me descomprime de tanto estrés. No sabría elegir un título en concreto. En cuanto a performance artística me quedaría con alguna de Marina Abramović, por el hecho de generar controversia con sus obras y seguir fiel a su forma tan concreta de expresar.
Una exposición:
Aquí no puedo hablar de una mía, así que nombraré una que significó un antes y un después en mi forma de ver el arte. Recuerdo una exposición de Dan Flavin de cuando estuve en Paris y visité el museo Pompidou. La utilización de luces de neón me sorprendió muchísimo, de esto hace ya casi 20 años. Supongo que tenía ese recuerdo guardado en algún rincón de mi mente porque actuamente en mis obras estoy incorporando luces de neón. Y no creo que sea casualidad que aún recuerde de forma tan nítida aquella exposición (con la mala memoria que yo tengo).
Un libro:
Inteligencia artística, de Marisol Salanova, es una de mis críticas de arte favoritas y me parece un imprescindible. Si os cuento un secreto, hace un año que empecé a escribir el mío, trata sobre mi forma de ver el arte. Y está enfocado posicionándome como emisora y receptora, transmitiendo desde mi yo actual, aquello que le habría gustado/ayudado que le dijeran en algún momento a la Gemma Alpuente (o cualquier otra artista) al embarcarse en esta magnífica pero inestable (emocional y económicamente hablando) profesión.
Una serie:
Juego de Tronos, creo que es la que más nos ha enganchado en casa, hasta el punto de ver 2-3 capítulos al día después de cenar. Por eso ahora no vemos series, nos puede.
Un podcast:
El podcast de Marian Rojas-Estapé, es una médica psiquiátrica y escritora española. Me encanta su forma de explicar de una forma técnica, pero entendible para cualquiera, cómo funcionan las emociones, la felicidad, etc.
¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?
Coco Dávez, me parece genial como con sus retratos tan minimalistas consigue sacar la esencia y hacer reconocible cualquiera de los personajes que retrata.
Una comida:
Aquí no puedo decir otra cosa que mi arte comestible. Es algo genial que llevo incorporando en mis exposiciones desde ya hace varios años. Y lo es porque mis obras destacan por sus masas de colores grumosas que incitan al espectador (de cualquier rango de edad) a querer tocarlas. Y os voy a contar el por qué de hacerlo. Fue a consecuencia de una crítica que en su momento me hizo mucho daño, porque de una forma muy despectiva una persona dijo de mí: “esta chica lo que hace son pasteles”. Os podéis imaginar que en ese momento me sentí francamente mal. Después de eso, un vídeo de tiktok se me hiciera viral donde la gente me preguntaba de forma masiva si mis masas de colores eran comestibles
Un bar de València:
Salad Planet, es un lugar que conozco de primera mano, el trato es genial y los productos son sanos, y eso para mí es imprescindible. Y por nombrar otro, el Begin, que por lo poco que he podido ver, sus formas orgánicas me recuerdan a algunas de mis obras, pero he de decir no he tenido el placer de visitarlo todavía.
Una calle de València:
No puedo decir otra que la calle donde está mi exposición actual Squeeze, Calle la Nave, 25 . Este año he sido elegida para representar a la Galería Cuatro en el evento de arte contemporáneo Abierto Valencia. Seguro que lo conocéis pero por si algún lector despistado no tiene el placer de saberlo, encantadísima os hago un breve resumen: es una especie de festival en el que todas las galerías comienzan la temporada con una exposición, para ello eligen al artista (o varios) que quieren que los represente para optar a distintos premios. Este año Galería Cuatro me contactó para que realizara una exposición individual (que podréis visitar hasta finales de noviembre). Así surge Squeeze, el clímax etéreo del color, una muestra muy fresca y colorida que invita al espectador a potenciar su “yo más creativo”, y confiar en su propia esencia, a través de la innovación y el trabajo introspectivo.
Un lugar de València que ya no exista:
La muralla que rodeaba la ciudad. Es lo primero que me viene a la mente, de las que mantenemos las Torres de Quart y de Serranos.
¿Con quién te tomarías un vermut?
Pues… creo que no te esperas esta respuesta pero, conmigo misma en distintas épocas de mi vida, suena muy profundo lo sé. Pero me imagino sentándome con la Gemma de 10 años, con la de 15, con la de 20, con la de 25 y todo lo que les diría.