Nacho Díaz.

Soy Nacho Díaz, tengo 39 años, valenciano, con menos pelo del que me gustaría, menos cachas de lo que me imaginaba ser cuando pasara de los 30, y con las 4 muelas del juicio dando por saco. Vivo en Barcelona desde hace 5 años, momento en el que muchos de los que trabajábamos en productoras de televisión tuvimos que reinventarnos, ser pacientes y trabajar desde casa en proyectos propios. Finalmente, en 2015, cerré la “paraeta” y me fui a hacer las Américas. Trabajo en contenidos como redactor, guionista y editor, y en concreto, desde ese año de la diáspora, para diferentes productoras como El Terrat, Magnolia o Gestmusic. Estudié un grado superior en Realización de Audiovisuales y luego un master en guion de televisión en Valencia, y desde entonces hasta ahora, salvo por unos pequeños parones del destino, llevo trabajando en lo que me gusta e imaginé. A los 12, con una cámara de video que me regalaron mis padres, ya andaba jugando a los concursos, inventando formatos y creando contenidos. Será que la cabra tira al monte a sabiendas de que el sector no es fácil y menos todavía, estable.

Me gusta el cine, veo todo el que puedo. Antes coleccionaba DVD’s y VHS’s. Ahora, hago listas como loco de todas las películas que me quedan pendientes y creo álbumes en Facebook e Instagram con las portadas de todas las que voy viendo. Soy de esos que si las primeras 25 páginas de un libro no me enganchan, lo dejo y lo olvido. Soy también de los que escuchan mucha música aunque por temporadas me atasco en un par de canciones y de ellas no salgo. Estoy en bucle con La fuerza, de La Bien Querida y Melody of love, de Hot Chip. Y también soy de los que han tenido un nombre como Dj (Gomezkemp), y se ha pegado sus buenas sesiones en Piccadilly, La 3, Latex o Nylon. Por último diré que llevo un Acid House tatuado en un brazo en homenaje al primer vinilo de música house que me regalaron mis padres, y que soy pésimo en responder tests de los que te preguntan por un libro, una película o el nombre de una calle. Qué salga el sol por Antequera:


Un disco:
Ahora que ha cumplido 25 años, le hago el homenaje al segundo LP de la discografía de The Cranberries, No need to argue. Mi fenómeno fan empezó con ellos.

Una película: A ghost story, de David Lowery, interpretada por el otro hermano Aflleck, lo que pasa que no puedo dejar atrás ni Call me by your name, Clímax, Canino, Cafarnaum, Los amores imaginarios o Martín (Hache), por ejemplo, de la cual extraje, entre otras muchas cosas, el pseudónimo “Hache” con el que desde hace tiempo me presento en las redes sociales.

Un montaje escénico: Tiro por el corazón y digo Se’ns está quedant cos de postguerra, de La Família Política y con instalación de Juan A. Cerezuela.

Un libro: No sé elegir uno, ya dije que se me daba mal, así que digo Ordesa, de Manuel Vilas, La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero y El Reino, de Emmanuel Carrere.

Una serie: Recientemente acabada, Fleabag me ha dejado muy buen sabor de boca pero especialmente a The Virtues, de Shane Meadows (This is England, Somers Town), le tengo unas ganas increíbles y no veo el momento de pegarme el maratón para verla.

Una serie de dibujos de televisión: Por mi niñez y por las melodías que recuerdo, El bosque de Tallac, Banner y Flappy o Campeones, pero, y permitiéndome de nuevo hacer trampas, digo que Undone, sin ser una serie de dibujos al uso, es una auténtica maravilla de la rotoscopia y de la animación que me ha gustado mucho.

Una revista: Descartando la revista Súper Pop que me compraban exclusivamente para conseguir los pósters de los personajes de la serie Sensación de Vivir, diré que sobre los 14 ó 15 años me dio por acumular bastantes números de la revista Fotogramas.

Un icono sexual: De pequeño, Elle MacPherson y los recortes de Brenda, Brandon o Dylan ocuparon el corcho de mi habitación. De mayor, cualquier buenorro con bigote y shorts de tenista que tire hacia el look de los años 70.

Una comida: Las alcachofas fritas que me hace mi madre, sin más.

Un bar de València: Nunca he tenido un bar de referencia donde al entrar por la puerta me esperen las tostadas de tomate y el café sobre la barra. Estoy en ello, pero soy muy veleta en eso y me gustan todos. Tengo muchos apuntados en la lista del móvil “bares”.

Una calle de València: La calle del Doctor Serrano, en Ruzafa. Viví durante un par de años en ella y supe más tarde que fue la misma calle en la que vivió mi padre de adolescente, recién llegado de su pueblo.

¿Con quién te tomarías un vermut? Me tomaría un vermú, una cerveza o lo que fuera con todos y cada uno de los amigos que aún tengo en València, con los que veo poco y con los que veo más, que la distancia y los fines de semana se hacen cortos y complicados para dedicarles todo el tiempo que se merecen.