Me llamo Mónica Pérez Blanquer y soy gestora cultural.
Me licencié en València en Arte Dramático y Administración y Dirección de empresas. Estudié el Máster de Gestión Cultural organizado por el ADEIT y en 2008, después de haber trabajado de actriz, productora y distribuidora, me marché a Barcelona.
He trabajado en Cataluña- siempre en el marco de la creación escénica contemporánea, siendo testigo de la transformación del sector que representó el surgimiento de las fábricas de creación y los centros de residencias – y en Mallorca, como directora adjunta del Teatre Principal de Palma de 2016 a 2019.
Justo antes de la pandemia volví a València. Actualmente doy clases en la Escuela de Arte Dramático como profesora de producción y gestión, trabajo como productora freelance para proyectos internacionales y en Espai LaGranja organizo “El Café”, tutorías individualizadas abiertas a cualquier artista que lo solicite, donde analizamos juntos posibles estrategias para su proyecto y desarrollamos planes de futuro.
Me gusta pensar que trabajo para posibilitar que las artes escénicas sean relevantes socialmente. Soy idealista, pero también muy realista.
El beneficio social del arte es más importante que su beneficio económico. No podremos crear un futuro deseable sin nuevos modelos. Y si alguien puede imaginar nuevos modelos que planteen nuevas realidades son los artistas.
Mi trabajo consiste en proveer a los artistas de las condiciones adecuadas que necesitan para crear.
Una canción: «Pagan Poetry», del álbum Vespertine de Björk. En 2003 trabajaba como productora local del festival Eclèctic, que organizaba una productora catalana en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Björk arrancaba la gira de Vespertine sobre un escenario que flotaba en el estanque frente al Museo. Las negociaciones de Bjork y su equipo fueron intensas y trabajé jornadas interminables durante semanas. Bjork era transparente y diminuta. Cuando salió al escenario llevaba ligeras alas negras. Solo bebía agua, pero su manager obligó a llenar el camerino de Veuve Clicquot. El concierto arrancó con «Pagan Poetry» y recuerdo estar tan cansada que me daba miedo cerrar los ojos y quedarme dormida en el backstage. La última vez que fui a la Ciudad de las Artes y las Ciencias fue a vacunarme. Pasando al lado del estanque todavía veía el escenario y las gradas llenas de gente como un fantasma.
Una película: Todas las que pueda ver con mis hijos abrazados en el sofá. Échame dinosaurios, princesas cantarinas, animales parlantes…. Los piratas me pirran.
Un montaje escénico: En la que he reflexionado mucho es en Catalina, de Iniciativa Sexual Femenina. La vi en el TNT de Tarrassa en 2019. Era la primera vez que veía una pieza escénica donde el sexo femenino se mostraba en su violencia, en su deseo, en su pulsión física, únicamente desde sí mismo, sin referenciar en ningún momento al sexo masculino. Cuando salí no sabía muy bien qué había visto, me sentía descolocada. He pensado mucho en eso desde entonces. Catalina me ha ayudado a trabajar mi identidad desde otra óptica. Veo cómo se está transformando el rol del género en tan poco tiempo y me siento dichosa de haber participado de esa evolución social.
Una exposición: Retrospective, de Xavier Le Roy. La vi en la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona en 2012. Participaban muchos creadores con los que estaba vinculada profesional y personalmente en ese momento: Quim Bigas, Cris Blanco, Pere Faura, Sergi Faustino, Guillem Mont de Palol, Cris Núñez, Aimar Pérez, Carme Torrent… Fue un trabajo clave que me permitió entender mejor qué significan nuevos formatos y cómo pueden influir en la transformación de los espacios culturales en los que se enmarcan.
Un libro: Pues uno que no he leído todavía y tengo muchas ganas, Desayuno en Brooklyn, de Mireia Ferrer. Y otro que acabo de leer El Evangelio, de Elisa Victoria. Me lo recomendaron en la Librería Primado, cerca del Colegio Alemán, y acertaron.
Una serie: The Wire. Disfruto reescribiéndola y superponiéndola a contextos biográficos propios. Mi época de instituto en Mislata con el supermercado de la droga en lo que ahora es el Parque de Cabecera, la corrupción que viví en la València de los 2000, el mundo de la política que viví en Palma… Además, profesionalmente me dedico a generar redes, así que…. sí, es mi serie.
¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato? Don Rogelio J. Ha retratado a muchas mujeres, también a mi madre y a mi abuela. Como es mi hermano mediano le voy a pedir que además de hacerme un retrato se lo curre y me haga una canción también, que él es artista polifacético. A cambio le haré una poesía de amor fraternal y me lo llevaré a tomar unas cervezas y a bailar juntos las coreografías de Siete Novias para Siete Hermanos como hacíamos de pequeños.
Una comida: Los buñuelos de calabaza que hace mi madre. Cuando vivía fuera y los cocinaba siempre me enviaba fotos. Creo que han sido una de las principales razones por las que he vuelto a València.
Un bar de València: Las terrazas de la Plaza del Carmen. Las familias del Colegio Santa Teresa nos tomamos cervezas los viernes por la tarde mientras los niños juegan en la plaza. La panda de madres del Santa Teresa es una de las mejores cosas que me han pasado en los cuarenta.
Una calle de València: Me gusta callejear sin rumbo por las callejuelas de alrededor de la Plaza del Árbol cuando hace sol y puedo perder el tiempo.
Un lugar de València que ya no exista: Teatro de los Manantiales, cuando estaba en El Cabanyal o cuando se mudó a lo que ahora es la Sala Ultramar. En Manantiales vi por primera vez a Rodrigo García, a Angélica Liddell, a El Canto de la Cabra, a Carlos Marquerie…
¿Con quién te tomarías un vermut? Con profesionales de los departamentos de administración y de servicios jurídicos del IVC y del departamento de cultura del Ayuntamiento de Valencia. Creo que los técnicos de administración y los técnicos de contenidos tenemos que poder trabajar juntos y de forma coordinada. Es necesario buscar soluciones para que las licitaciones y los procesos administrativos posibiliten contextos de creación artística más sostenibles, transparentes y que puedan ser evaluados desde nuevos criterios cualitativos.
Hace un tiempo colaboro con FARO, un grupo de gestores europeos y latinoamericanos que justamente estamos investigando sobre cómo desarrollar nuevos indicadores cualitativos que puedan construir nuevos modelos e instrumentos para la innovación social y artística basados en los principios de ecología, solidaridad, equilibrio territorial y sostenibilidad.
Hay mucho trabajo que hacer en este campo, así que… ¿por qué no empezar con un vermut en Espai LaGranja?
Sin embargo, creo que antes de todo eso me voy a tomar un vermut con mi novio, con hielo, rodajita de naranja y aceituna pinchada con palillo. Y después del vermut un besazo. Puro placer.